Pascacio Taboada Cortina/Jorge Martínez Cedillo
OBLIGADO
ENCONTRAR CULPABLES ADMINISTRATIVOS, POLÍTICOS Y PRIVADOS DE ACCIDENTE DEL
METRO
La
expresión presidencial de “al carajo”, no tiene otra explicación que falta de
humanismo y solidaridad con familiares de 26 personas fallecidas y 79 heridos
AMLO
negó su presencia física en el lugar de los hechos
El
“pueblo bueno y sabio”, ha sido el receptor de fallas e ineficiencias
gubernamentales
En el caso de la Línea 12, que se investigue “como se lavan las escaleras”, es el clamor
Quizás al presidente Andrés Manuel López Obrador no le agrade opinar sobre temas que le causan repugnancia por tratarse de fallas y errores políticos y administrativos de su gobierno, de su “cuarta transformación” y de su partido; entonces, utiliza expresiones cortantes como “al carajo”, o “chole”. No señor. No es complacencia.Se
trata de una obligación moral y solidaria por la memoria de 26 personas
fallecidas y 79 que aún sufren las consecuencias de un accidente que pudo
haberse evitado, pero que van a pasar meses para que las personas heridas se recuperen,
con posibles secuelas o lisiadas de por vida. Y para las familias de quienes
fallecieron, la maldición de la negligencia gubernamental.
La
ruptura del Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Línea 12, cercana a la
estación Los Olivos, en Tláhuac, en principio se achaca a la terrible
austeridad del presupuesto federal en casi todo el gobierno. Sin embargo, existen
otras razones de gran peso, en este accidente es necesario que se aplique la
ley de responsabilidades del sector público.
Sí,
porque hay excepciones en obras simbólicas de este gobierno, como el aeropuerto
de Santa Lucía, el Tren Maya, la Refinería de “Dos Bocas” y 2,700 sucursales
del Banco de Bienestar, en donde no faltan recursos y sí se vigila que todo
marche correcto y seguro.
Frecuentemente
el presidente visita el avance constructivo de estas obras, las cuales se
realizan “por encargo especial a favor del Ejército”, para que mantenga lo que
economistas llaman “pleno empleo”. Aunque históricamente nunca hemos visto a un
soldado desempleado.
Lo
cierto, es que esa famosa Línea 12 del Metro estuvo plagada de irregularidades
y fallas desde su proceso de construcción hasta la inauguración, en 2012, casi
al término de la gestión al frente del gobierno de la Ciudad de México, nada
menos que de Marcelo Ebrard, flamante actual secretario de Relaciones
Exteriores, y como su secretario de Finanzas, Mario Delgado Carrillo, ahora
dirigente del partido Morena. Para nada pueden escudarse en que “se trata de
una obra de gobiernos anteriores”.
Algunos
de los errores cometidos por estos personajes, consistieron en tomar decisiones
aprobadas en “petit-comité”, para utilizar vagones de fabricación china, “por
ser más baratos, aunque fueran de diferente tamaño”, en lugar de los franceses,
con una tecnología ya dominada por empresas constructoras mexicanas. “Adecuarlos,
resultó todavía más caro”, según opinión de técnicos especializados
participantes en el proyecto. En otras estaciones de esa Línea 12, surgieron
otros errores, que detuvieron su operación más de un año.
Las
constructoras privadas que participaron en la Línea 12, fueron: ICA, CICSA y
ALSTOM. Ahora se sabe que, al menos dos de ellas, participan en los proyectos
novedosos y de altas inversiones: “Tren Maya” y “Refinería Dos Bocas”. ‘Más
vale malo por conocido, que bueno por averiguar’, indica el dicho.
“El
pueblo bueno y sabio” y “primero los pobres”, son frases que no se cansa de repetir
el presidente López Obrador, cuando confirma que él se debe a los pobres. Y sí,
desde cualquier lado que se le vea, en su desempeño con los pobres, ellos son y
seguirán siendo los paganos de las fallas e ineficiencias gubernamentales
durante este gobierno.
Hay
ejemplos palpables: la cancelación del Aeropuerto Internacional de Texcoco. Nada
más por indemnizaciones a empresas nacionales y extranjeras, que ya habían
invertido, no fueron 100 mil millones de pesos estimados previamente, sino que
la cancelación se cerró en 332 mil millones de pesos, como lo constató la
Contraloría General de la Federación.
Estos
cuantiosos fondos “¿de dónde creen, amigos lectores, que salieron?”. Pues de
los impuestos y de bolsillos de los pobres, porque esa altísima cantidad pudo
haberse invertido para que los campesinos mejoraran sus condiciones de cultivo
de las tierras de temporal, donde todavía utilizan la tracción animal, y
sorpréndase: Alrededor de un millón de pequeñas parcelas en laderas de varios
estados del país, aún se trabajan con ¡“tracción humana”!.
La
cancelación de las estancias infantiles de todo el país, que beneficiaban en
gran medida a las mujeres madres, trabajadoras esforzadas y pobres
económicamente, los recursos gubernamentales que les servían de apoyo fueron a
parar al “montón” que, “por orden presidencial”, se canalizaron para programas
sociales distintos y a obras prioritarias para el jefe del ejecutivo.
Otros
recursos presupuestales federales que tuvieron un destino parecido a los
dineros del párrafo anterior, fueron los correspondientes a la cancelación de
fideicomisos federales. En total, se conjuntaron más de 80 mil millones de
pesos. No se sabe si “se encuentran secuestrados, perdidos o, de plano, les
dieron mate”. Todos estos recursos se les negaron de manera muy importante a
las familias pobres.
En
lo que va de esta administración, el presupuesto federal para el desarrollo del
campo, ha mantenido un ritmo a la baja. No se sabe a ciencia cierta cómo es que
funcionarios del sector agropecuario afirman que en 2019 y en 2020, el Producto
Interno Bruto del sector agropecuario y pesquero aumentó al menos en 2.3 por
ciento, y que el país mantiene una balanza comercial superavitaria; es decir,
es más lo que exportamos que lo que importamos.
Desde
el ángulo laboral, de acuerdo con reportes de organismos reconocidos, durante 2019
y 2020, hubo un desempleo cuantificado en casi 12 millones de puestos de
trabajo, en tanto que, en particular en el 2020, el Producto Interno Bruto cayó
casi el 10 por ciento. El tremendo desempleo afectó a los pobres. A nadie más.
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