Estimada
señora Carmen Aristegui:
En reiteradas
ocasiones, el exgobernador de Chiapas, Pablo Abner Salazar Mendiguchía, ha
negado en el generoso espacio que usted le ha dedicado, actos de barbarie que
en contra de los chiapanecos, cometió durante el ejercicio de gobierno que le
tocó presidir del año 2000 al 2006.
Ha dicho, sin la menor
de las contriciones, que jamás encarceló a gente inocente, específicamente, a
periodistas; el abajo firmante, periodista de profesión, con más de 25 años de
ejercer el periodismo en Chiapas, ex corresponsal de guerra en Guatemala, El
Salvador y Nicaragua, es, sin la menor de las dudas, prueba irrefutable de la
persecución sistemática que el entonces gobernante aplicó contra la prensa
crítica, bajo argumentos deleznables e invención de delitos que —ésos sí, en
tiempo récord— armaban desde la entonces Fiscalía General.
En mi caso, el señor
Salazar ha negado que su administración haya tenido qué ver con mi
encarcelamiento, injusto y doloso; a todas luces miente, como siempre lo ha
hecho. Se me encarceló porque hice públicos, diversos documentos que probaban
la comisión de delitos en el entonces Comité de Construcción de Escuelas
(COCOES).
La funcionaria que
utilizaron para demandarme por el delito de difamación, interpuso su querella
por la mañana y por la tarde, el juez de consigna, ya había obsequiado la orden
de aprehensión. Durante mi detención, se me confiscó un automóvil marca
Volkswagen Sedán, modelo 1982, pretexto que utilizaron para publicitar al
siguiente día —con dinero del Estado—, que se me había detenido por el delito
de robo de vehículo, pese a que toda la documentación, estaba en regla y que
desde luego, era una imputación falsa.
Debo mencionarle que
durante el lapso en que se me siguió el amañado proceso por difamación, Pablo
Abner Salazar, envió una iniciativa de reforma al Código Penal al Congreso del
Estado (entonces, sumiso y obediente a cada uno de sus caprichos), en la que
elevó de cuatro, a nueve años de prisión a quien incurriese en los delitos de
difamación y calumnia.
No solo yo fui víctima
de los odios y rencores del exgobernante; Roberto Domínguez Cortés, Sergio
Melgar Recinos, Miguel González Alonso, Amet Samayoa Arce, Enrique Zamora Cruz,
Alberto Ramos García, Conrado de la Cruz Jiménez, Conrado de la Cruz Morales y
otros periodistas —colegas suyos, por cierto—, fueron víctimas de la irracional
persecución pablista.
Los dos últimos, por
desgracia, murieron como consecuencia de la persecución enfermiza de quien
ahora, se declara “víctima” y “perseguido”; el primero, en el exilio y el segundo,
como resultado del maltrato que recibió durante más de cuatro años en la
prisión de alta seguridad, denominada “El Amate”.
Cada vez que el equipo
Jaguares perdía un encuentro de fútbol, Pablo Abner desquitaba su frustración
con los presos políticos; eso me consta, porque, junto con otros reos de
conciencia, fuimos privados de nuestros derechos a salir a tomar el sol o
adquirir alimentos en las tiendas al interior del penal. A otros, los enviaban
a las celdas de castigo.
Se preguntará usted con
qué calidad moral el exmandatario chiapaneco ha hecho uso indebido de su
programa para difundir mentiras y hacer una defensa a la que, si bien tiene
derecho, no le corresponde, en virtud de las atrocidades que cometió al amparo
del poder.
Debe saber el exgobernante
que el derecho se pierde, cuando en detrimento de éste, se cancelan las
garantías de terceros.
La reiteración de
mentiras, la comisión de severos errores en su defensa mediática y su intención
de aprovechar la esplendidez de periodistas como usted, para denostar a la
autoridad que, en uso de sus facultades cumple con su obligación constitucional
de hacer cumplir la ley y, desacreditar a periodistas y medios de comunicación
que hacen su labor de informar, ponen al señor Salazar Mendiguchía en una posición
incómoda para él mismo.
Y mucho más,
para quienes, como el multicitado personaje, creen que con chantajes y
sombrerazos, acusaciones infundadas y amenazas, van a librarse de la celda que
bien merecen, por sus actos al margen de la ley y las instituciones.
Ruego a usted,
el espacio que considere pertinente para la presente, en el entendido que la
pluralidad que caracteriza a su persona y programa, no tendrá objeciones en
atender una voz discordante con las pretensiones embaucadoras de un hombre que
utilizó el poder para transgredir la ley y hoy intenta revertir su destino con
mentiras e hipócritas golpes de pecho.
Reciba la
seguridad de mi más alta consideración.
Respetuosamente
Angel Mario Ksheratto Flores
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, enero del 2012.
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