Por:
Gonzalo Egremy
¡COMERCIO JUSTO!
+Ante el comercio convencional, en donde el
95 por ciento de ganancias van a las empresas, surge un nuevo sistema que
generaría desarrollo regional.
+El café, cultivo del Soconusco, podría
duplicar precios internacionales de las bolsas de valores y mejores ganancias
para los productores.
.-El comercio
convencional de productos agroalimentarios ha llevado a situaciones donde hasta
el 95 por ciento de las ganancias se queda en las empresas y sólo 5 por ciento a
los agricultores.
Por lo que el Comercio Justo (CJ)
significa una oportunidad para los pequeños productores de América Latina,
incluido México, donde entre el 10 y 13 por ciento termina quedando en manos de
los pequeños productores.
Entre otros factores, con el CJ se
observa una tendencia creciente y hoy representa ventas globales por 9.8
millones de euros, donde participan alrededor de mil 70 organizaciones y 1.7
millones de agricultores, manifestaron expertos durante el 1er Encuentro de
Universidades Latinoamericanas por el Comercio Justo.
En este foro internacional, realizado en
el Departamento de Agroecología de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh),
donde participaron representantes de universidades de Brasil, Argentina, Chile,
Colombia, Ecuador, República Dominicana y México, los especialistas destacaron
que este esquema no sólo incluye la rentabilidad económica sino también
rentabilidades sociales y ambientales.
Por ello, el Estado y las instituciones
deben incentivarlo, por ejemplo, a través de compras públicas de productos,
donde brinden preferencia a pequeños productores de CJ y pensar en mecanismos
para compensar los beneficios ambientales que se generan alrededor cultivos
como el café o la producción de miel.
El Comercio Justo con sello de garantía
conocido como Fairtrade “representa escapar de los precios fríos establecidos
por las bolsas de valores que poco saben del trabajo del productor”.
Por ejemplo, si el café en el mercado
mundial está alrededor de 100 dólares por quintal (100 libras), el precio
Fairtrade es de 190 dólares (donde 140 corresponden al precio mínimo, 20 al
premio social y 30 en caso de ser producto orgánico), expuso la coordinadora de
la Campaña Chapingo-Universidad Latinoamericana por el Comercio Justo, Laura
Gómez Tovar.
Como parte del encuentro se realizó
el Conversatorio: Hablemos de Comercio Justo. Inicios, desarrollo y
futuro, donde el fundador del Movimiento de comercio justo con sello de
garantía, Frans VanderHoff, manifestó que hoy en el mundo “es urgente y
necesario el comercio justo”, que se sustenta en la oferta productos de
pequeños productores organizados en el mercado bajo criterios no netamente
capitalistas, donde se tiene que solventar el costo social de la producción y
sufragar los gastos de organización productiva.
Por ello, se establece un precio mínimo,
un precio social y un sobreprecio cuando hay un certificado orgánico.
También refirió que con organización y
calidad de los productos los pequeños productores pueden hacer competencia a
las grandes compañías y mejorar su calidad de vida. “Nuestra propuesta es otra
forma de comercio que incluye solidaridad, fraternidad y ser responsable con el
medio ambiente”.
El presidente del consejo directivo de
la Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores y
Trabajadores de Comercio Justo (CLAC), Miguel Ángel Munguía, que integra a 24
países y 916 organizaciones, expresó que esta forma de comercio ha crecido a lo
largo de los años, es un proceso que empezó con organizaciones de pequeños
productores, “es una relación más justa y ética”, ya que implica combate a la
pobreza mejoría de condiciones de vida, acceso a servicios básicos como
educación, salud y vivienda.
El especialista hizo hincapié en que el
Estado tendría que acoger las propuestas de este sistema y empezar a establecer
una relación en pro de los pequeños productores organizados a través de las
compras públicas; si quiere activar la economía comunidades de la sierra de
Oaxaca, la Península de Yucatán o la sierra de Veracruz, ¿por qué no se
promueve que los productos para hospitales, comedores o tiendas de abasto
provengan de organizaciones de pequeños productores?
Hay que construir (subrayó)
oportunidades desde una articulación en la cadena de valor, que sea más justa y
equitativa y el gobierno puede tomar una decisión de trabajar con
organizaciones productivas, donde los dirigentes son nombrados de manera
democrática.
Marike de Peña, ex presidente de CLAC y
productora de banano Fairtrade en República Dominicana, remarcó que el CJ “más
allá de un mejor precio es un movimiento que trabaja con los pequeños
productores como actores de cambio, que trabaja la colectividad en el comercio
y en la vida de nuestros pueblos y que incide en los gobiernos para que
productores y ciudadanos no seamos dependientes de ningún tipo de caridad.
Los participantes destacaron que un
aspecto fundamental en este sistema es que reconoce el valor de las
organizaciones sociales (mide indicadores como transparencia administrativa,
democracia), cuida que no haya mano de obra infantil ni uso de plaguicidas muy
peligrosos y considera otras normas ambientales y sociales.
El director de la Coordinadora Mexicana
de Pequeños Productores del Comercio Justo, Luis Martínez Villanueva, que
representa a 65 organizaciones de pequeños productores de café, miel, cítricos,
aguacate y otros productos certificados bajo el esquema del CJ, consideró que
uno de los principales retos es la intromisión de las transnacionales dentro
del movimiento, porque el sistema no está preparado para controlarlas; no
estamos diciendo que no estén, sino cómo están y hay que cuidar que no lleve
este movimiento a “lavarles la cara nada más”, sino que debe haber una
transformación real de los conceptos que éstas manejan.
Un aspecto fundamental, añadió, es
cuidar que se transmitan los beneficios económicos a los pequeños productores y
que no se quede en grandes empresas, exportadores, importadores, procesadores y
supermercados, “donde se queda más del 90 por ciento del valor que paga el
consumidor final, mientras que al productor final le llega, si bien le va, el
10 por ciento y eso no es justo”.
Al respecto, Miguel Ángel Munguía llamó
a analizar “los beneficios” de la incursión de grandes empresas, porque está el
riesgo de desvirtuar el sistema al simplemente autodenominarse como de comercio
justo “con la idea de aumentar ventas y marketing y llegar a ese consumidor
socialmente sensible”.
Frans VanderHoff fue contundente al
señalar que “las grandes empresas debería sacarlas del registro de Fairtrade,
no deben de estar, pero están”; y por otro lado, hay desconfianza en las
organizaciones de que no son capaces de hacer todos los procesos: de acopio,
procesamiento, dar valor agregado y exportación; pero sí lo hemos hecho.
Los participantes en el encuentro
coincidieron en señalar que hay grandes retos, porque no es fácil lograr que el
comercio justo y ético se posicione frente al otro tipo de comercio que busca
la ganancia, que está en contra del medio ambiente; pero hay muchas
posibilidades en la medida que ese vínculo entre productores y consumidores se
vaya desarrollando, y en están en lo cierto, ¿no cree usted?//Salud.
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