‣En
granos básicos es inaplazable que el gobierno federal restablezca programas de
organización a productores
‣Nuestro
país importa el 45% de alimentos que demanda la población. Organismos
internacionales “ya le han mostrado tarjeta amarilla”
‣Líder
de Liga de Comunidades Agrarias, analiza el presente y futuro de la agricultura
en México
La agricultura mexicana, que
históricamente ha sido ejemplo de ingenio, eficiencia, sanidad y productividad,
actualmente atraviesa por una etapa de rezago en rendimientos por hectárea,
particularmente en granos básicos. “Sin embargo, en hortalizas y legumbres, frutas
tropicales y otros productos como aguacate y ‘berrys’, México mantiene
presencia creciente en los mercados internacionales”, dijo el dirigente de la
Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos – CNC de Guanajuato,
Rafael García del Horno.
En granos básicos, señaló, “es
inaplazable que el gobierno federal restablezca programas de extensionismo,
capacitación, investigación agropecuaria, organización de productores, en
virtud de que se trata de procesos permanentes y dinámicos que favorecen el
intercambio de conocimientos y experiencias en igualdad de condiciones con los
productores de otros países, en una lucha por conquistar y consolidar los
mercados internacionales.
Expresó que actualmente se presenta un
panorama nada recomendable, frente al avance que muestran países con similares
condiciones socioeconómicas en cuanto a la producción del campo, sobre todo que
los trabajadores del sector rural enfrentan fuertes problemas de productividad,
calidad, sanidad y promoción de esquemas de comercialización, en un marco de
pobreza y falta de orientación sobre qué producir, cómo hacer rentable la
actividad y puedan concurrir de forma exitosa en los mercados nacionales y del
exterior.
Destacó que solamente el 1 por ciento de
los campesinos del país, de más de 5 millones en total, reciben servicios de
parte de extensionistas, lo que da idea de la gran tarea que significa
incorporar a pequeños productores en posesión de más de 5.3 millones de
unidades productivas, tanto ejidales como de propiedad privada.
Propuso la formalización de una alianza
entre las instituciones federales que ofrecen servicios al campo y los cuerpos
docentes de las universidades que imparten carreras agronómicas, a fin de
inducir a los estudiantes a ir al campo y convivir con los productores, sobre
todo en cuanto a la aplicación de nuevas tecnologías, más eficientes y de fácil
adopción por parte de los agricultores y ganaderos.
“Urge que los egresados de las escuelas
de agronomía de muchas universidades que imparten numerosas especialidades
agronómicas, no terminen sus carreras ‘divorciados’ de la realidad”, dijo
Rafael García del Horno.
“El futuro de la agricultura mundial no
es promisorio”, apuntó el dirigente campesino. “Si en la actualidad en el mundo
hay más o menos 7 mil 500 millones de habitantes, de los cuales cerca de mil
millones (cifras de la ONU) padecen hambre y desnutrición, ¿qué podemos esperar
para el año 2050, o sea, en unos 30 años más, cuando el número de habitantes
será de 9 mil 500 millones de personas en nuestro planeta?”.
El futuro de la producción de alimentos
es incierto en todas partes, puntualizó Rafael García del Horno, empezando
porque deberá practicarse una ‘agricultura controlada’, tipo invernadero, con
un uso de lo más eficiente del suelo, el agua, los fertilizantes, del clima y
el trabajo de los hombres y mujeres campesinas.
“Si no empezamos a trabajar desde ahora,
sin escatimar recursos federales y privados, en proyectos de largo aliento,
México y los mexicanos –y muchos otros en el mundo—nos veremos en situaciones
comprometidas, primero, por desnutrición y, después, por hambruna.
Hay otro elemento también muy
importante, que pone en riesgo el desarrollo rural y el aumento de la producción
del campo. Es la edad de los productores campesinos mexicanos. Actualmente es de
un promedio de 55 años y, lo más grave, es que las nuevas generaciones (hijos
de los campesinos) ya no están dispuestas a sacrificar sus vidas sin los
estímulos suficientes para permanecer en el agro.
Japón es un caso especial. Este país
necesita importar el 75 por ciento de los alimentos que consume su población,
pero, ha desarrollado una industria y ‘tecnologías de punta’ que le permiten
comprar productos de calidad en todo el mundo, sin riesgo de perder soberanía o
autosuficiencia alimentaria.
México actualmente importa alrededor del
45 por ciento de los alimentos básicos que requiere la población. Ya recibe
observaciones de organismos internacionales, como la ONU y la FAO. En términos
de futbol, “le han mostrado tarjeta amarilla”. Si insiste en no respetar el
nivel del 15 por ciento en esta materia –límite de dependencia
alimentaria—corre algunos riesgos, entre ellos altos precios por importar
granos, especulación en intercambio comercial e imposición en comercio de
determinados productos.
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