Por:
Gonzalo Egremy
¡PRECIOS DE GARANTÍA!
+En México, el 65 por
ciento de los productores de maíz y frijol, no concurren a los mercados; su
propósito es el autoconsumo.
+La
normatividad comercial, un factor en contra del ingreso de los pequeños
productores de granos.
.-El
agro en nuestro estado, en su mayor parte, lastimosamente continúa
sobreviviendo de dos cultivos, el maíz y el frijol, que son para el
autoconsumo.
Para
nadie es secreto que el campo chiapaneco se debate en la pobreza como a
principios del siglo de 1900, con sus cacicazgos y las tiendas de rayas.
El
periodista, Pascacio Taboada Cortina, en su ensayo “Facetas de México”, escribe
sobre una de las más dolorosas realidades en nuestro país.
“La
implantación en México de precios de garantía en 1953 para 12 granos básicos,
no arrojó resultados satisfactorios, sobre todo para los pequeños productores
de maíz y frijol.
El
propósito de mejorar el ingreso y la productividad de este segmento de labriegos,
se topó con muchos obstáculos”, indica.
Agrega
que “Después de una vigencia de 36 años de estira y afloja, el gobierno
federal, en 1989, decidió dejar a las fuerzas del mercado los precios de 10
granos y sólo conservar esa garantía para maíz y frijol, aunque por poco
tiempo.
El
saldo de esta estrategia surtió efectos positivos para algunos. Para muchos,
sólo fue causa de pobreza.
No
hubo aumento de rendimientos ni una comercialización adecuada, debido a que,
difícilmente, los pequeños productores podían cumplir con las normas de
calidad.
Por
otra parte, el intermediarismo y el “coyotaje”, dieron al traste con una buena
expectativa.
Por
cada norma incumplida, un descuento en el precio. Es decir, la presencia de
malezas, granos dañados, humedad, peso específico insuficiente del grano, entre
otras normas exigidas por los técnicos de Conasupo, de Almacenes Nacionales de
Depósito y de Bodegas Rurales (Boruconsa), reducían el precio base.
Era
frecuente que el productor, con el camión lleno estacionado en la entrada de
las bodegas, después de una fila interminable, o aceptaba los descuentos, en
algunos casos hasta a mitad del precio de garantía establecido, o negociaba con
el acaparador o ‘coyote’ que esperaba “a la presa” a unos metros de las
bodegas.
Así
las cosas, ya no digamos que con esos precios recuperaban costos de producción,
transporte y maniobras; “cosechaban puras pérdidas”. Apenas si podían pagar el
crédito y el seguro.
En
otros casos, se resignaban a caer en cartera vencida con el Banco, sin posibilidades
de préstamo para el siguiente ciclo.
En
nuestro país predomina el cultivo de maíz en condiciones de temporal, con
rendimientos promedio, a nivel nacional, de 2.5 toneladas por hectárea, en
tanto que, en riego, los resultados son mejores.
Hay
que adelantar que el 80 por ciento del cultivo de maíz y frijol, se practica en
condiciones de temporal.
El
promedio en temporal no se ha podido subir desde hace muchos años, a pesar de
que se encuentra en México el mayor Centro Internacional de Mejoramiento de
Maíz y Trigo (CIMMYT) del mundo, en cuyo Banco de Germoplasma se resguardan más
de 300 mil colecciones de todas las razas mexicanas y de otros países, con las
cuales se realizan cruzas convencionales para el mejoramiento genético del
grano.
Se
estima que en nuestro país sólo se utilizan semillas certificadas en menos del
30 por ciento de la superficie de siembra.
En
promedio se cultivan 8 millones de hectáreas anuales en dos ciclos; el más
importante es el de primavera-verano, con 7 millones de hectáreas, a las que
hay que descontar un millón que sufren siniestros por sequía, retraso de
lluvias, heladas, granizadas y, en la época de huracanes, por inundaciones. Y
un millón de hectáreas cuentan con riego.
Es
de señalar que, en Sinaloa, Sonora y Tamaulipas, Jalisco y Guanajuato, los
productores son capaces de producir promedios de 8 a 10 toneladas por unidad de
superficie, fundamentalmente en riego o con buena humedad, aunque esto no es la
generalidad.
Es
obvio, que la calidad de granos en riego es mejor que en temporal, lo cual
seguramente se refleja en el precio, en la productividad y en el ingreso de los
productores.
Para
que México pudiera alcanzar la autosuficiencia en maíz, del cual ya se importan
alrededor de 16 millones de toneladas al año que, en su totalidad se destinan a
la alimentación animal para producir carne de res, cerdo y pollo, así como
huevo y leche, sería necesario alcanzar cosechas por más de 40 millones de
toneladas al año.
En
la actualidad andamos en unos 25 millones de toneladas en dos ciclos.
Es
muy loable que el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, a través
de su secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos, decida
apoyar con precios de garantía a pequeños productores de maíz y frijol que detenten
hasta cinco hectáreas y una producción equivalente de 20 toneladas para maíz;
es decir, un rendimiento unitario de 4 toneladas.
La
perspectiva del nuevo gobierno, seguramente ha considerado que en México un
promedio de 65 por ciento de los productores de maíz y frijol, su propósito
fundamental es el autoconsumo. No tiene excedentes para concurrir en el mercado
de granos.
Desde
hace décadas, la preocupación de los negociadores de precios de garantía
consistía en cómo atender a los productores que no eran beneficiarios de
programas de apoyo gubernamental.
Al
respecto, se sometía a consideración de la comisión negociadora atender a los
productores de autoconsumo “con un dulcecito”, a través del ejercicio de
recursos fiscales para programas regionales de empleo temporal.
Es
necesario reconocer que los productores de bajos rendimientos e igualmente de
ingresos, no se cruzan de brazos por la falta de obras de irrigación, sino que
buscan ingresos en otros sectores, sean en la industria de la construcción, en
la industria metal – mecánica, en el comercio informal o en la prestación de
otros servicios. Su principal ingreso ya no es por sus actividades agrícolas.
Esto se da en los estados de la región central del país.
Se
fijaron precios de garantía durante 37 años. En 1989, el presidente entonces,
Carlos Salinas de Gortari, dispuso terminar con esa modalidad y dejarla sólo
para maíz y frijol.
Para
los diez cultivos restantes, la fijación de los precios de comercialización en
México, sería con referencia a los precios de los mercados internacionales.
Esto no fue por mucho tiempo.
Al
entrar en vigor el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), cambió totalmente la
estrategia de apoyos institucionales a la producción de alimentos en nuestro
país. Este proceso dio inicio en el ciclo otoño-invierno 1993-94.
El
gobierno federal se comprometió otorgar un subsidio indiscriminado a los productores
de granos básicos, incluidos maíz y frijol, por el equivalente de 100 dólares
por hectárea.
Para
maíz, frijol y leche, se dio un plazo de 15 años (1994 a 2008) para liberar
aranceles de importación, en tanto se avanzaba en la aplicación de medidas y
tecnologías novedosas para incrementar productividad.
En
la actualidad, los pequeños productores rurales siguen sumidos en la pobreza.
Algunos estudiosos han hecho cálculos de que “al campo realmente llegan
alrededor de 30 centavos de cada peso que destina el gobierno para impulso del
campo”.
Los
gobiernos de los estados permanecen callados en ésta, que debería ser una de
sus mayores preocupaciones”, concluye Taboada Cortina, y con mucha razón, ¿no
cree usted?//Salud.
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