UTOPÍA
Por: Armando Rojas Arévalo
ESTEFANÍA: Muchos dicen que después del coronavirus seremos
distintos, mejores. Más humanos. Más sensibles. Más solidarios. Menos
pretenciosos, porque habremos entendido, al fin, que la vida es una y que la
riqueza material es finita, o sea, temporal.
Dicen que la pandemia nos hará más humanitarios. Que la mezquindad
le cederá el paso a la generosidad. Que nos enseñaremos a respetar a los viejos
y que la vida merecerá más respeto.
Que actitudes como, por ejemplo mostró ayer un centenar de
habitantes de la ciudad de Axochiapan, Morelos, en los límites con Puebla, al
amenazar con prenderle fuego a la directora y a todo el hospital “Dr. Ángel
Ventura Neri”, de reciente inauguración, si eran aceptados enfermos con el
Covid19, serán referencias de un pasado ominoso, de brutal ignorancia e
moralmente miserable.
Dicen que el encierro por la cuarentena nos
obligará a reflexionar sobre nuestra misión en la vida. Que, por fin,
entenderemos que la Madre Tierra merece amor y respeto. Los boques, las selvas,
los ríos, los arroyos, las lagunas, las plantas y los animales tendrán el lugar
y espacio que siempre –antes que nosotros- han tenido. Que los árboles de la
selva lacandona y de muchos bosques, como el de Acaxochitlán, en la sierra de
Hidalgo y Puebla, y los de Huiztzilac, Morelos, entre otros muchos, no
sangrarán más por el brutal embate de las hachas y motosierras.
Que no habrá más corrupción. Los funcionarios
que extienden los permisos para la explotación de bosques, no extenderán más
las manos para recibir la “cooperación” de talamontes y empresarios
inmobiliarios.
Dicen que la vida humana será sagrada. Se acabará la violencia, no
volverá a correr sangre, y las calles y carreteras serán como esos caminos del
Señor donde recrearemos épocas pasadas en que todo el mundo se saludaba y
ayudaba.
Se acabará, dicen, los cobros por derecho de piso y no habrá ya
ejecuciones de comerciantes que se nieguen a pagar las extorsiones. Que
podremos comer en cualquier restorán o tomar la copa en cualquier bar, sin el
miedo a que entre un comando armado a barrernos con balas.
Al tiempo leo sobre el asesinato de la periodista veracruzana
MARÍA ELENA FERRAL, de El Diario de Xalapa, por decir la verdad, y pregunto si
los pronósticos de que seremos una mejor especie humana se extiende a sicarios
y criminales.
¿Los gobernantes serán mejores? Porque si la especie humana es
mejor, sus gobernantes tienen que ser, igualmente, más competentes, eficaces y
honestos.
En esta misma virtud, los medios y periodistas deberán ser más
responsables, menos mezquinos. Ojalá saludemos las mañanas con noticieros de
radio y televisión más objetivos y menos mala leche. Porque, eso nadie puede
negar, hay segmentos que se dedican exclusivamente a sembrar incertidumbre.
Hay programas de radio que deberían llamarse de otra manera.
Digamos, contra y recontra el presidente. Las dos o tres horas que duran se la
pasan derramando mezquindad, ignorando o tratando de ignorar que el papel de
los medios es informar y orientar.
En buena parte, el presidente tiene la culpa. Les quitó de un
tirón lo que los otros gobiernos les obsequiaba. ¿A quien le gusta que le
quiten el bocado?
Los que antes disfrutaba un gigantesco chayote en dádivas y
facturas “por servicios informativos”, hoy hacen pedazos al presidente como
mandándole a su equipo de comunicación y publicidad la advertencia “eso les
pasa por ser ojetes”.
Dicen que esa etapa pasará. Cuando medios y periodistas aprendan a
vivir de su poder de audiencia y la publicidad bien ganada.
Seremos más compresivos. Educaremos mejor a nuestros hijos,
dejando a un lado la filosofía “no quiero que sufran lo que yo sufrí”, y les
enseñaremos lo que cuesta ganar dinero y el valor que representa.
Seremos mejores padres, y nuestros hijos serán…mejores.
Cultivaremos los principios del amor, el respeto, la verdad y la solidaridad.
A nuestras hijas les limitaremos el libertinaje que les hemos
otorgado y dejaremos de publicar en las redes el anuncio “¿La has visto?”,
cuando sabemos que se fue con el novio.
Los jóvenes serán creativos y serán gentiles con los ancianos.
Los hombres serán caballerosos con las damas. Entonces, la
violencia contra el género será parte de una historia vergonzante que para
cuando acabe la pandemia, habrá quedado atrás.
Las jóvenes de hoy dejarán de pensar que el otro género es el
enemigo, y que la lucha contra la violencia de género no significa una lucha de
mujeres contra hombres y viceversa.
Seremos, pues, mejores. Dirás, ¡utopía!
Pero, pregunto, ¿utopía no es el ideal de ser mejores, de buscar
la excelencia? Es lo que los griegos perseguían con las enseñanzas de Sócrates.
Ojalá la dura, la angustiante realidad por la que atravesamos, nos
haga pensar y convencernos de que necesitamos ser mejores. Cuarenta o sesenta
días de cuarentena no creo que sean suficientes, para sacudirnos. Ojalá el
tiempo que nos ha ofrecido la pandemia sirva de algo…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario