Por: Pascacio Taboada Cortina
MÉXICO, ANTE EL RETO DE AUMENTAR EL POTENCIAL PRODUCTIVO
DE ALIMENTOS. LA PESCA, OPCIÓN VIABLE
‣Las áreas marítimas significan 1.5 veces el tamaño
del continente, sin considerar los cuerpos interiores de agua
‣En números ‘gruesos’, la agricultura de temporal y
de riego sólo se practica en el 12 por ciento del territorio nacional
‣La ganadería extensiva, en 40% y la actividad
forestal, en 25%
Es frecuente
que los diferentes medios de comunicación informen sobre el hecho de que una
gran parte de la población mexicana padece hambre y desnutrición. De acuerdo
con información reciente del INEGI, los niveles de pobreza de la población
mexicana ascienden a alrededor del 50 por ciento.
Esta
condición, invariablemente, conduce a suponer una subalimentación creciente de
la población adulta, de la juventud y, sobre todo de la niñez que,
aparentemente, sobrevive con una ingesta mínima, considerada insuficiente para
un desarrollo físico y mental adecuado.
Es preocupante
que más de 60 millones de mexicanos no tengan la seguridad de ingerir tres
alimentos cada día, como es recomendable, frente a un potencial de grandes
dimensiones que el país tiene en su “mar patrimonial” y en los litorales de
ambos océanos, en lagos, lagunas y cuerpos de agua donde es factible la
práctica de la acuacultura con fines alimentarios, principalmente, y de empleo.
La ubicación
geográfica de la República Mexicana en el contexto mundial, le concede el
privilegio de tener por límites al este, el Océano Atlántico (Golfo de México y
Mar Caribe) y, al oeste, el Pacífico. Tiene zonas costeras que totalizan más de
10 mil kilómetros; una extensión de mar patrimonial –esto es lo más
importante—de 3.1 millones de kilómetros cuadrados (300 millones 100 mil
hectáreas de mares).
Esta
extensión permite al país contar con un potencial productivo de alimentos
provenientes de la pesca marítima e inducida en esteros, de tales dimensiones, que
podrían ubicarse por encima de las cosechas agrícolas, de actividades
forestales y ganaderas que posee nuestra nación.
En cambio, el
territorio mexicano ocupa una extensión de casi dos millones de kilómetros
cuadrados. Esto arroja una superficie cercana a 200 millones de hectáreas.
De acuerdo
con los programas de fomento productivo a cargo de la Secretaría de Agricultura
y Desarrollo Rural, en México se cultiva un promedio anual de 20 millones de
hectáreas en dos ciclos, de las cuales 14 millones corresponden a zonas de
temporal; es decir, su cultivo depende del nivel de lluvias de los ciclos de
primavera-verano.
En zonas de
riego, donde se utiliza el agua almacenada de cerca de 140 presas y la
extracción de agua del subsuelo, se siembran al año aproximadamente 6 millones
de hectáreas. Estas cifras significan que en zonas de temporal y de riego, sólo
se cultiva entre el 10 y 12 por ciento del territorio nacional. Por lo tanto,
México no podrá ser llamado un país con aptitud y vocación agrícola.
A este
respecto, es de señalar que gran parte del territorio nacional es montañoso y
no apto para la siembra intensiva de granos u otro tipo de alimentos, como
frutales y hortalizas.
Algunos
consultores indican que actualmente se encuentran incorporadas al cultivo
alrededor de 24 millones de hectáreas –en lugar de 20 millones que señalamos—y
que, para 2050, en ambas modalidades, estos números deberán alcanzar cifras de
10 millones de hectáreas incorporadas al riego, y de 20 millones de hectáreas
cultivadas en condiciones de temporal.
En estas
condiciones es de esperar que, en el transcurso del nuevo gobierno federal, se
inicien proyectos de estudio –por lo menos-- para dimensionar las grandes
tareas de construcción de embalses, de aprovechamiento del agua no
comprometida, de tecnificación de zonas de riego y de temporal, de introducción
de nuevas tecnologías para la conservación de los suelos y muchas otras obras
más, recomendables para que México justifique el lugar número 12 entre las
economías agrícolas de todo el mundo, como lo pregonan funcionarios del sector
agrícola.
Por lo que
corresponde a la ganadería, ocupa en el país una superficie de alrededor de 80
millones de hectáreas para todas las especies pecuarias. La de mayor
importancia es la bovina, misma que se practica de manera extensiva,
precisamente por bajos índices de agostadero. Se cuenta con una población
promedio de esta especie, de 32 millones de cabezas.
Regularmente
México exporta anualmente alrededor de un millón de becerros al mercado
norteamericano. En tiempos de sequía es posible llegar a 1.5 millones de
cabezas que se destinan a territorio de Estados Unidos, para su engorda y
sacrificio.
En cuanto a
las zonas forestales, hay que tener en cuenta que esta actividad se desarrolla
en una superficie de aproximadamente 50 millones de hectáreas, correspondiente
a 29 millones de bosques de coníferas, 11 millones de selvas tropicales y unos
10 millones de hectáreas de selva baja, acahuales y manglares. Dentro de estos
recursos forestales o cerca de ellos, viven y se desarrollan unos 25 millones
de mexicanos.
El resto para
completar alrededor de 200 millones de hectáreas, está representado por zonas
áridas, desérticas, cimas y simas de las montañas, cuerpos de agua y ubicación
de ciudades, pueblos, comunidades, pequeños núcleos de población, etc.
Dejamos a los
amables lectores, elegir a que siga siendo la agricultura, la ganadería y el
sector forestal la base de la producción de alimentos, o coincidimos que la
pesca en todas sus acepciones sea la que provea en el futuro cercano y de largo
plazo, el abasto de alimentos.
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