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lunes, 30 de septiembre de 2019

Tres grandes agravios contra Chiapas


Cortados con la misma tijera Juan Sabines, Manuel Velasco y Humberto Pedrero
Por: Roberto Domínguez Cortés
- septiembre 28, 2019
Recientemente se ha difundido en medios nacionales y locales, con exceso publicitario, que el bandido de Juan Sabines Guerrero, ex gobernador de Chiapas, fue ratificado como cónsul de México en la ciudad de Orlando, Florida.
Aparentemente se trata de una noticia falsa.  En la página de la Secretaría de Relaciones Exteriores, actualizada al 23 de septiembre pasado, el cargo para el cual se nomina a Sabines Guerrero aparece bajo la denominación de pendiente el nombramiento de cónsul titular.
Después del grave deterioro político, social y económico en que Sabines dejó el estado de Chiapas sería una ofensa, y suma injuria a la ciudadanía y al electorado chiapaneco, que al funesto personaje se le distinguiera para representar, otra vez, al Estado Mexicano en el exterior.
El paso de Juan Sabines por la gubernatura de Chiapas  exhibe su incapacidad para gobernar y las veleidades con que condujo los asuntos públicos. Entre la mitomanía y la demagogia se atribuyó logros que jamás correspondieron al mejoramiento de las condiciones de vida de la población, sumida en el atraso y condenada a la insalubridad, el desempleo, la ausencia de educación y a la pobreza extrema.
Como nunca, la muerte materna infantil creció, aunque el alucinado personaje aseguraba que casi se había erradicado. Hizo crecer artificialmente el empleo para que el gobierno del otro bandido Manuel Velasco Coello despidiera a 10 mil trabajadores. Presumía que la educación casi promediaba en secundaria, cuando el promedio era del quinto año en el medio urbano y de tercero en las comunidades rurales, pero el verdadero triunfo que lo subió al pódium del primer lugar de los fracasos fue su habilidad para hacer que Chiapas pasara a la pobreza extrema del 2010 al 2012. Juan Sabines logró, en tan corto periodo de tiempo, duplicar la pobreza del 39 al 78 por ciento, pero, además, con un logro indiscutible: De los 10 municipios más pobres de México, cuatro se asentaron, definitivamente, en Chiapas.
Sus yerros, sin ningún acierto, son evidentes. Las ciudades rurales -hoy ciudades fantasmas- resultaron un auténtico fracaso, pero un excelente negocio. Con más de mil 500 millones de pesos de inversión,  el 20 por ciento representó 300 millones de pesos para aceitar la lengua de Magdy Martínez Solimán, el borrachito coordinador residente de las Naciones Unidas  encargado de exaltar las virtudes de unas ciudades que jamás fueron ciudades, tampoco rurales y menos sustentables.
El biodiésel resultó otro atraco publicitario. Según el alucinado Juan Sabines, Chiapas producía 20 mil litros diarios en 7 mil hectáreas sembradas de piñón. La realidad demostró que ni un litro de biodisel se produjo durante el funesto sabinato.
Fracasado gobernante, Sabines resultó magnífico mercader para lucrar con la pobreza de los chiapanecos. De su antecesor, Pablo Salazar, recibió una deuda de apenas 800 millones de pesos. En tan sólo seis años la aumentó en 50 veces al llevarla a niveles, insostenibles, de 40 mil millones de pesos. Hoy se pagan 4 millones de pesos diarios de intereses, o sea, mil 460 millones anuales, que cancelaron para siempre la alimentación, la salud y la educación de los chiapanecos. Y esto es apenas un botón de los excesos sabinistas.
Manuel Velasco Coello no pudo ser más imprudente y corrupto que su antecesor. Su primer acto de gobierno fue proteger a su compadre Juan Sabines. Había una razón para ello. Desde el inicio de su administración, Manuel Velasco montó un aparato de corrupción para continuar con el saqueo transexenal. Proceder en contra del vicioso de Juan Sabines era mandar la señal de que al final de su también fracasado gobierno podía ser destinatario de juicio político y sujeto a persecución penal.
