Por: Luis Tovar
A DOS AÑOS DEL TRIUNFO DE AMLO, ¿QUÉ SIGUE?
‣Fue un triunfo de cientos de luchadores sociales,
dirigentes políticos, guerrilleros históricos, indígenas, campesinos, etc.
‣Hay una sociedad mucho más participativa y más
crítica de las acciones del gobierno
Para nuestra incipiente, endeble y deteriorada democracia, las elecciones del 2018 representaban buenas expectativas para muchos, sobre todo, incertidumbre para pocos. Digamos que las expectativas desde el punto de vista más positivo, surgían en los millones de mexicanos fastidiados de la corrupción y de la decadencia de las instituciones y de un sistema político mexicano plagado de desatinos y descomposiciones que desde hace décadas sumían al país en la desigualdad.
La incertidumbre por su parte, al ganar AMLO se generaba entre las élites del poder político y económico, creadores y partícipes de esa desigualdad que aquí se menciona. El triunfo de Andrés Manuel no es propio de un solo personaje, fue un triunfo de cientos de luchadores sociales, dirigentes políticos, guerrilleros históricos, indígenas, campesinos y un largo y casi interminable etcétera. Es decir: toda una lucha histórica de vivos y de muchos muertos que entregaron su vida por una causa justa, encontraron un vocero, un personaje que sería el encargado de encabezar todas las demandas y siendo ya presidente tendría que -si no resolverlas-, cuando menos colocar las bases de lo que sería la sociedad justa e igualitaria que anhelamos.Dos años de
la llegada al poder de AMLO merecen una profunda reflexión. Por un lado, no
sería suficiente ni representaría gran cosa partir de datos estadísticos,
números o cifras oficiales, si estas no son realmente ajustadas a una metodología
o bajo la implementación de los mecanismos adecuados de medición como lo
estipulan los indicadores de desempeño. Dos años son insuficientes para que los
seguidores y los detractores del presidente (en muchos casos fanáticos de uno u
otro bando) aseguren si se va por el rumbo correcto o no. Sin embargo, es necesario
reflexionar sobre lo tangible, los resultados concretos y que se pueden medir
desde las comunidades.
¿En qué se ha
avanzado? En mucho, sostengo. Veo una sociedad mucho más participativa y más
crítica de las acciones del gobierno. Se avanza en una ruta que en el discurso
del presidente ha funcionado bien: el combate a la corrupción (en el discurso
recalca), orientado a la población para hacer conciencia de que esa práctica es
absolutamente condenable.
Se ha
avanzado en la búsqueda de erradicar del imaginario aquellas frases colosales
de antaño cómo ¿Para qué voto si siempre ganan los mismos? aunque para los
opositores que lean estas líneas, los avances que señalo pudieran representar
poco o casi nada, soy de los que piensan que una sociedad más informada y
participativa cambiará el rumbo del país. Para mí, el avance es mucho.
¿En qué no se
ha avanzado? Lamentablemente en la corrupción y en el combate a la inseguridad
por citar solo dos ejemplos. El presidente no ha entendido que la corrupción no
se acaba porque lo afirme en su discurso, además de que sería absurdo pensar
que los miles y miles de funcionarios o servidores públicos no son corruptos
porque el presidente no lo es. Ni en su círculo más cercano, absolutamente
nadie, ni siquiera el presidente podría afirmar que no son corruptos, ¿Cómo
podría alguien dentro del más sano y objetivo juicio, argumentar que se acabó
con la corrupción si es el mal más viejo y poderoso que existe en la burocracia
de este país? Pues nomás no se puede. Sigue habiendo corrupción en todos los
niveles de gobierno. La única forma de empezar a erradicarla es poniendo el
ejemplo desde adentro, con los más cercanos y de ahí, para afuera.
Una pregunta
ingenua, haría yo al presidente: ¿No hay elementos para juzgar por actos de
corrupción a Peña Nieto? En lo personal creo que sí y que deberían emprenderse
de inmediato las acciones pertinentes. Dicho sea de paso, estoy convencido que
AMLO no es corrupto, pero de que hay corrupción en su gobierno, la hay. Los
casos están documentados, sobre todo en la ejecución de los programas para el
bienestar.
La
inseguridad es otro de nuestros peores males y ahí sí ni qué decir. Vaya
herencia de tantos años, pero nadie puede negar (ni las cifras oficiales ni el
batallón de tuiteros de Felipe Calderón) que esta se recrudeció desde la torpe
guerra contra el narcotráfico. Aceptemos entonces que esta herencia de Calderón
nos tiene donde estamos, ¿Cuál es la respuesta del Estado? ¿Abrazos, no
balazos? ¿Militarización? ¿Convertir a la policía federal en guardia nacional?
La respuesta y la política pública para combatir la inseguridad está fallando,
pero entrar a un proceso de pacificación va mucho más allá de los discursos
románticos o las buenas intenciones.
La
inseguridad se puede combatir si se atacan esos dos frentes que sostienen a los
grupos criminales: los incuantificables recursos económicos y los jóvenes
carentes de oportunidades de crecimiento y desarrollo. Esto más la
participación activa de la sociedad organizada o no, representa la clave de la
pacificación.
Aunado a
estos dos puntos hay uno que me resulta más preocupante y que es el pan de cada
día: la polarización política y como hemos señalado muchos en distintos
espacios, se presenta por todos lados, incluido el presidente. Es la hora
necesaria para hacer un alto inmediato, un cese al fuego de las declaraciones y
de los llamados al odio y a la violencia política que sin duda deriva en otro
tipo de violencia.
Tantos
discursos de confrontación solo ahondan la fragmentación de los ciudadanos
cuando tenemos a la vuelta de la esquina un proceso electoral de suma
importancia que habrá de presentarse en el 2021. Por esa razón, a dos años del
triunfo de AMLO considero que lo que sigue es lograr un acuerdo nacional de
reconciliación con todos los sectores de la sociedad y que ésta debe ser
impulsada por el presidente que mantiene sus niveles de aceptación entre sus
gobernados.
Eso implica
reconocer los errores del gobierno, no negarlos sino resarcirlos, implica
también llamar a la oposición a serenarse y a preocuparse más por la
construcción de agendas en beneficio del país que por las ambiciones de
regresar al poder. Sólo veo esa alternativa y mientras eso no suceda, a los que
representamos la voz de algún colectivo u organización o quiénes por su
actividad son reconocidos como líderes de opinión nos corresponde hacer nuestra
parte.
Luis Tovar.
Cel. 55 30 58 61 83
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