DÍA
NACIONAL DEL MAÍZ
EL
RESCATE DEL CAMPO MEXICANO TARDARÁ CASI 20 AÑOS
‣Víctor
Suárez Carrera: primero la autosuficiencia alimentaria
‣Denuncia
el despojo de territorios indígenas
El próximo 29 de septiembre se conmemora
el Día Nacional del Maíz, lo que motiva hablar de El Rescate del Campo Mexicano, libro de Víctor Suárez Carrera en el
que se analiza el drama por el que atraviesan millones de productores
minifundistas olvidados durante todo el período neoliberal.
Egresado de la Universidad Autónoma de
Chapingo, el ingeniero agrónomo y exlegislador federal considera que con el
nuevo gobierno llega el tiempo de justicia para el sector rural del país. No
obstante, dice, es tan grande el daño causado por los distintos gobiernos del
PRI y el PAN que la recomposición tardará casi 20 años y antes deberá pasar por
el logro de la autosuficiencia alimentaria.
Víctor Suárez es citado desde ahora como
futuro subsecretario de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural que
estará a cargo del doctor Víctor Manuel Villalobos Arámbula. Antes formó parte
del gabinete alterno de Andrés Manuel López Obrador y a él se debe la
existencia de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo (ANEC).
En una entrevista con el portal Pie de Página, dice que el 80 por ciento de la
población campesina vive en la pobreza y que el 40 por ciento lo hace en
pobreza extrema. Denuncia el despojo de territorios indígenas durante la guerra
desatada por el neoliberalismo económico. Y no duda en señalar que el campo
mexicano está destruido aunque, sostiene, con AMLO se sentarán las bases para
su reconstrucción y no serán suficientes los seis años que nos esperan de un
gobierno distinto a los anteriores.
Hace más de 40 años que Víctor Suárez ha
estado vinculado con el sector rural. Para la revista Proceso lo entrevistamos
en varias ocasiones y está seguro de que con el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN) los grandes beneficiados han sido solo el 5 por
ciento de las unidades de producción y alrededor de 20 monopolios
agroalimentarios. Temerario, no deja de acusar que “el vacío que dejó el Estado
mexicano en los últimos 30 años lo han ocupado otros y hoy en el campo gobierna
el crimen organizado”.
Para el investigador y académico todo lo
malo empeoró desde 1982, Porque al lado de factores externos, a nivel nacional
el sistema político mexicano experimentó una involución autoritaria con la
transición fallida a la democracia en la Presidencia de Vicente Fox (2000-2006)
y con los sucesivos fraudes electorales contra Andrés Manuel López Obrador en
2006 y 2012. Desde entonces, el modelo neoliberal ha propiciado una
concentración del ingreso en pocas manos comparable a los niveles existentes de
hace un siglo, hecho que además constituye un límite sistémico al crecimiento
económico y a la generación de empleos, que excluye del mundo del trabajo a
millones de personas y genera una enorme población sobrante en condición de
migración en busca de oportunidades de vida y seguridad.
Aunado a lo anterior, el gobierno mexicano
entró, explica, en una fase de disfuncionalidad incapaz de resolver los grandes
problemas nacionales, atender las necesidades de la gente y responder por el
interés nacional. Todas las administraciones --El gobierno federal y los
gobiernos estatales-- viven una crisis de corrupción, credibilidad y
legitimidad sin precedentes, lo que se traduce en la sociedad con inseguridad y
violación generalizada de derechos humanos.
Por si fuera poco, en Estados Unidos fue electo
un presidente xenófobo, discriminador y agresivo contra los migrantes mexicanos
y los intereses nacionales. Es en este contexto –la mayor crisis nacional de la
centuria reciente– el libro aborda los
grandes problemas del campo mexicano, y plantea decididamente la necesidad de
un cambio radical para su rescate y revalorización, en la perspectiva de una
salida nacionalista, social, democrática y claramente antineoliberal.
