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jueves, 12 de enero de 2012


Estimada señora Carmen Aristegui:

En reiteradas ocasiones, el exgobernador de Chiapas, Pablo Abner Salazar Mendiguchía, ha negado en el generoso espacio que usted le ha dedicado, actos de barbarie que en contra de los chiapanecos, cometió durante el ejercicio de gobierno que le tocó presidir del año 2000 al 2006. 
Ha dicho, sin la menor de las contriciones, que jamás encarceló a gente inocente, específicamente, a periodistas; el abajo firmante, periodista de profesión, con más de 25 años de ejercer el periodismo en Chiapas, ex corresponsal de guerra en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, es, sin la menor de las dudas, prueba irrefutable de la persecución sistemática que el entonces gobernante aplicó contra la prensa crítica, bajo argumentos deleznables e invención de delitos que —ésos sí, en tiempo récord— armaban desde la entonces Fiscalía General.
           En mi caso, el señor Salazar ha negado que su administración haya tenido qué ver con mi encarcelamiento, injusto y doloso; a todas luces miente, como siempre lo ha hecho. Se me encarceló porque hice públicos, diversos documentos que probaban la comisión de delitos en el entonces Comité de Construcción de Escuelas (COCOES).
La funcionaria que utilizaron para demandarme por el delito de difamación, interpuso su querella por la mañana y por la tarde, el juez de consigna, ya había obsequiado la orden de aprehensión. Durante mi detención, se me confiscó un automóvil marca Volkswagen Sedán, modelo 1982, pretexto que utilizaron para publicitar al siguiente día —con dinero del Estado—, que se me había detenido por el delito de robo de vehículo, pese a que toda la documentación, estaba en regla y que desde luego, era una imputación falsa.
Debo mencionarle que durante el lapso en que se me siguió el amañado proceso por difamación, Pablo Abner Salazar, envió una iniciativa de reforma al Código Penal al Congreso del Estado (entonces, sumiso y obediente a cada uno de sus caprichos), en la que elevó de cuatro, a nueve años de prisión a quien incurriese en los delitos de difamación y calumnia.
No solo yo fui víctima de los odios y rencores del exgobernante; Roberto Domínguez Cortés, Sergio Melgar Recinos, Miguel González Alonso, Amet Samayoa Arce, Enrique Zamora Cruz, Alberto Ramos García, Conrado de la Cruz Jiménez, Conrado de la Cruz Morales y otros periodistas —colegas suyos, por cierto—, fueron víctimas de la irracional persecución pablista.
Los dos últimos, por desgracia, murieron como consecuencia de la persecución enfermiza de quien ahora, se declara “víctima” y “perseguido”; el primero, en el exilio y el segundo, como resultado del maltrato que recibió durante más de cuatro años en la prisión de alta seguridad, denominada “El Amate”.
Cada vez que el equipo Jaguares perdía un encuentro de fútbol, Pablo Abner desquitaba su frustración con los presos políticos; eso me consta, porque, junto con otros reos de conciencia, fuimos privados de nuestros derechos a salir a tomar el sol o adquirir alimentos en las tiendas al interior del penal. A otros, los enviaban a las celdas de castigo.
Se preguntará usted con qué calidad moral el exmandatario chiapaneco ha hecho uso indebido de su programa para difundir mentiras y hacer una defensa a la que, si bien tiene derecho, no le corresponde, en virtud de las atrocidades que cometió al amparo del poder.
Debe saber el exgobernante que el derecho se pierde, cuando en detrimento de éste, se cancelan las garantías de terceros.
La reiteración de mentiras, la comisión de severos errores en su defensa mediática y su intención de aprovechar la esplendidez de periodistas como usted, para denostar a la autoridad que, en uso de sus facultades cumple con su obligación constitucional de hacer cumplir la ley y, desacreditar a periodistas y medios de comunicación que hacen su labor de informar, ponen al señor Salazar Mendiguchía en una posición incómoda para él mismo.
Y mucho más, para quienes, como el multicitado personaje, creen que con chantajes y sombrerazos, acusaciones infundadas y amenazas, van a librarse de la celda que bien merecen, por sus actos al margen de la ley y las instituciones.
Ruego a usted, el espacio que considere pertinente para la presente, en el entendido que la pluralidad que caracteriza a su persona y programa, no tendrá objeciones en atender una voz discordante con las pretensiones embaucadoras de un hombre que utilizó el poder para transgredir la ley y hoy intenta revertir su destino con mentiras e hipócritas golpes de pecho.
Reciba la seguridad de mi más alta consideración.


Respetuosamente

Angel Mario Ksheratto Flores



Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, enero del 2012.

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