Enrique Alfaro
A propósito
de que ahora está en el ojo del huracán hice memoria de que conocí a Porfirio
Muñoz Ledo en una de sus múltiples visitas a Chiapas. Recuerdo que le
organizamos una plática en pleno parque de la ciudad capital, a un costado de
la catedral de San Marcos. Dictó una conferencia magistral para los pocos
asistentes y al final respondió los cuestionamientos de periodistas. Uno de
ellos le preguntó su opinión sobre Patrocinio González, recién nombrado
Secretario de Gobernación y del aún gobernador Elmar Setzer.
Porfirio
respetaba el poder de Patrocinio. “No lo quiero molestar pero es un déspota ilustrado
que maneja a distancia al gobernador. Por eso al mandatario estatal le apodan
al ‘fax’ Setzer, porque por vía telefónica lo manejan desde Bucareli”, mencionó
Porfirio, lo que provocó la risa de los presentes.
Yo pertenecía a un grupo de muy jóvenes militantes del Partido Mexicano
Socialista. Bromistas todos, gustábamos de llamar “Tío Pilo” a Porfirio
Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega y “Latrocio” a Patrocinio González
Blanco Garrido Canabal, como le agradaba ser mencionado.
Nos reíamos
de las anécdotas del entonces gobernador quién en una evento oficial en Europa
fue anunciado: “Con nosotros el mandatario de Chiapas” y todos el público
esperaba ver a un hombre con rasgos indígenas y en su lugar se presentaba un
hombre alto, delgado, rubio, de ojos claros, descendiente de alemán, que tenía
por nombre completo Elmar Harald Setzer Marseille. Solo el nombre “Elmar” lo
identificaba como mexicano porque su aspecto era nórdico, pero gobernaba una
entidad con una gran población indígena y hablaba más de una lengua
autóctona.
Pero
regresando a Porfirio, gustaba hacer giras por Chiapas e invariablemente era
acompañado por Edgar Antulio Guzmán, Javier Champo, Jorge Modesto Moscoso
Pedrero y Jack Demóstenes Muñoz, entre otros. Porfirio guardaba especial estima
por Edgar quién luego llegaría a ser diputado local por el Partido de la
Revolución Democrática.
Eran tiempos
de la construcción del PRD y también Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano visitaba la
entidad en tiempos de precampaña y ya formalmente en campaña presidencial. A
los recorridos de “Tío Témo” siempre le antecedía la “avanzada” representada
por un solo hombre alto, que se había criado como su hermano, bajo la tutela de
Doña Amalia Solórzano, viuda de Cárdenas: Era Alejandro Esquer Verdugo,
simplemente “Esquer” para nosotros.
De carácter
amable, nada complicado, Alejandro Esquer recurría a los jóvenes para contactar
con el perredismo en los municipios. Jack y Champo siempre le acompañaban y
pasaban hambre cuando había necesidad. Comían en fondas y cantinas, donde se
pudiera. En Tuxtla nos reuníamos con Esquer quién hizo una buena amistad con el
periodista y militante, José Antonio López Arévalo, “el camarada Pepe”.
Ciertamente convivíamos alegremente.
Esquer fue
presentado a Andrés Manuel López Obrador por Cuauhtémoc y al paso de poco
tiempo se hizo indispensable para el Peje. Ya no se le separó y acompañó al
tabasqueño a todas sus candidaturas presidenciales. Ya no convivíamos tanto
como antes pues las circunstancias eran distintas. Las campañas ya contaban con
financiamiento y el partido había crecido. Pero ocasionalmente nos reuníamos
con Esquer.
Hoy, el viejo
conocido Esquer es el secretario particular del Presidente de la República.
Despacha en Palacio Nacional. Ya es difícil que la “banda” acceda a él. También
es probable que se acuerde poco de las vivencias con ese grupo de chamacos
inquietos, metidos a la militancia de izquierda en tiempos en que muchos la
pagaban con la muerte, en tiempos en que cubrías de tu bolsa las tareas que te
encomendaba el partido ¡Salud por los que ahora gozan de las mieles de poder!
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