En sus casi 500 páginas y 15 capítulos el
autor detalla las causas por las que el campo de México se encuentra en una
situación económica, social y ambiental insostenible. Por eso es que “no
aguanta más” ante el creciente descontento de campesinos, pueblos indios,
jornaleros, jóvenes y mujeres a lo largo y ancho del espacio rural de nuestro
país. Y es que una verdadera guerra –económica, política, social e ideológica– se
desató contra la agricultura campesina hace más de 36 años, provocando la mayor
crisis social y alimentaria desde tiempos de la Revolución mexicana de 1910 y
afectando a millones de campesinos y pobladores rurales así como a la gran
mayoría de los mexicanos.
También ha contribuido al agravamiento de
la crisis ecológica que amenaza la calidad de la vida en las ciudades, y la
viabilidad de la economía del país, principalmente en el sector industrial y de
servicios. En el campo, explica Víctor Suárez, no se respetan los derechos de 30 millones de
mexicanos que, para el neoliberalismo que agoniza sobran, no sirven, son
prescindibles y han sido excluidos del desarrollo. El mejor campesino e indio
es el emigrado, el deportado a las ciudades y a Estados Unidos. La mayoría de
la población rural no tiene derechos ni ciudadanía plena; son mexicanos de
segunda; se les discrimina y desvaloriza, y se les estigmatiza desde la oligarquía,
el gobierno federal, los gobiernos estatales y los medios de comunicación. La
guerra contra el México rural emprendida por los gobiernos del PRI y el PAN,
las corporaciones trasnacionales y los intereses hegemónicos de Estados Unidos,
se ha desarrollado sistemáticamente a lo largo de los años contra uno de los
sectores fundamentales en la construcción de nuestra Nación e identidad en sus
diferentes momentos históricos decisivos: Independencia, Reforma,
¿Cómo se explica la guerra contra la
agricultura campesina y los pueblos indios que fueron, son y seguirán siendo
fundamentales para la alimentación, identidad, cultura, existencia y viabilidad
de nuestra patria? ¿Por qué la guerra contra los herederos de una de las
culturas originarias más importantes en el mundo, la mesoamericana? ¿Cuál
podría ser la vía para frenar y revertir la guerra neoliberal contra el campo
mexicano? ¿Cómo el campo y los campesinos podrían contribuir a transformar el país
y a favorecer un nuevo modelo económico, social y ambiental en el marco de un
nuevo proyecto de nación? ¿Cómo poder salvar al campo para salvar a México? A
estas y otras interrogantes se da respuesta por el fundador de la ANEC, quien
nos recuerda que en nuestra región se originaron el maíz y otras 49 especies de
cultivos agrícolas.
Nada escapa al análisis que resulta
terrible con la descripción de cada puñalada asestada al sector en la historia
reciente. Sin embargo, los cinco millones de campesinos y campesinas
–ejidatarios, comuneros y pequeños propietarios– a los que se ha pretendido
excluir son poseedores de 90% del territorio nacional. Dicho grupo está
conformado por 3.8 millones de ejidatarios, 600 mil comuneros y 1.6 millones de
propietarios privados. La mayoría de los cinco millones de unidades de
producción rural son minifundistas: 3.3 millones únicamente poseen cinco
hectáreas o menos. Se trata fundamentalmente de un sistema de
producción/reproducción agroalimentario y de gestión del territorio rural en
pequeña escala y con base en la organización familiar del trabajo.
Van casi cuatro décadas que a todos ellos
se ha querido desaparecer para apropiarse de sus recursos naturales que
incluyen el petróleo, la minería, las selvas, las costas y lagos, entre otros. Se
trata del 90 por ciento del territorio rural nacional que es mucho más que
tierras para la producción agropecuaria, forestal y pesquera. Son activos que,
a decir de los neoliberales, se encuentran en manos muertas y que deben pasar a
“manos vivas, productivas, competitivas, eficientes, globalizadas”. No obstante, la resistencia siempre ha estado
presente por parte de los que son un chingo y cada vez son más.
