En el baño…y en el arado
Por Armando Rojas Arévalo
CARMEN: Nunca he trabajado en
la radio, sólo sé lo que es estar atrás de un micrófono en un estudio cuando me
han entrevistado. ¡Qué nervios! En mis mocedades en el rancho todo era radio.
Muchos años después entendí el poder de ella, cuando vi que a la sombra de un
árbol el campesino descansaba escuchando el radio que había colgado de una
rama, y cuando una noche de tormenta, manejando de Ixtepec a Oaxaca por el
famoso “nudo mixteco” la voz de un locutor de la “B” grande de México fue el
bálsamo que calmó mi angustia en aquella soledad.
Qué curioso. Mi primera novia
en aquella época de estudiante que llegaba de vacaciones al rancho, fue MARTHA
y era locutora de la XEMG. Mi actual compañera, ROS, estudió periodismo en la
UNAM, pero se hizo reportera en el radio. En la casa vemos poco la televisión,
la radio nos acompaña mientras nos preparamos para salir a la oficina.
En mi adolescencia participé en
un concurso de aficionados en la XEON y en un fallido programa sabatino
patrocinado por el jabón “Corona” con el conjunto de rock del que yo formaba
parte, y que en la primera actuación el locutor nos recomendó que ensayáramos
más. Eran días de secundaria y tardeadas en el roof garden de un hotel que no
llegaba al cuarto piso.
La radio me ha acompañado en la
vida. Cada 24 de diciembre mi padre se pegaba a la caja negra de bulbos del
Telefunken, para escuchar el sorteo de la Lotería Nacional. Nadie podía hablar
hasta después de que los “gritones” anunciaban el número agraciado; luego venía
la cena y “para el otro le daremos al “gordo”.
Supe lo que era gritar de
emoción sin necesidad de ver la acción, a través de la transmisión de las
memorables peleas de El Ratón MACÍAS con ALPHONSE HALIMI, en Los Ángeles,
California.
Los partidos de futbol y
béisbol los escuchábamos por radio. El Mago SEPTIÉN nos trasladaba al diamante
con su magistral forma de narrar los partidos de pelota caliente.
DON LAURO ORTEGA hizo el primer
sistema de radio de un gobierno estatal, al poner a funcionar cuatro poderosas
estaciones en Morelos. ¿Para qué tantas, si es tan pequeño el estado? Alguien
que tosa en Cuernavaca es escuchado en Cuautla”, le preguntó y le dijo. “En un
arado siempre colgará un radio no una televisión”, contestó el viejo sabio.
¡Cuánta razón tenía!
Hoy, con tristeza, asistimos al
primer acto de una obra que podría titularse “sepelio de la radio pública”. Una
mal entendida política de austeridad estuvo a punto de asfixiar al IMER
(Instituto Mexicano de la Radio) poniendo en evidencia que el gobierno no sabe
bien o no conoce el poder y la penetración de las ondas hertzianas. Ojala que a AMLO no se le ocurra vender las
estaciones a la iniciativa privada o dar algunas a asociaciones religiosas.
Primero, en la mañana se anunció el sepelio de IMER, y por la tarde JENARO
VILLAMIL, presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado, dijo en
un twitt que le darán “suficiencia presupuestaria”.
“La @SEP_mx garantiza la
suficiencia presupuestaria por 19.3 mdp para la contratación de colaboradores y
para la operación de todas las estaciones del @imerhoy. Se refuerza el
compromiso de apoyo a los #MediosPublicos”. Tal fue el texto del twitt de
VILLAMIL.
ALGO NO CHECA. Primero dicen
una cosa y luego otra, como La Chimoltrufia. ALEIDA CALLEJA GUTIÉRREZ había informado
horas antes de los despidos de unas 240 personas (35 por ciento de la
plantilla) y que no hay dinero ni para pagar la luz en las oficinas centrales y
sus 21 emisoras.
Lo que no tiene vuelta de hoja
es que el gobierno prefiere –malamente- la televisión,
de manera especial Televisa y TV Azteca, las cuales fueron
en el sexenio pasado las más beneficiadas de las campañas de comunicación
social. Seguramente lo seguirán siendo, no con tanto, pero sí con un buen varo.
SE DICE, HOY, que según los
lineamientos de las campañas de comunicación social de la Secretaría de
Gobernación, cada dependencia debe seleccionar los medios a los que va a pagar
por difundir su campaña por su penetración y cobertura, por ejemplo. De
cumplirse con esa regla, se tendría que concluir que esas empresas son las que
siguen a la cabeza de las preferencias en la gente.
Si se ingresa al Portal de
Obligaciones de Transparencia (POT) y se buscan los contratos que se le han
dado a Televisa, se puede encontrar uno de 187 millones de pesos del IMSS, uno
de 26 millones 724 mil 137 pesos para hablar sobre el nuevo Modelo Educativo de
la Secretaría de Educación Pública (SEP) o 25 millones que pagó la Secretaría
de Relaciones Exteriores (SRE) para difundir una campaña de atención a
mexicanos en el extranjero.
Ocurre lo mismo si se exploran
los contratos con TV Azteca: uno de 12 millones de la Secretaría del Trabajo y
Previsión Social (STPS) para difundir sus logros o de 17 millones 250 mil pesos.
LO DE AHORA es que los medios
públicos, creados precisamente para difundir la cultura y los mensajes e
información del Estado, están siendo desplazados. Ahí está, por ejemplo,
NOTIMEX. Da grima y lástima.
No tienen la menor idea de cómo
se maneja la comunicación social.
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