Con más de cuatro décadas de experiencia en el cultivo, el experto del
Programa Nacional de Papa del Campo Experimental Valle de México, resalta que
dicho rendimiento en la actualidad está entre 30% y 40%, arriba de variedades
como la holandesa Fiana.
“Hoy tenemos –remarca-- más de 3000 clones avanzados con
tolerancia o resistencia a diversas problemáticas, resueltas con la
investigación y como respuesta a las demandas de los diferentes eslabones de la
cadena de producción”.
La punta morada de la papa –detalla-- ocasiona que el tubérculo no sirva
para freír, se pone negro, si se hierve queda duro y tiene mal sabor. Por ello,
los investigadores del INIFAP trabajaron para generar material genético
tolerante a esta enfermedad. “Obtuvimos una variedad que no presenta la
necrosis en el tejido interno o en la pulpa y que se puede freír o hervir y
tener una calidad igual que cuando la papa está sana”, expresa Magallanes
González.”
“En México, agrega, antes se hablaba que los materiales no podían
tener calidad para la fritura industrial, hojuela tipo Sabritas o Barcel. Sin
embargo, nosotros hicimos pruebas de frituras desde la tercera generación clonal
que desarrollamos y encontramos que sumada a la tolerancia a enfermedades tenían
alta calidad industrial”.
Con Barcel trabajamos un proyecto entre 2008 y 2011 y encontramos
materiales de muy alta calidad, listos para ser utilizados por las grandes
industrias o pequeños friteros pequeños del país. No obstante, acota, el
material no se ha utilizado a gran escala porque carecemos de un programa para multiplicar
la semilla.
Hay un acercamiento entre INIFAP y una empresa semillera, que tiene un
esquema novedoso, de bajo costo y es impulsada por un programa de la Secretaría
de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader). La idea es que ésta “empuje” la
producción de semilla bajo el esquema del Servicio Nacional de Inspección
y Certificación de Semillas (SNICS), para que sea certificada y de alta calidad fitosanitaria y así ofrecerla
a pequeños productores y ellos arranquen un programa fuerte de multiplicación y
así posicionarnos en el mercado mexicano.
“Nosotros tenemos limpio el
material en banco de germoplasma, libre de virus y enfermedades y con alta
calidad fitosanitaria, por lo que solo falta empezar la multiplicación de
semilla a gran escala y proveer a la industria”, recalca el investigador.
En seis meses, el INIFAP estaría ofreciendo semilla para empezar con
100 hectáreas en el Estados de México, en una primera etapa. Esto se convertiría
en 1,500 hectáreas en la siguiente generación. Para la fase inicial se requiere
de mil toneladas, el INIFAP solo no puede producirlas porque no tiene la
capacidad, pero si entra la empresa sí podemos hacerlo, remarca Julián Víctor
Magallanes.
La idea es cubrir en tres años la demanda del Estado de México, donde
el potencial de alto rendimiento y buena sanidad es de 7 mil hectáreas; en los
años siguientes se extendería la distribución de semilla a los estados de Sinaloa,
Sonora, Puebla, Tlaxcala, Veracruz y Ciudad de México.
Hay una empresa del Estado de México a la cual le interesan 2 mil hectáreas
para dejar de traer papa del noroeste del país, que tienen calidad del 85%, que
es alta, pero en el Estado de México podemos obtener 92 o 95% de calidad, y a un
costo menor que la que obtienen Sinaloa, Sonora y Saltillo, que hoy abastecen a
la industria, refiere Magallanes.
INIFAP ha liberado siete variedades
tolerantes a punta morada y paratrioza cockerelli, con calidad industrial para
papa francesa y hojuela, resistencia a tizón tardío, vida de anaquel adecuada y
piel apta para lavado, con contenido de materia seca de 19 a 21%. Se pueden
cultivar desde los 50 a 3400 msnm, en todas las regiones productoras de papa
del país, en los ciclos primavera-verano y otoño-invierno.
En el país hay un promedio 8 mil productores de papa, de los cuales
unos 2 mil se ubican en el Estado de México. Abastecerlos con semilla generada
por el INIFAP no sería un problema si tenemos socios multiplicadores, expone el experto de
INIFAP.
