∙ Urgen
políticas públicas y una legislación que valore la importancia de la
conservación y mejoramiento de los suelos, afirman los legisladores
∙ La
Asamblea General de la ONU, declaró 2015, como “Año Internacional de los
Suelos”, mientras que la FAO afirma que los suelos saludables proporcionan
alimentos y son factor de lucha contra el hambre
(Boletín).- La preservación y mejoramiento de los recursos naturales, especialmente
del suelo como factor de vida y proveedor de alimentos y riqueza natural, es
una responsabilidad de las instancias de gobierno, y la sociedad debe
convertirse en vigilante para evitar su deterioro irreversible, coincidieron el
Colegio de Postgraduados, la Legislatura del Estado de Zacatecas y la
Secretaría del Campo, del gobierno de esta entidad.
“No podemos adoptar una actitud pasiva, frente al deterioro progresivo
de la calidad de los suelos en prácticamente dos terceras partes del país”,
expresó el asesor titular de la Secretaría del Campo (SECAMPO) del Gobierno de
Zacatecas, Ing. José Rodríguez Elías Acevedo, en tanto que el investigador del
Colegio de Postgraduados, Manuel Anaya Garduño, expresó que “en la actualidad,
la degradación de suelos en México ha alcanzado proporciones muy alarmantes”.
Alrededor de 140 millones de hectáreas presentan erosión, de las cuales
unos 40 millones de hectáreas han perdido su cubierta vegetal. Es decir,
“costaría mucho esfuerzo y recursos económicos devolverles su productividad por
la vía del fomento de especies vegetales perennes o cíclicas”.
Es lamentable que, hasta el momento, la creación de una instancia
federal –como puede ser instituir la Comisión Nacional del Suelo— ha tenido
poca relevancia e interés, aun cuando existen estudios y conocimientos bien
fundamentados para evitar el avance de las zonas áridas y los desiertos.
Como un punto de acuerdo, el Congreso de Zacatecas concluyó que el
estudio sobre la erosión en México, debe hacerse extensivo hacia los Congresos
Estatales de todo el país, con el propósito de que los legisladores lo conozcan
y emprendan acciones legislativas que eviten que “el avance del proceso de
degradación de los suelos aumente los costos de producción y se convierta en
factor que empobrece a la población rural hasta el punto de provocar su
emigración”.
El problema del deterioro de los suelos es mundial y, en función de
ello, recientemente, la Asamblea General de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) declaró al año 2015 como “Año Internacional de los Suelos”, por su
importancia y delicada situación. Esta declaratoria tiene como objetivo crear
una mayor conciencia y la comprensión de la importancia del suelo para la
seguridad alimentaria y las funciones esenciales de conservación ecológica.
Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO) afirmó que los suelos saludables son la
base de la agricultura, la producción de alimentos y la lucha contra el hambre,
y también juegan un roll como reservorios de la biodiversidad. Además, forman
parte del ciclo de carbono, por lo que su cuidado es necesario si se quiere
mitigar y enfrentar el cambio climático.
“Es esencial mantener un cuidadoso balance entre la necesidad de
preservar nuestros recursos naturales y expandir nuestra producción de
alimentos. El Año de los Suelos justamente busca generar esta conciencia”,
explicó Eve Crowley, Representante Regional Adjunta de la FAO.
Según un artículo publicado por la FAO, el 14 % de la degradación
mundial ocurre en América Latina y el Caribe. Esta situación es más grave en
Mesoamérica, donde afecta al 26% de la tierra, mientras que este fenómeno
afecta al 14% de las tierras de América del Sur. Cuatro países de la región
tienen más del 40% de sus tierras degradadas y en 14 países la degradación
afecta entre 20% y 40% del territorial nacional. Por eso, países como Ecuador,
Cuba, Costa Rica, Nicaragua, Chile, Uruguay y Argentina, cuentan ya con un
marco legal que les permite hacer frente a este problema que requiere ser
atendido por todos los gobiernos del mundo.
Durante la Tercera Conferencia Científica de la Convención de las
Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD por sus siglas
en inglés) que tuvo lugar en Cancún 2015, se acordó dar especial atención al
manejo de los recursos naturales con mayor énfasis en el agua y suelo.
Los suelos cumplen con funciones vitales para el mantenimiento de los
ecosistemas y el sostén de la vida humana. Desde el soporte y sustento de
cultivos y vegetación natural, al filtrado y retención de agua, la captura de
carbono, que de otro modo aumentaría los gases con efecto invernadero y el
soporte de un gran número de microorganismos, entre otros. Sin embargo, estas
funciones son poco reconocidas por la sociedad, lo que ha derivado en su
descuido, abandono y por ende, deterioro.
La ausencia de estímulos para la investigación científica en materia de
degradación y conservación de suelos, conlleva a mantener un conocimiento
general y poco preciso de las causas y consecuencias de este proceso en México,
lo cual a su vez se refleja en el diseño de acciones de conservación poco
eficientes. Por todo ello, urge impulsar a nivel nacional, metodologías
multi-escalares que permitan profundizar el conocimiento sobre el estado de la
degradación de los suelos en México, a fin de realizar un sistema de
planificación y ejecución coherente de las acciones de conservación de suelos.
La investigación sobre degradación de suelos debe también enfatizar en
los costos económicos generados por este proceso en las parcelas, tales como
pérdidas de rendimiento agrícola y forestal a nivel regional, costos de
desazolve en presas, pérdida de hábitat acuático, así como los costos sociales,
asociados al empobrecimiento y la migración de la población afectada. Lo
anterior, al ser debidamente cuantificado, debe permitirnos redimensionar el presupuesto
asignado a este tema.
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