Por: ABIGAIL A CORREA CISNEROS
MÉXICO
PIERDE CERCA DE 25 MIL MDD POR DESPERDICIO DE ALIMENTOS
‣Los
alimentos que no llegan a consumirse implica desperdiciar recursos como la mano
de obra, la tierra, el agua, el suelo y las semillas, transporte, almacenaje, y
aumentar en vano las emisiones de gases de efecto invernadero.
‣Según
el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía
Alimentaria, el desperdicio de alimentos en México alcanza el 34.7 por ciento
de lo que se produce.
En tiempos de crisis es inverosímil que teniendo los medios para paliar un problema se opte por empeorar la situación. El país se enfrenta a una cruda realidad debido a que la pandemia de covid-19 golpeó desde mediados del año los mercados internacionales y, como ya sabemos, México tendrá que crear estrategias que minimicen estas consecuencias económicas.
Se calcula que cada año en nuestro país el desperdicio de alimentos es de 20 millones de toneladas, equivalente a 25 mil millones de dólares. Con esta cantidad podrían comer al menos 7.01 millones de mexicanos que padecen hambre, de los 23 millones que sufren esta situación.De acuerdo con la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el mundo se
pierden 14 por ciento de los alimentos antes de llegar a los anaqueles. Si
ampliamos el panorama nos daríamos cuenta de que no sólo se pierde la comida,
también los recursos naturales utilizados en su producción y se afecta más al
cambio climático.
El hambre golpea a 690 millones de
personas en el mundo y se prevé que para 2030 la cifra aumente a 840 millones. El
desperdicio de alimentos es mayor en los países del Sur en desarrollo: 20,7 por
ciento en Asia meridional y central, 14 por ciento en África subsahariana y
11,6 por ciento en América Latina y el Caribe, a diferencia del 5,8 por ciento
en países más desarrollados como Australia y Nueva Zelandia.
De acuerdo con la FAO, hay que entender
como desperdicio a la disminución en la cantidad o calidad de los alimentos
como resultado de las decisiones y acciones de los minoristas, proveedores de
servicios alimentarios, como los restaurantes, y los consumidores. Los alimentos que no llegan a consumirse implican
desperdiciar recursos como la mano de obra, la tierra, el agua, el suelo y las
semillas, transporte, almacenaje, y aumentar en vano las emisiones de gases de efecto
invernadero.
Las principales pérdidas afectan a
raíces, tubérculos y cultivos oleaginosos (25 por ciento), frutas y hortalizas
(22), productos cárnicos y de origen animal (12), y también cereales y
legumbres (8,6 por ciento).
Hay soluciones que se deben poner en
marcha para evitar que el hambre siga siendo de los principales problemas
actuales. La FAO propone el uso de tecnologías para la gestión poscosecha,
envasado de alimentos más apropiados, hábitos de consumo más adecuados,
políticas gubernamentales destinadas a reducir el despilfarro de alimentos, y
redistribuir los excedentes inocuos a personas necesitadas a través de bancos
de alimentos.
De acuerdo con el
Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía
Alimentaria, el desperdicio de alimentos en México alcanza el 34.7 por ciento
de lo que se produce, esto significa el 2.5 por ciento del valor de toda la
producción o del Producto Interno Bruto (PIB). El investigador Jorge Arturo
Morton Treviño, refiere que las cifras son alarmantes: de la carne de cerdo
asciende al 40 por ciento; pescado, 37 por ciento; res, 35 por ciento; pollo,
29 por ciento, y tortilla, 28 por ciento.
El impacto ambiental es de casi 37
toneladas de dióxido de carbono; un costo económico equivalente a 16 millones
de vehículos, además del desgaste de agua y suelo. Es un alto costo para todos
los sectores: social, económico y ambiental, por lo que se debe establecer una
política de Estado, donde la ciudadanía participe para no seguir golpeando la
economía y la salud.
Lo más importante es la información,
derecho que todos los ciudadanos tenemos. Se deben promover estrategias contra
el desperdicio, invertir en tecnología e infraestructura para almacenar
alimentos, dinámicas de las centrales de abasto y terminar con barreras legales;
así como promover estándares sanitarios y fitosanitarios.
Los bancos de alimentos ya atienden a
una población rural y urbana que apenas pueden adquirir algún producto de la
Canasta básica. Actualmente tienen presencia en el Estado de México, Chihuahua
y Puebla. Sin embargo, no es suficiente. El gobierno debe tener una
participación importante en evitar que se sigan desperdiciando alimentos y los
recursos que utilizamos para obtenerlos. A pesar de las leyes existentes que
involucran a los hoteles y restaurantes para que recuperen alimentos y se
destinen a los más necesitados, se siguen desperdiciando toneladas anualmente y
la economía del país se continúa afectando.
DESDE
EL CENTRO
Centros para el Control y la Prevención
de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos publicaron un estudio que muestra que los
trabajadores latinos en las plantas procesadoras de alimentos, fábricas y la
agricultura estadunidense, han sufrido un mayor impacto que cualquier otro
grupo étnico o racial por la covid-19. Aunque los latinos son solo el 37 por
ciento de la fuerza laboral en las plantas procesadoras de carne y sitios de
trabajo similares en todo el país, 73 por ciento de ellos han tenido un
diagnóstico de infección por el coronavirus, según el informe... En el Senado
de la República se aprobó por mayoría el dictamen que avala la minuta por la
que desaparecen 109 fideicomisos. Inconformes realizaron una manifestación para
repudiar ese acto y externar su decepción con las políticas del actual gobierno...
Campesinos de la Confederación Nacional de Propietarios Rurales, se dicen ya
cansados de su dirigente Eduardo Orihuela Estefan, que no hace nada en favor
del de los ejidatarios nacionales…La Cámara de Diputados aprobó, en lo general,
la Miscelánea Fiscal para 2021 que actualiza las tasas de ISR aplicables a las
plataformas digitales. Se pronunciaron a favor 291 votos, 142 en contra y una
abstención. Significa que empresas como Uber o Didi tendrán una tasa de
retención de Impuesto sobre la Renta (ISR) de 2.8 por ciento; a los servicios
de hospedaje como Airbnb, de 5 por ciento y a las plataformas que enajenan
bienes y prestan servicios como Amazon y Netflix, de 2.4 por ciento.
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