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lunes, 3 de septiembre de 2018

EN LA MIRA


Por: Héctor Estrada
En tremenda complicación innecesaria ha metido Manuel Velasco Coello a la bancada de Morena en el Senado de la República y al propio Andrés Manuel López Obrador, quienes han visto emerger desde Chiapas y diversos rincones del país un repudio desbordante ante la intenciones del ahora ex gobernador chiapaneco para burlar el marco constitucional y regresar al gobierno estatal a fin de concluir el sexenio.
Las razones por las que Velasco Coello pretende hacer todo lo imposible para regresar como gobernador interino (por solamente tres meses) y entregar la estafeta a Rutilio Escandón Cadenas parecen francamente incomprensibles. Todo apunta a haberse convertido en absoluto capricho de voluntad autoritaria para demostrar su poder enloquecido sobre el sentir ciudadano.
No se ve otra lógica razonable para someterse y someter a sus aliados a un escarnio público de semejante magnitud. Ya había sido suficiente desparpajo con el espacio plurinominal en el Senado, pero los límites de Velasco siguen sin aparecer. Esta vez el ex gobernador chiapaneco ha puesto la factura de sus costosos caprichos sobre la mesa de la nueva bancada de Morena en el Congreso de la Unión y la figura del propio López Obrador.
Ha dejado en las manos de Morena, por su mayoría determinante en el Senado, la decisión de aprobar o no su licencia para regresar a ocupar nuevamente el gobierno de Chiapas como el propio interino de su gobierno, con todo y la violación flagrante al Artículo 116 constitucional. Pero ¿qué tan grande sería el costo social y político para el nuevo gobierno de Morena que apenas comienza?
Es indiscutible que el caso Velasco ha colocado los reflectores sobre Andrés Manuel por sus ya públicas vinculaciones con el controversial ex gobernador chiapaneco. Los rumores sobre presuntos acuerdos y complicidades se han posicionado en el punto más álgido del debate. Finalmente, la determinación que se tome en el Senado será crucial para dar credibilidad o debilitar tales acusaciones.
Si los Senadores de Morena votan a favor de la licencia de Manuel Velasco habrán avalado el capricho más cínico de uno de los gobernantes más repudiados en la historia de Chiapas. Habrán dado argumentos sólidos a los detractores de Andrés Manuel para demostrar que el combate a la aludida “mafia del poder” era simple discurso de campaña, pero sobre todo provocará la primera gran decepción en un pueblo chiapaneco lastimado y urgido de justicia.
Morena habrá cometido la primera gran traición al pueblo de Chiapas y a la renovada esperanza en México. ¿Estará Andrés Manuel López Obrador dispuesto a pagar tan alto costo por un personaje que abonó a su derrota en 2012, que participó activamente en el grupo cercano de Enrique Peña Nieto durante la mayoría del actual sexenio y sólo se acercó a él cuando el barco priista estaba hundiéndose?
¿Será suficiente la gratitud a Fernando Coello Pedrero y su familia para que López Obrador sacrifique tanto, aún sin haber llegado a la presidencia de la república? Finalmente, ¿Cuál sería el mensaje que Morena y Andrés Manuel darían a Chiapas y México si negaran la licencia a Velasco? ¿Quién ganaría y quien perdería más con cada una de las decisiones? Las respuestas parecen evidentes y están sobre la mesa de las definiciones políticas. Finalmente, ya no es un secreto que Obrador hubiera ganado Chiapas con o sin el apoyo convenenciero de Velasco.
Con la toma de protesta e inicio de sesiones en el Congreso de la Unión Morena y Andrés Manuel López Obrador han comenzado la primera etapa de su llegada al gobierno, y con ello también las responsabilidades, las primeras pruebas de fuego para demostrar ese insistente cambio que han prometido por años. Negar la licencia Velasco emitiría un mensaje positivo a Chiapas y México; de lo contrario la desilusión habrá iniciado demasiado pronto en el sureste mexicano, donde, por cierto, también comenzó a gestarse la esperanza en él… así las cosas.

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