‣Puede ser un detonador de desarrollo
nacional
México
desperdicia el potencial que tiene en bioeconomía, el cual con una política de
Estado, mediante el uso del conocimiento y la innovación, puede ser un
detonador de desarrollo nacional y contribuir no sólo a tener productos del
campo con valor agregado, sino a resolver muchos de los problemas productivos,
de rentabilidad, de mercado y ambientales del país. Este modelo también puede
coadyuvar a reducir las grandes brechas existentes entre pequeños y grandes
agricultores.
Lo
anterior se expresó durante el conversatorio Bioeconomía, una perspectiva de agricultura sustentable, organizado
por el Consejo Mexicano de Agrobiotecnología (CoMABio), el Instituto
Interamericano de Cooperación para la Agricultura, la Red de Gestión de
Innovación del sector Agroalimentario (Innovagro), y el Foro Consultivo
Científico y Tecnológico (FCCyT).
En
este encuentro de investigadores, empresarios, funcionarios federales y
representantes de gobiernos estatales y legisladores, el subsecretario de
Agricultura de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Miguel
García Winder, destacó que en esta dependencia la bioeconomía es un tema
prioritario y quisiéramos que México tome liderazgo en América Latina, ya que
“llevamos unos años de atraso y tenemos potencial, institutos, la gente, el
deseo y la necesidad...”
México
--recalcó-- es uno de los países más megadiversos del planeta y necesita
involucrarse en el tema de la bioeconomía, que va más allá de la agricultura,
por lo que requiere de la participación de otros actores y de la investigación
e inversión; también hay que construir un marco conceptual de políticas
públicas. “Tenemos la posibilidad de encontrar nuevos productos y enfoques, y
para eso necesitamos detonar la innovación, la investigación, la transferencia
de tecnología”, subrayó.
El subsecretario de Agricultura de la Sader subrayó que la
dependencia impulsará procesos de bioeconomía y economía sostenible, donde se
busca dar valor agregado a los productos del campo y poner atención al tema del
suelo y agua.
En
su participación, el coordinador del Programa de Bioeconomía y Desarrollo
Productivo del IICA, Hugo Chavarría, expuso que la bioeconomía es una nueva
frontera de ciencia y conocimiento que permite aprovechar, de manera totalmente
diferente, tanto los recursos como los principios biológicos para producir más
que productos primarios mediante el aprovechamiento de biomasa, residuos de
cultivos, de ganadería, del sector forestal; no solo se trata de producción de
alimentos sino de energía, materiales para construcción, química verde e
incluso está la alternativa de ofrecer servicios ecoturísticos.
De
esta manera, los bioproductos --biofertilizantes, biocombustibles,
bioplásticos, biofármacos, productos cosmecéuticos o nutracéuticos, entre
otros-- permiten incursionar en mercados que tienen prospecciones más altas que
solo los productos primarios, además de reducir las brechas productivas que hay
entre la agricultura familiar y la comercial, que en América Latina en algunos
casos es de hasta ocho veces. Por ejemplo, en arroz el país que produce menos
es 0.9 contra 8.6 toneladas por hectárea (ton/ha) del más productivo; caña 20
contra 130 ton/ha; en maíz de 1 contra 11 ton/ha; y trigo 0.6 contra 6 ton/ha.
En
su intervención resaltó que hay productos agrícolas donde el desperdicio es del
50%, pero las nuevas ciencias y tecnologías permiten que biomasas residuales o
desechos tengan usos en industria química o farmacéutica, donde tienen alto
valor, y generan más ingreso para el agricultor.
Los
participantes en el conversatorio coincidieron en el gran potencial que tiene
la bioeconomía para México y en que se requiere de trabajo intersectorial,
contar con marcos regulatorios para darle viabilidad; tener estímulos
financieros o crediticios; impulsar de
manera prioritaria la investigación y desarrollo de tecnologías; y fomentar la
demanda de mercado, donde a través de compras gubernamentales se podrían
incluir criterios de sostenibilidad ambiental, lo que estimularía la producción
de bioproductos.
El
presidente de la CoMABio, Marcel Morales Ibarra, remarcó que el modelo de
producción agrícola que tenemos es un modelo obsoleto, muy caro, ineficiente y
contaminante, pero la bioeconomía nos muestra que existen alternativas probadas
y localizadas, entre ellas el uso de bioinsumos, que además de los impactos
benéficos sobre los cultivos tienen efectos holísticos en el suelo, agua y
medio ambiente.
Destacó
que existe una necesidad urgente de transformar el modelo actual de producción
agrícola y tenemos que aspirar a llegar a la “Revolución Verde del siglo XXI”,
pero necesitamos la conjunción de todos los actores y más que una política
pública estamos frente a una responsabilidad de Estado para cambiar el modelo
actual, que es obsoleto y costoso para el medio ambiente y la salud del
planeta.
En
el foro se hizo hincapié en que la bioeconomía es una oportunidad porque en
América Latina se encuentran ocho de los países más megadiversos del mundo
--entre ellos México--, concentra la cuarta parte del agua del planeta y una
tercera parte de las tierras disponibles para agricultura, y se pueden utilizar
las capacidades científicas y tecnológicas que se han desarrollado en los
países de la región.
Cabe
mencionar que un día previo al conversatorio, gran parte de los asistentes realizaron
una “Gira Tecnológica” por el estado de Morelos, donde se visitó el Instituto
de Biotecnología de la UNAM; el Centro de Desarrollo Tecnológico
"Tezoyuca" del FIRA y la Biofábrica Siglo XXI, ubicada en el Parque
Científico y Tecnológico de Morelos.
Durante
su visita a Biofábrica Siglo XXI, las titulares de la Secretaría de Desarrollo
Agropecuario (Sedagro) de Morelos, Margarita Galeana Torres, y de la Secretaría
de Economía de la entidad, Ana Cecilia Rodríguez González, expresaron su
disposición de trabajar en el desarrollo de un campo más rentable, sustentable
y productivo, así como en el fomento de industrias que impulsen la innovación
tecnológica en la entidad. Esto en el marco del Programa Morelense de
Agricultura Sustentable y Rentable, que promueve el uso de bioinsumos a partir
de microorganismos benéficos (bacterias y hongos), que contribuyen a elevar
rendimientos, reducir el impacto de insumos químicos al medio ambiente, mejorar
suelos y hacer un uso más eficiente del agua.
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