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La naturalización de las intromisiones.
La compleja situación que
enfrentan los partidos políticos en Chiapas tiene su origen, fundamentalmente,
en la grosera intromisión del actual ejecutivo del estado, Manuel Velasco
Coello. Los últimos tres gobernadores de la entidad se han distinguido por influir
marcadamente en los institutos políticos pero con el gobernador emanado del
verde se ha llegado a verdaderos extremos.
Pablo Salazar, por ejemplo,
enamoró a ocho partidos para que lo postularan y manipuló la vida interna de
ellos. Al PRD, PAN y PT los empoderó durante su periodo pero fue sobre el sol
azteca que mantuvo un férreo control, lo que provocó fisuras y renuncias de
destacadas personalidades perredistas.
Al término de su mandato,
Salazar traicionó al presidente Vicente Fox y al Partido Acción Nacional. El
gobernante terminó rompiendo su alianza con la presidencia de la república
panista y apoyó a Andrés Manuel López Obrador a condición de que su alianza,
encabezada por el PRD, postulara a Juan Sabines Guerrero quién le ganó al
candidato priista en una apretada elección marcada por las irregularidades.
En ese proceso los panistas se
habían distanciado de Salazar y Francisco Rojas, abanderado albiazul, declinó a
favor del priista Aguilar Bodegas quién estuvo muy cerca de ganar. Sabines hábilmente
se colocó como el gobernador perredista que legitimó a Felipe Calderón.
Ya en poder, Sabines promovió un
intervencionismo en otro sentido. Mantuvo y cultivó una buena relación con las
direcciones nacionales de los partidos políticos. A mediados de su mandato se
congració con el PRI, PAN y PRD, al lograr que de las 12 diputaciones federales
de la entidad, cada uno de los partidos ganara 4. “Decisión salomónica”,
comentaban con sorna los analistas políticos.
Al final de su periodo, Sabines
traicionó nuevamente al entonces presidente panista y a su propia dirigencia
perredista y terminó impulsando a Manuel Velasco por el PVEM y el PRI. Desfondó
a sus antiguos aliados y redujo a su mínima expresión a los partidos que lo
postularon.
A diferencia de sus dos antecesores,
Manuel Velasco promovió un intervencionismo que ha tenido como propósito simple
el debilitar a todos los partidos nacionales. Desde el inicio de su sexenio,
Velasco traicionó abiertamente su alianza con el PRI e inició la creación de
dos partidos locales, Podemos Mover a Chiapas y Chiapas Unido, que obedecen
estrictamente sus instrucciones. El gobernador verde siempre ha querido todo
para él y su partido, con la ayuda de los institutos locales que financió y
puede desaparecer en el momento que guste.
Velasco también se ocupó de que
las dirigencias del PAN y PRD en la entidad respondieran a su mandato y no a la
dirigencias nacionales correspondientes. Por eso la coalición “Chiapas al
frente”, que incluye al PAN y PRD, enfrenta problemas internos derivados de los
caballos de Troya que significan los dirigentes estatales.
Y, en el caso de la coalición
“Todos por Chiapas” encabezada por el PRI, Velasco se encargó de retirar al
PVEM estatal y a los partidos satélites, Podemos Mover a Chiapas y Chiapas
Unido, que sólo existen para obedecer a los interese del actual gobernador.
Caso aparte merece la coalición
“Juntos haremos historia”, encabezada por Morena, que convenientemente postuló
a un empleado del joven Velasco.
Así las cosas, Salazar fue el
gran enamorador de los partidos (lo postularon ocho institutos), Sabines fue el
salomónico repartidor del poder (para obtener control) y Velasco es el
manipulador todos en beneficio exclusivo de su poder y del PVEM. Al final de
sus sexenios todos los gobernantes han traicionado a sus aliados.
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