
Comunicado
¿Qué
lleva a un político a tomar decisiones tan erradas? Se pregunta el Senador de
Chiapas, Zoé Robledo, en su más reciente artículo publicado en Reforma.
“Estamos
ante una pregunta crucial del ejercicio del poder. Entender cómo es que de
pronto la visión de un estadista se nubla y es presa de una mala intuición.”
Luego
de evocar el dilema que encubrió a Gran Bretaña en el verano de 1938 que llevó
al primer ministro Neville Chamberlain a reunirse con Adolfo Hitler, Robledo
apunta que quizá una primera aproximación al problema sería la de la
sobrestimación de las capacidades. El político sesgado por la ilusión del poder
que le brinda su zona de confort.
“El
político tan acostumbrado a lograr sus objetivos a través de su poder que es
incapaz de entender que no todo está sujeto a sus cualidades o su fuerza. Esto
construye una primera distorsión que lleva al mal cálculo; como todo a mi
alrededor está a mi merced, entonces así todo lo que no está a mi alrededor. El
presidente que seduce a su círculo, pero que es a la vez seducido por su
capacidad de seducción.”
Esto
ocasiona, sostiene el legislador chiapaneco, lo que el médico y político
británico David Owen identificó como la “hybris”, la enfermedad del poder, que
tiene como síntoma una conducta de exagerada confianza que no permite la
claridad que otorga el sentido común.
“De
ahí se liga un segundo elemento: el de la falta de entendimiento de la
realidad. Ese mismo sesgo construido por la familiaridad de lo inmediato se
plasma en un desacato de lo más lejano. El entendimiento de la realidad se
dificulta en la medida en la que ésta es una construcción narrativa de los
cercanos.”
Zoé
afirma que cuando se vive aislado se tiende a perder la noción del suelo. Las
consecuencias son una pérdida del instinto político. ¿Cómo tomar decisiones
adecuadas cuando el diagnóstico que ofrecen tus cercanos es erróneo por ser
autocomplaciente?
Una
última hipótesis es la de la desesperación. De la desesperación nace el
impulso, y el impulso por definición carece de idea, de pensamiento, de
estrategia. ¿Qué pasa cuando la aprobación está por los suelos y los escándalos
abundan? Con la soga al cuello las decisiones son apresuradas y generalmente
contraproducentes.
El
Senador de Chiapas concluye que quizá alguno de estos tres sesgos puede explicar
cómo tomó su decisión el presidente Enrique Peña Nieto de invitar a Donald
Trump a México. No se trata sólo de entender cómo midió políticamente dicha
decisión; es decir, ¿en qué beneficiaba a México esa visita? Sino entender cómo
un individuo, en este caso un presidente, toma una decisión en términos de su
propio interés. ¿Qué ganó Enrique Peña Nieto con la visita de Donald Trump?
“Sobrestimación
del poder, alejamiento de la realidad y desesperación son apenas tres
aproximaciones, faltan muchas más para entender el hilo de pensamiento que
llevó a la decisión unipersonal que más ha agraviado a los mexicanos en los
últimos años. Mi preocupación: Que a estas tres razones se le agregué una más.
La soledad.”
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