Alida Piñón| El Universal
Viernes 18 de abril de 2014
El lunes se hará un homenaje en el Palacio de
Bellas Artes
ana.pinon@eluniversal.com.mx
EXPECTATIVA. Reporteros y camarógrafos nacionales e internacionales esperan a las afueras de la casa de Gabo la salida de sus restos rumbo al velatorio. (Foto: LUCÍA FLORES / EL UNIVERSAL ) |
El 6 de marzo, el día en que cumplió 87 años, Gabo
salió de su casa a despedirse del mundo. En ese momento nadie sabía que esa
sería la última vez que se le vería sonriente y contento por saberse amado por
sus lectores. Ayer, el premio Nobel de Literatura falleció alrededor de las
14:30 horas, en su hogar y en compañía de su esposa Mercedes Barcha, de sus
hijos, de sus amigos y de algunas personas muy cercanas.
Desde hace unas semanas Gabriel García Márquez,
radicado en México desde hace más de 50 años, comenzó a sentirse mal. Tras
varias visitas médicas a su domicilio y luego de no mostrar una evolución
favorable, el escritor colombiano fue ingresado al Instituto Nacional de
Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, por un cuadro de posible
neumonía.
Oficialmente se informó que padecía una infección
pulmonar. Tras ocho días, fue dado de alta con un diagnóstico muy delicado que
dio a conocer EL UNIVERSAL: un cáncer que invadía pulmones, gánglios e
hígado. La gravedad del padecimiento y su avanzada edad fueron clave para que
la familia y los médicos decidieran que el novelista debía volver a su casa
para ser atendido sólo mediante cuidados paliativos.
Así, el 8 de abril Gabo regresó a casa con su
familia. Desde entonces y hasta el día de ayer fue estrechamente atendido por
médicos y enfermeras, quienes diariamente acudían al domicilio para dar
seguimiento a su estado de salud.
Desde el alta médica, numerosos periodistas se
mantuvieron haciendo guardia afuera de su domicilio ubicado en el sur de la
ciudad de México. Ayer, alrededor de las 13:00 horas acudió por unos momentos
un médico y salió del domicilio sin ofrecer detalles.
La confirmación del deceso
Cerca de las 15:00 horas, la periodista Fernanda
Familiar acudió a la casa del escritor y, desde el interior, escribió en su
cuenta de Twitter: “Deja de latir el corazón de Gabriel García Márquez”.
Inmediatamente después, agregó: “Mercedes y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, me
autorizan dar la información. Qué tristeza tan profunda…”.
La noticia comenzó a correr como reguero de pólvora
en las redes sociales. Los medios nacionales y extranjeros informaron sobre la
muerte del escritor.
Afuera, en la casa de la familia García Barcha, en
el Pedregal de San Ángel, se congregaron cientos de periodistas de todo el
mundo.
En el transcurso del día no hubo más información de
la familia pese a la insistencia de la prensa. Fueron pocas las personas que
llegaron al domicilio para ofrecer sus condolencias. Ninguno de ellos tuvo
acceso, pues desde el interfón se les agradecía su visita.
Ante la fuerte presencia de medios de comunicación,
seguridad pública y bancaria arribó al domicilio para tratar de controlar el
acceso a la puerta de la casa.
Cerca de las 16:30 horas ingresó una carroza
fúnebre en medio de empujones y gritos de los periodistas. A las 5:00 de la
tarde, la periodista Fernanda Familiar salió del domicilio, enseguida los autos
de la familia y finalmente la carroza, para trasladarse a la agencia funeraria
J. García López, localizada en la avenida San Jerónimo. Desde la noticia de la
muerte la familia mantuvo en completo hermetismo la información sobre los
funerales.
Fue hasta cerca de las 22:00 horas cuando la
titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina García
Cepeda, salió del domicilio para informar a los periodistas que no habría
honras fúnebres y que el luto lo llevarían a cabo en completa intimidad.
Además, solicitó a la prensa que se retiraran y que
esperaran a que el día lunes, en el Palacio de Bellas Artes, se celebrara el
legado del célebre novelista.
“Informo que los restos del escritor serán
incinerados en privado. Se hace del conocimiento del público que la funeraria
García López no llevará a cabo honras fúnebres. Asimismo, se comunica que el
próximo lunes 21, a partir de las 16:00 horas, se realizará un homenaje
luctuoso en el Palacio de Bellas Artes, donde el público podrá celebrar su
legado”, dijo la funcionaria.
Casi de manera simultánea, personal de la agencia
funeraria indicó a la prensa que no saldría ninguna carroza en los siguientes
días. No hubo más, sólo elementos de seguridad pública se mantuvieron resguardando
los accesos del recinto por varios minutos. La privacidad familiar se controló
hasta el último momento del día de ayer.
Flores amarillas para “Gabo”
Los periodistas trataron en todo momento de obtener
información. Cámaras de video y de fotografía captaron todo movimiento que se
registró en el domicilio.
Una lectora llegó caminando con un ramo de flores,
lo colocó en las puertas de la casa y, asediada, comentó a la prensa que sólo
quería manifestar que lamentaba la muerte del escritor que, a través de su
obra, cambió su vida.
A la agencia también fueron llegando algunos
lectores. Dos chicos llevaban rosas amarillas, deambulaban de un lado a otro,
tratando de saber dónde podrían colocarlas. Más flores llegaron, primero de
parte de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, después de
varias instituciones como el INBA, el Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes (Conaculta) y el Auditorio Nacional. Todas se quedaron sobre la calle, no
hubo acceso a nada ni a nadie.
La seguridad se incrementó, policías bancarios, de
Tránsito y de Seguridad Pública arribaron a la funeraria. “Qué pena que haya
más polis que lectores”, dijo otra chica que también cargaba un ramo. Por
momentos, incluso, se cerró un tramo de la avenida San Jerónimo para facilitar
que los autos de la familia pudieran ingresar y salir del recinto.
Pocos llegaron a la funeraria. Los escritores
Héctor Aguilar Camín y Xavier Velasco, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma y
la editora Débora Holtz, todos se toparon con el cordón policiaco;
contrariados, se retiraron.
Durante todo el día sólo fue visto, a bordo de su
automóvil, Gonzalo García, hijo del premio Nobel, y Genovevo Quiroz, asistente
y chofer de la familia.
Al cierre de la presente edición no se había dado a
conocer todavía dónde descansarán finalmente los restos mortales del autor de Cien
años de soledad.