Son los condenados de la tierra que se
rebelan al axioma cumplido hasta la exageración de los gobiernos que han
acatado las disposiciones de organismos internacionales como el Banco Mundial y
el Fondo Monetario Internacional incansables de aconsejar que México debe dejar
de producir granos básicos, oleaginosas, lácteos y productos cárnicos para
mejor importarlos más baratos de Estados Unidos y Canadá, y reorientar el
conjunto de sus agriculturas a la producción de hortalizas, flores y frutas
tropicales.
Es obvio que o debe ser totalmente así. Por eso la
importancia de no dejar de rendir culto al grano que este también Día de San
Miguel nos coloca en la verdad de que Sin maíz no hay País, movimiento
campesino surgido a instancias de Víctor Suárez en el marco de su lucha contra
las semillas transgénicas que, como Caballo de Troya de las compañías
trasnacionales –MONSANTO— han pretendido invadirnos con la complicidad de los
gobiernos que por fortuna ya se van. Lo que implica tener presente salvar el campo
mexicano.
DESDE
EL CENTRO
El tema maicero obliga a comentar la
arrogancia con que se llega a presentar Juan Pablo Rojas Pérez, de la
Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México, que casi
exige su cuota cuando todavía ni se toca el asunto del presupuesto para el agro
2019. Demanda y golpetea cuando ignora, o se hace, que todo va a cambiar para
bien de los campesinos y no de sus dirigentes… Acostumbrados
al gatopardismo, los productores de carne del país públicamente saludan la
llegada presidencial de Andrés Manuel López Obrador y su equipo de trabajo al
tiempo que en privado piden que en el sector productivo primario no se
registren cambios en los beneficios que han recibido durante las gestiones del
PRI y del PAN. Y es que en la reingeniería que operará el doctor Víctor
Villalobos Arámbula en la aún Sagarpa, destaca la transformación a fondo que
requiere el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria
(Senasica), organismo que tiene a su cargo la responsabilidad sanitaria de los
alimentos que entran y salen del país… México, potencia agroalimentaria,
es el principal importador de maíz amarillo en el mundo, el segundo de leche; frijol,
arroz, trigo, junto con muchos más básicos para la alimentación nacional, son
también adquiridos del extranjero. Conservemos y no hay que dejar de ser
campeones en frutas, hortalizas, ganado, tequila, cerveza, pero no olvidemos lo
fundamental…
La presidencia de la Asociación Nacional
de Egresados de Chapingo, ANECh, continuará a cargo de Alberto Llerena
Villalpando, en virtud de que la jueza de Primera Instancia Civil y de
Extinción de Dominio del Distrito Judicial de Texcoco, Edomex, maestra María
Rosalba Briseño Alvarado, dio este dictamen después de que comprobó violaciones
a estatutos y usurpación de funciones por parte del comité directivo encabezado
por Ismael Flores Torres…Urge Comisión de la Verdad para el caso Atyozinapa…En
la CNC poco a poco queda solo el cascarón, hasta el dirigente Ismael Hernández
Deras la discrimina con su ausencia…Productores del campo entusiasmados con
AMLO por los anunciados precios de garantía para los principales granos básicos
que desaparecieron con el TLCAN… Algunos líderes campesinos empiezan a lamentar
que se les acaba el negocio; amenazan
con no dejar la delincuencia organizada con talleres de capacitación del PRI,
PAN y PRD, entre otros…David Monreal Ávila, virtual coordinador de Ganadería de la SAGARPA
anunció la aplicación de 30 mil millones de pesos para lograr la soberanía
alimentaria…Nuestra solidaridad con los afectados por las lluvias. Se calcula la
pérdida en cerca de 100 mil hectáreas de Sinaloa…Y la siempre matamoscas con
papel periódico, Rosario Robles Berlanga, no puede ante la avalancha en su
contra en la Cámara de Senadores por la
internacional y famosa Estafa Maestra.
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