EL
PAÍS DE NUNCA JAMÁS A TRAVÉS DE LOS INFORMES PRESIDENCIALES
‣El sexto informe de Enrique Peña Nieto
‣El México imaginario y el real
Sin temor a fallar, en la historia
inmediata del neoliberalismo económico en México uno de los mejores momentos
que tienen los mexicanos es cuando se ofrece el Sexto Informe Presidencial,
porque el responsable de tanto daño ya se va. Sobre todo obedece a que desde
hace seis sexenios el relevo fue igual, peor o muchísimo
peor.
Todos los gobiernos, desde Miguel de la
Madrid Hurtado hasta el de Enrique Peña Nieto, han sido triunfalistas y ciegos,
desde el punto de vista presidencial, ante el país que fueron destruyendo. Hoy
toca el adiós al Presidente de la República más repudiado del período
neoliberal, salvo el siempre presente ciclo que encabezó Carlos Salinas de
Gortari. El primero, mencionado arriba, igual que el último ahora, hizo mención
en 1988 de “las significativas transformaciones que ha experimentado el país”
que, en su opinión de hace más de 30 años, es “más democrático, más abierto y
de mayor equilibrio entre los poderes Ejecutivo y Legislativo”.
Igual que EPN, MMH describió en su momento
que “México ha enfrentado en los pasados seis años los mayores retos de su historia
contemporánea. La crisis que hemos atravesado cimbró los cimientos mismos de
nuestra estructura social. Hoy podemos decir con orgullo que, gracias a la
voluntad del pueblo y a la fortaleza de nuestras instituciones políticas, hemos
superado dificultades que hubieran doblegado a otras sociedades. Podemos
felicitarnos…” Eran los tiempos de la Renovación Moral, de la apertura
comercial con la entrada de México al GATT que ha llevado a una profunda
desigualdad nacional, y el del terremoto de 1985 que exhibió a un Presidente
“gris” ante el mundo.
En 1994 tocó el turno a CSG que
con anterioridad, y como Peña Nieto, se había dedicado a transformar a la
Constitución sin importarle asestar una puñalada al espíritu que le dio vida:
el artículo 27 que fue violentado para atentar contra la propiedad social y
privatizar –regreso a los tiempos de Porfirio Díaz-- la tierra por la que
entregaron su vida miles de campesinos. Con el cambio al 130 constitucional
modernizó la relación con la Iglesia dándole personalidad jurídica, lo que fue
otra puñada al espíritu Juarista que en su tiempo hizo lo contrario. También
remató –algunos aseguran que regaló-- miles de empresas del Estado como TELMEX
y CONASUPO. Se le recuerda además por la presunción generalizada de que llegó al
poder a través del fraude electoral cometido contra Cuauhtémoc Cárdenas
Solórzano, por Solidaridad, un programa que quiso fuera partido político en
lugar del PRI; la entrada de México al TLCAN y la declaración de guerra que
había hecho el EZLN desde el primero de enero de ese año.
Terrible sexenio si se toma en cuenta que
en 1992 quitó tres ceros al peso. O sea que si se tuvo la fortuna de haber
ahorrado por años un millón de pesos, a partir de ese momento únicamente
tuvieron mil pesos. No obstante, con su clásica expresión
de “compatriotas…” argumentó las supuestas bondades que traería la Reforma
a la Revolución Mexicana que sabemos no fue así, sino todo lo contrario al
propósito de cumplir “con el bienestar del pueblo soberano”.
Claro que con Ernesto Zedillo Ponce de
León pronto se descubrieron las mentiras de su antecesor. Quién, contemporáneo,
no recuerda la crisis económica heredada: la sobrevaloración y caída del peso
frente al dólar en casi un 40 por ciento. Los conflictos provocados por el
FOBAPROA –el mayor fraude en la historia contra los mexicanos al dejarnos
endeudados de por vida-- y el IPAB; la represión a los zapatistas de Chiapas;
la huelga en la UNAM, la creciente migración a los Estados Unidos, la venta de
los Ferrocarriles Nacionales de México a empresas extranjeras con las que ya
expresidente trabajó; el crecimiento de la pobreza, el deterioro de los
servicios de salud, así como el incremento de la corrupción en contra de la
miseria en la población. Todo esto se coronó con la derrota del PRI ante el PAN
en las elecciones presidenciales de ese año.
No obstante, en su mensaje político del
año 2000, Zedillo expresó con convicción: “Asumí esta responsabilidad con el
propósito de trabajar, sumándome a la voluntad y el esfuerzo de todos los
mexicanos, a fin de hacer de México, entre todos, un mejor país para nuestros
hijos. Un mejor país que el de nuestros abuelos y nuestros padres. Un mejor
país que el que hemos tenido nosotros…”. Obviamente, eso sólo sucedió en su
imaginación.
Al iniciar el siglo XXI con Vicente Fox,
el Presidente del Cambio, empezó también la tragicomedia mexicana en su etapa
de país neoliberal y sumiso a todos los dictados de los organismos
internacionales que al paso de los años han hundido a la Nación. Acostumbrado al
recuento de lo hecho casi al final de gobierno, el mandatario máximo en turno usa
el sexto informe presidencial. En el caso del guanajuatense recordamos que
primero se quejó de que el PRD le impidiera expresar su discurso desde la
tribuna de la Cámara de Diputados. Luego lanzó su reflexión: “La sociedad ahora
es la protagonista de las grandes transformaciones de México…” Destacó su lucha
por la democracia, la libertad y el federalismo; de respeto a las
instituciones, transparencia y rendición de cuentas.