En el presupuesto estatal hay una partida llamada “previsión social” a la que le asigna un monto anual de 8 mil millones de pesos. Nadie sabe con certeza a qué se dedicó a tan abultada cantidad. Es algo así como a fondo perdido. Si las premoniciones resultan ciertas, Manuel Velasco dispuso, a discreción, de casi 50 mil millones de pesos, algunos de los cuales pudieron terminar en cuentas personales.
Manuel Velasco también es el gobernante fracaso, pero próspero empresario con cargo al tesoro público y al ayuno y pobreza de los marginados. El repudio a los dos nefastos personajes, ellos mismos se han encargado de exhibirlo. Jamás volverán a pararse en Chiapas. Un restaurante, un cine o un centro comercial serán el escenario ideal para rechiflas y mentadas de madre.
Así como Juan Sabines acabó con el bienestar de los chiapanecos, Manuel Velasco terminó por darle la puntilla. Hoy, Chiapas, gracias a Velasco Coello, puede presumir de un crecimiento negativo de menos 2 por ciento. Ello se traduce en menos inversión, bajo empleo, escaso consumo y poca producción.
El paralelismo en la intromisión política y económica de las progenitoras de Sabines y Velasco es incuestionable. El ladrocinio y el saqueo están a la vista.
A la señora María de los Ángeles Guerrero se le concesionó la contratación de artistas a precios exorbitantes y la orden a funcionarios de ayudar a la venta de boletos. A cada uno de ellos se les asignaba una cantidad de entradas que pagaban por adelantado se vendieran o no, sólo que los abusos de la señora María de los Ángeles Guerrero palidecen ante la voracidad de doña Leticia Coello Garrido en sectores tan sensibles como educación y salud. Por la naturaleza del ejercicio presupuestal, en esos rubros, los dineros se difuminan y son de difícil localización,  pero siempre quedan las huellas de la corrupción para que Manuel Velasco y la madre incómoda puedan ser enjuiciados. Rutilio Escandón tiene la palabra.
Humberto Pedrero Moreno es otro de los atracadores de los dineros públicos, señor de la usurpación, la falsificación y las mentiras, y coautor del intento de apropiarse, ilegalmente, de un predio de 3 mil metros cuadrados propiedad de su tío, Romero Pedrero Yáñez, con el apoyo de Marcelo Vega Robledo, el tenebroso fiscal de Mariano Herrán para fabricar pruebas e inventar culpables.
Ya en colaboración anterior se probó, fehacientemente, cómo Humberto Pedrero usurpó una candidatura indígena a partir de la exhibición de documentos falsos y declaraciones falsas. Se atribuyó una residencia fraudulenta de seis años en el ejido Monte Grande, municipio de Bochil, Chiapas.
Esa residencia la documentó, exactamente, en el tiempo que fungió como tesorero y secretario de Hacienda. El don de la ubicuidad le permitió vivir, simultáneamente, en dos partes diferentes al mismo tiempo, pero lo realmente trágico para la democracia electoral es el tiempo en que Pedrero Moreno fue nominado candidato. La elección federal se llevó a cabo el 1 de julio de 2018 y al falso diputado indígena se le postuló el 30 de junio. Sin ser indígena, sin residir en el ejido Monte Grande y con un solo día de campaña, recorrió todo el distrito electoral y obtuvo un “contundente” triunfo. Y todavía queda pendiente comentar su juicio de inconformidad.
En un atentado a la representación nacional, Humberto Pedrero Moreno solicitó licencia para incorporarse como director de Administración y Finanzas en el Seguro Social.  Con sus antecedentes de usurpaciones y falsificación son previsibles las irregularidades en las licitaciones, las compras de medicamentos y la adquisición de servicios.
Así, Pedrero Moreno, de protegido de Manuel Velasco en sus atracos hacendarios pasa, ahora, a ser protegido de Zoé Robledo Aburto. Ampliaremos…

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