Graves
pérdidas por “punta morada”
La punta morada puede generar graves pérdidas a los agricultores. En
la década de los noventa sólo en el Estado de México se perdieron 4 mil
hectáreas por su presencia, donde se dejaron de cosechar 640 mil toneladas de
papa. Una presencia fuerte del patógeno puede disminuir la producción a 3 o 9
toneladas, pero con la resistencia genética el rendimiento supera las 40
toneladas por hectárea.
Resolver esta problemática en forma inmediata era fundamental, porque
de otra manera el cultivo hubiera desaparecido de México y tendríamos que
comprar papa a Estados Unidos, de donde ingresan unas 15 mil toneladas, “bajo
el agua”, a la zona fronteriza. Y entrarían enfermedades exóticas de
Norteamérica, sobre todo a Chihuahua; aunque –reconoce Magallanes-- hoy los controles fitosanitario son muy estrictos.
Cabe recordar que el Programa de mejoramiento de papa a punta morada, en
México, inició en 1991 con una selección de progenitores con tolerancia a la
enfermedad, para 2001 iniciaron los trabajos de tolerancia y en 2004 ya se
tenían hibridaciones y los años 2009-2010 se obtuvieron los primeros
materiales, que están en fase de liberación. “En INIFAP tenemos material listo
para ser utilizado y liberado, como Granate, Cristal, Sierra, Cuarzo,
Nevada, Citlali o Ameyali”, anota
Julián
Víctor Magallanes.
El banco de germoplasma de papa que tiene México es único en el mundo,
por la resistencia a tizón tardío, al nematodo dorado, a diversos hongos y
virus. Hay 1500 materiales avanzados, de los cuales 5% tienen tolerancia a
punta morada, añade.
Mayor inversión en investigación
Magallanes González refiere que en el INIFAP los investigadores
integrados a grupos de mejoramiento genético de papa son ocho, “no somos nada
en relación con Brasil, que es nuevo en mejoramiento de papa, y Cuba, que
tienen alrededor de 50 investigadores”.
Considera que se ha perdido potencial de desarrollo porque ha bajado
la inversión en el área de investigación, por lo que el INIFAP tiene que
invertir más para fortalecer su laboratorio, registrar área de biotecnología y
fitopatología de papa para que certifique sus propios materiales y, “no
depender de Sanidad Vegetal, ya que paradójicamente su personal se formó en el
Instituto en aspectos fitopatológicos y resulta que no podemos certificar por
ser solo generadores de variedades”.
En 1961 se fundó el Instituto Nacional
de Investigaciones Agrícolas (INIA) y se conformó el banco de germoplasma de
papa. Ya como INIFAP (1985) el Programa Nacional de Papa se enfocó a mejorar la
resistencia a tizón tardío, paratrioza cockerelli, nematodo dorado, marchitez
bacterial; tolerancia a palomilla y diversos hongos. También trabaja mecanismos
de estrés, control integrado de plagas, enfermedades y de maleza.
Origen
del cultivo de papa
La papa (solanum tuberosum l.) fue cultivada por los incas del Perú, a a
quienes se atribuye su domesticación y primeras selecciones. Durante la “Conquista”,
en 1537, fue llevada por los españoles a Europa. Bernal del Castillo escribió
en sus memorias que en Cofre de Perote los nativos les dieron de comer patatas.
En Europa inició como curiosidad en los
jardínes reales y se dice que durante las guerras y sitios prolongados se
generalizó su consumo por su duración como alimento. En Irlanda desplazó a
todos los cultivos y al escasear en 1846 murieron de hambre más de un millón de
personas. El gobierno mexicano, en 1876, envió a Europa papas mexicanas que
mostraban resistencia natural al tizón tardío.
En México, fue de gran importancia para
los aztecas y otros grupos prehispánicos de la región neovolcánica. Entre 1927
y 1940 la sembraban grupos indígenas de las serranías del centro, sur y norte
del país.
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Ernesto Perea
enlace con medios
55 11492633 (cel)
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