Cortados
con la misma tijera Juan Sabines, Manuel Velasco y Humberto Pedrero
Por:
Roberto Domínguez Cortés
- septiembre 28, 2019
Recientemente se ha difundido en medios
nacionales y locales, con exceso publicitario, que el bandido de Juan Sabines
Guerrero, ex gobernador de Chiapas, fue ratificado como cónsul de México en la
ciudad de Orlando, Florida.
Aparentemente se trata de una noticia
falsa. En la página de la Secretaría de Relaciones Exteriores,
actualizada al 23 de septiembre pasado, el cargo para el cual se nomina a
Sabines Guerrero aparece bajo la denominación de pendiente el nombramiento de
cónsul titular.
Después del grave deterioro político,
social y económico en que Sabines dejó el estado de Chiapas sería una ofensa, y
suma injuria a la ciudadanía y al electorado chiapaneco, que al funesto
personaje se le distinguiera para representar, otra vez, al Estado Mexicano en
el exterior.
El paso de Juan Sabines por la
gubernatura de Chiapas exhibe su incapacidad para gobernar y las
veleidades con que condujo los asuntos públicos. Entre la mitomanía y la
demagogia se atribuyó logros que jamás correspondieron al mejoramiento de las
condiciones de vida de la población, sumida en el atraso y condenada a la
insalubridad, el desempleo, la ausencia de educación y a la pobreza extrema.
Como nunca, la muerte materna infantil
creció, aunque el alucinado personaje aseguraba que casi se había erradicado.
Hizo crecer artificialmente el empleo para que el gobierno del otro bandido
Manuel Velasco Coello despidiera a 10 mil trabajadores. Presumía que la
educación casi promediaba en secundaria, cuando el promedio era del quinto año
en el medio urbano y de tercero en las comunidades rurales, pero el verdadero
triunfo que lo subió al pódium del primer lugar de los fracasos fue su
habilidad para hacer que Chiapas pasara a la pobreza extrema del 2010 al 2012.
Juan Sabines logró, en tan corto periodo de tiempo, duplicar la pobreza del 39
al 78 por ciento, pero, además, con un logro indiscutible: De los 10 municipios
más pobres de México, cuatro se asentaron, definitivamente, en Chiapas.
Sus yerros, sin ningún acierto, son
evidentes. Las ciudades rurales -hoy ciudades fantasmas- resultaron un
auténtico fracaso, pero un excelente negocio. Con más de mil 500 millones de
pesos de inversión, el 20 por ciento representó 300 millones de pesos
para aceitar la lengua de Magdy Martínez Solimán, el borrachito coordinador
residente de las Naciones Unidas encargado de exaltar las virtudes de
unas ciudades que jamás fueron ciudades, tampoco rurales y menos sustentables.
El biodiésel resultó otro atraco
publicitario. Según el alucinado Juan Sabines, Chiapas producía 20 mil litros
diarios en 7 mil hectáreas sembradas de piñón. La realidad demostró que ni un
litro de biodisel se produjo durante el funesto sabinato.
Fracasado gobernante, Sabines resultó
magnífico mercader para lucrar con la pobreza de los chiapanecos. De su
antecesor, Pablo Salazar, recibió una deuda de apenas 800 millones de pesos. En
tan sólo seis años la aumentó en 50 veces al llevarla a niveles, insostenibles,
de 40 mil millones de pesos. Hoy se pagan 4 millones de pesos diarios de
intereses, o sea, mil 460 millones anuales, que cancelaron para siempre la
alimentación, la salud y la educación de los chiapanecos. Y esto es apenas un
botón de los excesos sabinistas.
Manuel Velasco Coello no pudo ser más
imprudente y corrupto que su antecesor. Su primer acto de gobierno fue proteger
a su compadre Juan Sabines. Había una razón para ello. Desde el inicio de su
administración, Manuel Velasco montó un aparato de corrupción para continuar
con el saqueo transexenal. Proceder en contra del vicioso de Juan Sabines era
mandar la señal de que al final de su también fracasado gobierno podía ser
destinatario de juicio político y sujeto a persecución penal.