Con su estilo pintó un gobierno que
“condena y castiga la violencia contra las mujeres; que combate la
discriminación; de un México que afirma la dignidad de los indígenas, los
niños, las personas con capacidades diferentes y los adultos mayores; de un país
que garantiza a todos su derecho a la salud y a la alimentación”. Con seguridad
amante desde entonces de la marihuana, el panista que logró por primera vez
tumbar al PRI se refería así de Foxilandia, del paraíso que según él construyó.
Pero el pueblo confirma que
desgraciadamente no fue así. Hay que tener presente que Fox también amaba a la
Coca, la trasnacional a la que había servido y que, en consecuencia, gobernó
para los ricos. Se burló desde un principio de sus contrincantes: Francisco La
Vestida Ochoa y el Cuatemochas. Ganó con los votos y la complacencia de
Zedillo, elementos que se combinaron con el creciente hartazgo hacia el PRI. Y
si antes, como diputado, había provocado risas imitando a Salinas, ya en el
poder exaltó el fanatismo religioso. Insultó a mandatarios de otros países
–Cuba y España— enriqueció a todos sus cercanos posibles, pero más a sus
hijastros. Escandalizó hasta en el Vaticano con Martita Sahagún, a la que
entregó todo el poder. Vicente Fox sirvió a los presuntos corruptos de esas
fechas –Elba Esther Gordillo-- y se burló también de la ciudadanía que le había
entregado toda su confianza.
Lo peor es que, como expresidente, todavía
sigue con sus marihuanadas.
Pese a todo, otro panista volvió a ganar
en los comicios de 2006 que nunca han dejado de ser considerados fraudulentos.
La comedia siguió y se volvió drama, porque de entrada el michoacano Felipe
Calderón Hinojosa le declaró la guerra al narco e incendió el país. Emboletó al
Ejército mexicano y su sexenio estuvo marcado por la violencia. Oficialmente
más de 47 mil asesinados. Los operativos anticrimen eran filmados y, a veces
hechizos, fabricados por la Secretaría de Seguridad Pública Federal a cargo de
Genaro García Luna.
En su período los secuestros se
incrementaron 300 por ciento. Veracruz, Tamaulipas, Guerrero y Michoacán, entre
otros, cayeron en la ingobernabilidad. Subió la corrupción igual que la
pobreza. Hubo enfrentamientos y ceses de comunicadores y al Presidente se le
llegó a equiparar con Victoriano Huerta, dizque por su pronunciado alcoholismo,
entre otras cosas.
Pero ¿qué dijo en su Sexto Informe de
Gobierno? Pues, por ejemplo, que dejó un país encabezando el grupo de las
economías más grandes del mundo, un México que “ha cambiado y ha cambiado para
bien”. Con instituciones públicas más sólidas y eficaces. Su economía en
crecimiento y generando más de 700 mil empleos formales al año. Con
instituciones de seguridad y justicia, en competitividad económica, en
cobertura de salud, en educación y en infraestructura, una nación que se ha “trasformado
y hoy es mejor”.
Se hizo, aseguró, la proeza de la
universalización de la salud. Dio las gracias a todos por transformar a nuestro
país en el México ganador que debe ser. Y que el próximo gobierno –el PRI había
retornado a la Presidencia— contaría con una plataforma sólida en seguridad, en
economía y en política social, por lo que vaticinó un futuro promisorio para
todos los mexicanos.
Tan no fue cierto que Enrique Peña Nieto
inició con su programa estelar contra el hambre en el país sumido en la pobreza
generalizada y con un reducido grupo de empresarios que se queda con el 80 por
ciento de la riqueza nacional. Apoyado en un pacto suscrito entre todos los
partidos políticos impulsó sus llamadas reformas estructurales que, como
sabemos, jamás avanzaron, según prometió, en beneficio de la población. Llegaron
los escándalos que se pasearon por el mundo en cuanto a la corrupción e
impunidad nunca antes sufrida en la historia nacional. El asunto de los 43 normalistas
de Ayotzinapa, la Casa Blanca, la matanza de Tlatlaya, la fuga de Joaquín El
Chapo Guzmán, sus viajes al extranjero, el nuevo avión presidencial –adquirido
en tiempos de FCH--, su boda con Angélica Rivera, el espionaje de hackers y los Peñabots, los socavones, la
Estafa Maestra, Odebrecht y muchos casos más que lo fueron sepultando como el
peor Presidente de la República, de acuerdo con diversas encuestas. Sin
embargo, en su informe todo es color de rosa.
Lo cierto es que por todo lo enumerado, y más,
el PRI volvió a perder. La tragicomedia panista quedó sólo en tragedia durante
el último gobierno priista. El pasado 3 de septiembre, en Palacio Nacional los
familiares de Enrique Peña Nieto lloraron por los últimos días que le quedan en
el poder. Millones de mexicanos hacen lo mismo por tanto que han sufrido, en
espera de que ahora sí la verdadera transformación se dé.
DESDE
EL CENTRO
En la CNC alrededor de 60 colaboradores que
cobran en el PRI empiezan a ver la reducción de sus salarios, pronto habrá
recorte de personal. Productores
pesqueros destacan que la administración de EPN se pintará con una mancha más
si decreta Área Natural Protegida al Golfo de California y el Pacífico
Surcaliforniano, debido a la afectación que podría causarle a la pesquería de
altamar. Sobre el tema, la administración de Andrés
Manuel López Obrador ya salió a fijar una firme posición a través de Víctor
Villalobos Arámbula, próximo secretario de Agricultura y Desarrollo Rural. Sólo
falta conocer la postura de la Semarnat de Rafael Pacchiano y
del comisionado nacional de Acuacultura y Pesca, Mario Aguilar Sánchez, oscuro
funcionario de la SAGARPA (que se ha escondido para evadir hablar del tema) que
sólo sale a dar la cara para proteger los negocios de los atuneros, como han
denunciado productores pesqueros y acuícolas del sector social.
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