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domingo, 6 de octubre de 2013

LOS POLÍTICOS VERDES Y SUS ROMÁNTICOS EXCESOS

            Por Tecla Cotidiana
   “Te amaré  en  la abundancia y el derroche”  podría titularse la boda realizada este fin de semana  del presidente municipal de Comitán Domínguez,  Luis Ignacio Avendaño Bermúdez y María Gabriela de la Huerta Carpio, por la ostentación y el despilfarró que caracterizó cada uno de sus capítulos de 48 horas de duración, escenificados en la tierra  de  Belisario Domínguez  y Rosario Castellanos.
            La ciudad de evocaciones coloniales, próxima a la región donde la declaración Presidencial inauguró la Cruzada Nacional Contra el Hambre,  donde igual  convergen los   municipios más pobres y marginados de Chiapas y  el país, fue la locación principal de los episodios de románticos excesos, interpretados y vividos a plenitud por el servidor público y su cónyuge, cuyas única preocupación evidenciada fue la costosa y lujosa parafernalia nupcial.
            “Te amaré  en  la abundancia y el derroche”  superó por mucho  a la producción “Quiero amarte” de Televisa,  que recién llegó para sus filmaciones a tierras chiapanecas  y enfrentó el repudio magisterial, la errancia,  como también sus actores papeles protagónicos reales de temor, reclamos y rechazos.
            La historia de amor de  Luis Ignacio y María Gabriela, tuvo con el correr de las horas, la concurrencia y el cobijo de la clase política, gubernamental, social y económica, diversificada con la presencia de 3 mil invitados “del pueblo”  que llenaron una gigantesca carpa extendida en un campo de fútbol.
            Los invitados exclusivos  llegaron ataviados  al más puro y rancio estilo  de  hacendados de la antigua Balún Canan, con sus oprobiosos pasajes de racismo y clasismo.
            Los hombres  y mujeres de la política chiapaneca remedaron, con sus trajes de charros, levita, chaparreras, botines y espuelas,  a quienes  apenas a mediados del siglo pasado, decidían vidas y legados al influjo de la imposición, el avasallamiento, la persecución y el homicidio.
            “Claquetazos” y flashazos que capturaron la eternidad melosa de  encuentros de quienes en la epidermis, en las actitudes y en cada acto compartido,  parecieran gritar una callada pertenencia criolla, como también un rechazo mestizo y, ya ni se diga, indígena o nativo.
            Llegaron a caballo,  en “calandria” tirada por inquietos  corceles. Lujosos automóviles  y camionetas de gran lujo,  con potentes  motores  que rompieron  por dos días la tranquilidad y los prejuicios  de la atmósfera comiteca.
            La tarde y la cámara que atrapó en la imagen de “sociales” a cuatro amigos del primer círculo del gobierno chiapaneco.
            De ellos, tres  vestidos de  “charros” y hacendados. Ropajes emblemáticos que resumen nostalgias  por el  pasado “señorial”, de donde ha surgido todo género de poder  político.
            Un Manuel Velasco  Coello, a la derecha, sonriente,  buscando transmitir alguna serenidad con la mirada; Fernando Castellanos Cal y Mayor, presidente de la Junta de Coordinación  Política de  la LXV Legislatura local,  metido en su propio vértice donde ensaya una vez más “el rostro seductor” de muchacho desenfadado pero “ correcto”, envuelto en su traje “charro” que ya se le alza como una personalísima prenda  de propaganda electoral por venir.
            Al lado del diputado, está en pose de discreto  y “hombre sobrio”,  vestido de traje pajizo, el delegado de la Secretaría de Desarrollo Social, Eduardo    Zenteno,  cuyo perfil aguileño y cejas incisivas no logran ocultar aspiraciones ni ambicionas  políticas.
            En otro extremo, casi agazapado, sonrisa a medias y expresión dubitativa, se muestra el secretario general de Gobierno, Eduardo Ramírez Aguilar, cuya tez pronunciadamente morena, flanqueado por los tres “güeros”, parece ser motivo de inquietud, en esa Comitán de “abolengos”, tabúes y  vidas que transitan a cada rato de la existencia  cotidiana a los espejismos y banalidades  de las telenovelas.
            Cada quien en su sitio, en su nivel, en su escala ascendente o descendente, depende con quien  se departa  o retrate. También de las ropas que se cale  y del color de la piel.
            En aquella  multitud  aromatizada de viandas exquisitas,  bebidas refinadas, música y cantantes, están sin muchos nombres ni apellidos, los convidados, que reflejan aires de caballerangos, de peones y sirvientes que  solamente parecieran cumplir parte  del guion dedicado  a “la felicidad de los patrones”
            En el centro del tumulto de “Te amaré  en  la abundancia y el derroche”, una mesa refleja la personalidad auténtica y el sentido político-social de los contrayentes.
            El mueble de regalos guarda el anhelo de  Luis Ignacio y María Gabriela: Mesa Bogotá beige, $ 30, mil 999; bifet corto Mile, 29 mil 999; mesa rectangular, 19 mil 999. Rematan, el  sillón Enzor nogal 11 mil   999 pesos;  sillón Shangai, 10 mil 399 y  un  marco Macerata de  2 mil 999.