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miércoles, 12 de febrero de 2025

La vida es un instante…

Hoy a las 10 de la mañana se le despide con una misa en la iglesia en donde casó y casó a su hija, en la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, en Tuxtla Chico, y después, descansará en su lugar preferido.

La vida es un instante… 

Me unía a él no solo una amistad, tampoco éramos como hermanos, éramos simplemente, amigos de verdad; hablábamos siempre y hablábamos de todo. Tengo mucho que contar de él y su vida profesional y personal, su existencia está llena de anécdotas. 

Realizó las cirugías más grandes y epopéyicas que usted se pueda imaginar; le salvó la vida a muchos como aquel médico al que le dispararon en el rostro.

Ya había terminado de trabajar y no sé porque estaba en el IMSS de noche y, subiéndose a su auto recibe una llamada -doctor, tenemos una emergencia, por favor, ayúdenos- Regresó al hospital e hizo lo que solo él sabía hacer, sin importar a quien…

Una mano amputada, una cirugía que llegó a las televisoras nacionales, un trabajo de muchas horas, ya que su especialidad era, la mano, operar, juntar los nervios, devolverle al paciente la confianza y seguridad.

Se unió a misión 33 para operar a niños de labio paladar hendido, realizó operaciones extramuros y fue galardonado por ser el mejor médico, el humanista, el médico que intervenía no por plata, sino por vocación. El juramento hipocrático era su catecismo.

Las reconstrucciones y otras bellezas que lograba, las realizaba porque sabía que era el mejor, al menos, el más honesto y profesional que te hablaba con la verdad y, estar en sus manos era seguro todo.

Pero la vida es un instante y te vas de este mundo sin llevarte nada; César ya estaba jubilado del IMSS pero si su presencia era necesaria, volvía y realizaba la cirugía. En vida decía que le debía mucho al IMSS, su segunda casa.

César era un mortal común, sencillo, alegre y si estaba en sus manos, siempre te brindaba la mano, ayudaba silenciosamente, como se debe hacer.

Su vida no se media por el éxito profesional, su grandeza no radicaba en que fuera el mejor cirujano plástico, sino en su corazón.

Recientemente después de comer el domingo le dije en la puerta -voy a hacer otra, muy privada para que platiquemos sin censura-. Solo se río, y es que la comida fue familiar, con su esposa, su hijo y nostros. 

No puedo imaginarme pero me duelen sus hijos, sus padres, su esposa, ellos son los que tendrán un vacío para siempre porque , la ausencia de César no se llena con nada, los amigos simplemente le recordaremos y hablaremos de él, de su hobbie, de su amor por la buena mesa, de la belleza y del amor inmenso que le tiene a sus hijos…

Vivió siempre seguro, feliz, muy feliz porque eligió a una buena mujer como compañera, pero esta vida es un instante, un segundo…

Esto nos enseña una vez más que, lo único que te llevas de esta tierra, es haber celebrado, vivido y aunque te lleves pendientes, César se llevó los reconocimientos por su labor noble en la medicina, se llevó mucho cariño y mucho amor.

Descansa y vive la otra vida con la misma intensidad.

Soy Carlos Morán y este es mi último homenaje al amigo César.

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