+ La
primera herencia familiar es el apelativo.
+ Casi
a nadie se le conoce por el nombre de pila…
Ruperto Portela Alvarado.
Algo me llama la atención, en este pequeño
mundo de la versión, del apodo la invención y Alvarado no tiene comparación. Lo
primero que se hereda, del abolengo familiar, es el apodo peculiar que se llevó
de por la vida particular. A eso hago mención, en este ensayo singular, que
jamás puede fallar en la arenga popular.
¡Por Dios que sos un vago afortunao!, que no
tiene límites en el barrio, ni ritmo en el tumbao; que sos como el rehilete,
que se lo lleva el viento pa´ todos laos; siempre de un lado a otro sin ver lo
que ha pasao.
Que me lleve la muerte si quiere, porque ya he
conocido bastante; he recorrido distante, de Alvarado a la Fuente; me llevó por
los durmientes del ferrocarril, donde pasé feliz, durmiendo en cualquier
pretil.
Conocí al Negro de la Fuente, un negro bragao
indecente, que se embriagaba con fuerte aguardiente. También estaba el robusto
“Mochilongo”; Mario Ramón Ramón, un muchacho joven y fuerte, que logró el Negro
de la Fuente, dejarlo sin pantalón.
La “Mucura” era también, una negra buena moza,
que pasaba las cervezas y bailaba ¡qué cosa! Tampoco le hacía sombra, Maura “La
Mocha” exquisita, que tenía tal cosita, que daban ganas de apretar. Y así era
ese mundo, donde todos se conocen, con un apodo siempre y un nombre que se
desconoce.
Angelito Portela Chávez “El Auténtico”, fue un
hombre singular; sabía matar un puerco, como un tango cantar; unos versos de
Sor Juana recitar y un evento carnavalesco animar. Y vamos andando el tiempo,
visitando la barriada; me acuerdo de Mario “El Burro” y de naipes sus jugadas.
Enfrente el “Pollo Fino”, Albino Zamudio Rosas, hermano de “Pablito Coraje”,
que compuso bonitas cosas, como “Alvarado, tierra bendita; tierra de mi
ensoñación, donde se pesca jaibita, chuchumite y tiburón”.
Quien no ha de saber, de “Andrea “La Perra
Prieta”, mujer de temple y entereza, que guisaba la lisa fresca, con tomate y
cebollín; que le daba sabor al caldo, que invitaba al festín. Cómo no he de
acordarme, cuando estoy lejos de Alvarado, de “Canuto” el policía, con su
desbordante arroz a la tumbada; de Luisa “La Chocha” y su amor de “Pablo Piña”.
“El Etiope” con su cantar, y sus lentes muy caídos, le daba salsa a la botana,
del Puerto Piloto a “Las Varillas”, pasando por el “Gallo Rojo” de Ángel
Portela y su familia.
Ahí estaba la “Cenobia”, musa de “Pablito
Coraje”, la que le inspiró “Basura” y que llevó a la casa de “Tepito”, porque
quiso redimirla, pero ni Dios que es tan bendito, pudo sacarla del barrio, como
quería Pablito. Andando así el camino, conocí a “Yoya Galindo”, mujer de pelo y
barba, que sabía su delito, venderles trago a los pobres, y hacerles feliz un
ratito. Entonces llegó “Gomito”, y a doña Yoya inquirió, ábrame usted la
puerta, soy Gomito, ya me oyó. Pero la señora respondió. Gomito, Gomito, vete a
vomitar a otra parte, porque esta no es tu casa, ni tengo porqué soportarte.
Por dónde vamos, yo no sé; pero me acordé de
Víctor Sosa, “El Oso” que fue hombre placentero, bonachón y bien certero, con
la chela y la botana que compartía a la semana, con Angelito Portela y alguna
parentela, y ahí estaba yo y la “Candela” de Micaela. El “Loco Cano” decía, que
cantaba melodías; más bien las recitaba, con el requinto al hombro, y mucha
gente con asombro, le decía que dicha, con este que saca la ficha, la papucha y
el merengue, defendiendo la chuleta y tocando me sorprendes.
Valoro a mi compadre “El Burro”, Ricardo Padrón
Almeida, que fue un gran deportista, que dio siempre a la vista, ser bueno en
bicicleta; era un gran atleta, en cien metros y demás; se nos fue al más allá,
y con sentimiento lo veo, tomar unos chapos de jobo, con el viejo Carabeo.
María “Pompón” los preparaba, con mucho rigor y atingencia, unos chapos de
limón, de guanábana y fresa. Era exquisita condesa, en el arte del licor, que
mi compadre “El Burro”, Manuel “La Burra” y el “Quilí”, disfrutábamos con
fervor.
Feliciano Rascón “Chanín”, joven viejo de
postura, no agarraba calentura, ni con una chela caliente; pero le salía lo
valiente, frente a Carmen Arano “La Perra Prieta”, hija de doña Andrea, de
todas la más negrita. “Macacabo” sabía bien, de toda la torada, que hubo de
tener su hija, cuando estuviera bien casada. También el albañil, promovió a su
hijo, al que le dio por la cantada, el que hizo su debut, y luego no se supo
nada.
Juanita “La Naylon”, fue mujer extraordinaria;
supo heredar a su hijo, la estirpe del apodo. Fito “El Naylon” es sin dudas y
sin modos, el que lleva y carga todo. Fue un buzo excelente, que puso la
muestra primero; ahora es el pionero, de la salchicha y la hamburguesa, pues
eso no le pesa, pues es del todo placentero.
El “Cagao” sigue tocando, donde quiera que él
esté, su güiro con destreza; porque, aunque no lo crea usted, de ese gran
instrumento, él fue el maestro de todos, más allá del firmamento. Dimas Zamudio
también, como su hermano Toño, tocaban con “La Espinita”, y no se ponían sus
moños; Dimagio la mandolina, Toño Zamudio el saxofón; Mario “La Araña” las
tumbas y “La Arañita” el bandolón.
Se me olvidaba decir, que el bullanguero
Alvarado, tenía un cura importado: don Luis Rodríguez Pretelín; un afamado
prelado, que mandaba por doquier; lo mismo ponía candado que alcalde en la
localidad; daba rosario temprano y la misa por la noche, manejaba también su
coche y departía con la cofradía; eso era de siempre, cosa de todos los días.
No sé si así se dice, porque soy un chavo de
arrabal; digo muchas pendejadas y mentadas a titipuchal. No conozco malas
palabras, solo malos entendidos, porque en el mundo de las mentadas, hay ricos,
honestos y bandidos. Dejo esta prosa en la mano, de los clientes que espero, no
se sientan con lo dicho en la tonada, pues soy un “jijo de la tiznada”, que ya
no tiene remedio; les dejo este arreglo hoy, que espero no sea una ofensa… RP@...
Si desea contactar dirigirse a: rupertoportela@gmail.com
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