Por Tecla Cotidiana
“Te
amaré en la abundancia y el derroche” podría
titularse la boda realizada este fin de semana del presidente
municipal de Comitán Domínguez, Luis Ignacio Avendaño Bermúdez y
María Gabriela de la Huerta Carpio, por la ostentación y el despilfarró que
caracterizó cada uno de sus capítulos de 48 horas de duración, escenificados en
la tierra de Belisario Domínguez y Rosario
Castellanos.
La ciudad de
evocaciones coloniales, próxima a la región donde la declaración Presidencial
inauguró la Cruzada Nacional Contra el Hambre, donde
igual convergen los municipios más pobres y marginados
de Chiapas y el país, fue la locación principal de los episodios de
románticos excesos, interpretados y vividos a plenitud por el servidor público
y su cónyuge, cuyas única preocupación evidenciada fue la costosa y
lujosa parafernalia nupcial.
“Te
amaré en la abundancia y el derroche” superó
por mucho a la producción “Quiero amarte” de
Televisa, que recién llegó para sus filmaciones a tierras
chiapanecas y enfrentó el repudio magisterial, la
errancia, como también sus actores papeles protagónicos reales de
temor, reclamos y rechazos.
La historia de amor
de Luis Ignacio y María Gabriela, tuvo con el correr de las horas,
la concurrencia y el cobijo de la clase política, gubernamental, social y
económica, diversificada con la presencia de 3 mil invitados “del
pueblo” que llenaron una gigantesca carpa extendida en un campo de
fútbol.
Los invitados
exclusivos llegaron ataviados al más puro y rancio
estilo de hacendados de la antigua Balún Canan, con sus
oprobiosos pasajes de racismo y clasismo.
Los
hombres y mujeres de la política chiapaneca remedaron, con sus
trajes de charros, levita, chaparreras, botines y espuelas, a
quienes apenas a mediados del siglo pasado, decidían vidas y legados
al influjo de la imposición, el avasallamiento, la persecución y el homicidio.
“Claquetazos” y
flashazos que capturaron la eternidad melosa de encuentros de
quienes en la epidermis, en las actitudes y en cada acto
compartido, parecieran gritar una callada pertenencia criolla, como
también un rechazo mestizo y, ya ni se diga, indígena o nativo.
Llegaron a
caballo, en “calandria” tirada por inquietos corceles.
Lujosos automóviles y camionetas de gran lujo, con
potentes motores que rompieron por dos días la
tranquilidad y los prejuicios de la atmósfera comiteca.
La tarde y la cámara
que atrapó en la imagen de “sociales” a cuatro amigos del primer círculo del
gobierno chiapaneco.
De ellos,
tres vestidos de “charros” y hacendados. Ropajes
emblemáticos que resumen nostalgias por el pasado “señorial”,
de donde ha surgido todo género de poder político.
Un Manuel
Velasco Coello, a la derecha, sonriente, buscando
transmitir alguna serenidad con la mirada; Fernando Castellanos Cal y
Mayor, presidente de la Junta de Coordinación Política
de la LXV Legislatura local, metido en su propio vértice
donde ensaya una vez más “el rostro seductor” de muchacho desenfadado pero “
correcto”, envuelto en su traje “charro” que ya se le alza como una
personalísima prenda de propaganda electoral por venir.
Al lado del diputado,
está en pose de discreto y “hombre sobrio”, vestido de
traje pajizo, el delegado de la Secretaría de Desarrollo Social,
Eduardo Zenteno, cuyo perfil aguileño y cejas
incisivas no logran ocultar aspiraciones ni ambicionas políticas.
En otro extremo, casi
agazapado, sonrisa a medias y expresión dubitativa, se muestra el
secretario general de Gobierno, Eduardo Ramírez Aguilar, cuya tez pronunciadamente morena, flanqueado
por los tres “güeros”, parece ser motivo de inquietud, en esa Comitán de
“abolengos”, tabúes y vidas que transitan a cada rato de la
existencia cotidiana a los espejismos y banalidades de
las telenovelas.
Cada quien en su sitio,
en su nivel, en su escala ascendente o descendente, depende con
quien se departa o retrate. También de las ropas que
se cale y del color de la piel.
En
aquella multitud aromatizada de viandas
exquisitas, bebidas refinadas, música y cantantes, están sin muchos
nombres ni apellidos, los convidados, que reflejan aires de caballerangos, de
peones y sirvientes que solamente parecieran cumplir
parte del guion dedicado a “la felicidad de los patrones”
En el centro del
tumulto de “Te amaré en la abundancia y el
derroche”, una mesa refleja la personalidad auténtica y el sentido político-social
de los contrayentes.
El mueble de regalos
guarda el anhelo de Luis Ignacio y María Gabriela: Mesa Bogotá
beige, $ 30, mil 999; bifet corto Mile, 29 mil 999; mesa rectangular, 19 mil
999. Rematan, el sillón Enzor nogal 11 mil 999
pesos; sillón Shangai, 10 mil 399 y un marco
Macerata de 2 mil 999.