Héctor Estrada
La desesperación verde, tras los
mensajes triunfalistas
Finalmente
se llevó a cabo la Asamblea Estatal del partido Verde Ecologista de México
(PVEM) en Chiapas sin sorpresa alguna. Con la desesperación disfrazada de
mensajes triunfalistas y butacas rellenas de acarreados. No hubo
posicionamientos definitorios, ni mensajes de relevancia que estuvieran más
allá del discurso electorero carente de fondo real.
Y
es que, en eso se convirtió lo que se supondría debería ser un encuentro
partidista crucial rumbo al inminente proceso electoral de 2018. El encuentro
de militancia no tuvo nada de asamblea; ni se deliberó, ni determinó nada. El
evento se desarrolló como verdadero mitin electoral cargado de porras, aplausos
y acarreados hacía la figura del organizador suspirante.
La
incomodidad para competidores o corrientes divergentes como Luis Armando
Melgar, Emilio Salazar y Fernando Castellanos resultó más que evidente. Habían
sido invitados a un evento diseñado, orquestado y realizado para restregar ante
propios y extraños el poder de la dirigencia estatal y su titular a fin de que
no quedara duda del sentimiento de propiedad que aún pesa en torno a la figura
del dirigente.
Lo
único rescatable de lo dicho ahí tiene que ver con lo que tanto se ha referido
desde las entrañas verdes: la exigencia a la dirigencia nacional del partido
para no imponer al candidato al gobierno de Chiapas desde el centro del país.
Ramírez Aguilar ahora ha propuesto al Comité Ejecutivo Nacional del PVEM
someter la designación del abanderado (del verde o la posible coalición con el
PRI) a una consulta abierta en la entidad chiapaneca.
Y
la propuesta de Ramírez tiene una explicación evidente. La dirigencia estatal
del Partido Verde sabe perfectamente que no tiene la simpatía presidencial y
los dados en las cúpulas nacionales tienen los dados ya muy cargados hacía la
figura del aún dirigente estatal de Partido Revolucionario Institucional (PRI),
Roberto Albores Gleason. Las posibilidades de una orden desde Los Pinos para
que se consume una alianza PRI-PVEM en Chiapas es muy alta y el dirigente
estatal del verde no sería el beneficiado.
Por
eso la idea de que sea a través de una consulta la designación del candidato.
Porque ahí está el margen de maniobra que permitiría a la dirigencia estatal
del verde en Chiapas poder aplastar a competidores directos con poderosos
padrinazgos en centro del país como Luis Armando Melgar, pero sobre todo poner
la cancha parea para competir con los intereses que hoy impulsan la candidatura
de figuras Roberto Albores junior.
En
resumen, la dirigencia estatal del Partido Verde le apostará a lo que mejor ha
aprendido a hacer en Chiapas: ganar elecciones a base de despensas, apoyos
condicionados y acarreados al por mayor. Nada nuevo, pero poco se pierde con
intentar. Los liderazgos del PVEM dan la apariencia de ser verdes para todo,
hasta para la política misma. Aún se reúsan a aceptar que las candidaturas de
real relevancia, como la de gobierno estatal y federales, se deciden más allá
de la política de aldeas; en lo nacional pues.
La
insistencia de la dirigencia verde padece evidente demencia temporal. Se ha
olvidado que el paso libre para Manuel Velasco durante las elecciones de 2012
fue decidido desde el centro del país. De lo contrario, María Elena Orantes no
hubiese sido candidata por el Partido de la Revolución Democrática (PRD),
cuando ese partido gobernaba Chiapas, y Juan Sabines Guerrero hubiera impuesto
al candidato que realmente quería. Pero los acuerdos y designaciones llegaron
desde la Ciudad de México.
Hoy
las cosas para el Partido Verde lucen más complicadas que antes. La dirigencia
estatal no ha logrado la venia de las cúpulas nacionales y los tiempos se están
agotando muy rápido. El Verde a nivel nacional deberá acatar la instrucción del
PRI y hacerla efectiva en Chiapas, con o sin el agrado de los liderazgos
locales; por lo que lo que hoy parece un discurso de corazón verde, pronto
podría verse en la inevitable necesidad de mudar colores… así la cosas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario