Foto: México desconocido |
∙ Uno de nuestros especialistas nos ofrece una mirada a los elementos
(simbólicos y culturales) que dan vida a esta bonita celebración que, a pesar
del tiempo, se niega a morir cada 6 de enero.
Guiados por una
brillante estrella, los Tres Reyes del Oriente, regiamente ataviados y
montados en un camello, un caballo y un elefante, emprendieron el viaje para
adorar al Niño Jesús. Provenían de diversas partes del mundo: uno era
negro, otro blanco y el tercero con facciones árabes. Cargaron obsequios para
el recién nacido: de oro por ser rey, de mirra por ser
hombre y de incienso por ser Dios, los cuales extendieron delante del
Redentor. Los Reyes simbolizan a los primeros gentiles convertidos al
cristianismo.
La celebración del
seis de enero se remonta a los primeros años de la evangelización en el Nuevo
Mundo y sigue vigente hasta nuestros días. Según la tradición mexicana, son
ellos quienes traen regalos a los niños.
La costumbre
consiste en que los pequeños previamente escriben laboriosamente una carta para
pedir a Melchor, Gaspar y Baltazar los juguetes que
quisieran recibir. La víspera de la fiesta (6 de enero) dejan junto a la ventana
sus zapatos con un poquito de paja para dar de comer a los animales que
traerían a los Santos Reyes (también conocidos de esta forma en
México). A la siguiente mañana, la paja desaparece, en cambio el calzado está
colmado por la cantidad de juguetes. Llenos de curiosidad, los muchachos se
levantan muy temprano para gozar de la sorpresa de los obsequios.
Sin embargo, tan
bella tradición se está perdiendo en el México contemporáneo. Muchas veces, los
regalos se dan en Nochebuena y no es posible que solamente los reciban los
adultos, sino que los niños participen en el intercambio. Además, los deseos de
los pequeños también han cambiado: hoy piden costosos regalos relacionados con
la tecnología, mientras que los tradicionales juguetes -la mayoría elaborados
con madera- ya no son del gusto infantil, como lo fueron de sus padres y
abuelos.
Pero los juguetes
mexicanos tradicionales se rehúsan a ser reemplazados y afortunadamente se
siguen haciendo prácticamente en todo el país. El estado de Guanajuato es
especialmente rico en variedad e inventiva. Sus artesanos están pensando
siempre en producir verdaderas obras de arte.
La juguetería se
hace de toda clase de materiales, muchos de ellos de desperdicio. Los hay de
madera, barro, cartón, papel, trapo, plomo, hojalata, piel y cuero, palma,
carrizo, ixtle, bellotas, bules, lacas y todo lo imaginable; muchas veces se
combinan varios elementos para crear el efecto deseado. En las comunidades
rurales, los padres manufacturan a veces los juguetes para sus hijos. En
pueblos alfareros, la loza se suele trabajar por mujeres; las niñas se sientan
junto a sus mamás para ver cómo ellas moldean sus piezas, comienzan por tomar
en sus manos un poco del material y forman sus primeras obras; así, jugando,
aprenden el oficio de sus mayores y al mismo tiempo se hacen sus propios
juguetes.
Sobre la Rosca de Reyes
Otra costumbre del Día
de Reyes es partir la rosca. Se suele invitar a un grupo de amistades y cada uno
debe de tomar el cuchillo para cortar su porción. En el interior del pan hay
uno o varios pequeños muñecos (representaciones plásticas del Niño Jesús) y la
persona que lo encuentra está obligada a ofrecer una fiesta, tamales o atole,
el día dos de febrero, Día de la Candelaria. En el pasado las figuras solían ser de
porcelana, pero ahora se acostumbran de material sintético. Actualmente la
partida de la rosca consiste en una reunión familiar o de amigos donde el
propósito es convivir. ¡Ojalá esta tradición perdure por años!
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