En el presupuesto estatal hay una
partida llamada “previsión social” a la que le asigna un monto anual de 8 mil
millones de pesos. Nadie sabe con certeza a qué se dedicó a tan abultada
cantidad. Es algo así como a fondo perdido. Si las premoniciones resultan
ciertas, Manuel Velasco dispuso, a discreción, de casi 50 mil millones de
pesos, algunos de los cuales pudieron terminar en cuentas personales.
Manuel Velasco también es el gobernante
fracaso, pero próspero empresario con cargo al tesoro público y al ayuno y
pobreza de los marginados. El repudio a los dos nefastos personajes, ellos
mismos se han encargado de exhibirlo. Jamás volverán a pararse en Chiapas. Un
restaurante, un cine o un centro comercial serán el escenario ideal para
rechiflas y mentadas de madre.
Así como Juan Sabines acabó con el
bienestar de los chiapanecos, Manuel Velasco terminó por darle la puntilla.
Hoy, Chiapas, gracias a Velasco Coello, puede presumir de un crecimiento
negativo de menos 2 por ciento. Ello se traduce en menos inversión, bajo empleo,
escaso consumo y poca producción.
El paralelismo en la intromisión
política y económica de las progenitoras de Sabines y Velasco es
incuestionable. El ladrocinio y el saqueo están a la vista.
A la señora María de los Ángeles
Guerrero se le concesionó la contratación de artistas a precios exorbitantes y
la orden a funcionarios de ayudar a la venta de boletos. A cada uno de ellos se
les asignaba una cantidad de entradas que pagaban por adelantado se vendieran o
no, sólo que los abusos de la señora María de los Ángeles Guerrero palidecen
ante la voracidad de doña Leticia Coello Garrido en sectores tan sensibles como
educación y salud. Por la naturaleza del ejercicio presupuestal, en esos
rubros, los dineros se difuminan y son de difícil localización, pero
siempre quedan las huellas de la corrupción para que Manuel Velasco y la madre
incómoda puedan ser enjuiciados. Rutilio Escandón tiene la palabra.
Humberto Pedrero Moreno es otro de los
atracadores de los dineros públicos, señor de la usurpación, la falsificación y
las mentiras, y coautor del intento de apropiarse, ilegalmente, de un predio de
3 mil metros cuadrados propiedad de su tío, Romero Pedrero Yáñez, con el apoyo
de Marcelo Vega Robledo, el tenebroso fiscal de Mariano Herrán para fabricar
pruebas e inventar culpables.
Ya en colaboración anterior se probó,
fehacientemente, cómo Humberto Pedrero usurpó una candidatura indígena a partir
de la exhibición de documentos falsos y declaraciones falsas. Se atribuyó una
residencia fraudulenta de seis años en el ejido Monte Grande, municipio de
Bochil, Chiapas.
Esa residencia la documentó,
exactamente, en el tiempo que fungió como tesorero y secretario de Hacienda. El
don de la ubicuidad le permitió vivir, simultáneamente, en dos partes
diferentes al mismo tiempo, pero lo realmente trágico para la democracia
electoral es el tiempo en que Pedrero Moreno fue nominado candidato. La
elección federal se llevó a cabo el 1 de julio de 2018 y al falso diputado
indígena se le postuló el 30 de junio. Sin ser indígena, sin residir en el
ejido Monte Grande y con un solo día de campaña, recorrió todo el distrito
electoral y obtuvo un “contundente” triunfo. Y todavía queda pendiente comentar
su juicio de inconformidad.
En un atentado a la representación
nacional, Humberto Pedrero Moreno solicitó licencia para incorporarse como
director de Administración y Finanzas en el Seguro Social. Con sus
antecedentes de usurpaciones y falsificación son previsibles las
irregularidades en las licitaciones, las compras de medicamentos y la
adquisición de servicios.
Así, Pedrero Moreno, de protegido de
Manuel Velasco en sus atracos hacendarios pasa, ahora, a ser protegido de Zoé
Robledo Aburto. Ampliaremos…
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