Por:
Manuel Zepeda Ramos.
Cada día me convenzo más de que
a Chiapas le puede ir muy bien porque habrá de tener -ya lo tiene-, un amigo
Presidente. Lo dice el Tren Maya que habrá de concluir su primera etapa en
Palenque. Lo dicen los comentarios de Alfonso Romo sobre las tierras y las
aguas de Chiapas y Palenque que las compara con un país por su calidad y
capacidad. Lo dicen los cientos de miles de hectáreas que habrán de ser
sembradas en el Sureste con árboles frutales y maderables. Lo dicen los
proyectos agroproductivos e industriales para el Sureste y para Centro America
que habrán de arrancar en el sexenio que viene. Lo dicen las visitas de Andrés
Manuel López Obrador a nuestra tierra.
Pero esta enorme generosidad que
ya se aprecia, deberá de tener sostenidos y bemoles: la rehabilitación de las
más de 100 plantas de tratamiento de aguas residuales que están sin concluir,
lo que provoca que los ríos de Chiapas y Tabasco estén contaminados por
faltantes de poca monta en donde los ayuntamientos no se han hecho responsables
lo que ha provocado en las últimas horas el deceso de manatíes en las aguas de
Tabasco por metales altamente contaminantes; el replanteamiento de los
escurrimientos en el mayor número posible de cerros y laderas del Chiapas por
parte de los expertos lugareños que saben conducirlos con obras mínimas de
infraestructura lo que habrá de provocar que la flora y fauna endémica retorne
para siempre y las aguas de los ríos con ellas; campañas permanentes e
intensas de recolección de la basura en
todas las ciudades de Chiapas con la participación estelar de los niños y
padres de familia instituyendo el Premio Aliento a Chiapas a la recolección de
la basura a los tres municipios que se hayan distinguido en la tarea, en una
ceremonia multitudinaria en algún estadio de Chiapas.
Pero también el alimento
del espíritu habrá de jugar un papel
fundamental en esta refundación de nuestro estado. Eso lo provee,
indiscutiblemente, la Cultura.
Afortunadamente, en nuestro
territorio hay un acervo de edificios teatrales, bien hechos y de gran calidad
como ya lo quisiera buena parte del país, que se construyeron con gran visión
de futuro.
Hemos propuesto que en el teatro
de Comitán quede la Compañía de la Danza que pueda contar con jóvenes de la
región que incluyan a futuros bailarines tojolabales. Hemos propuesto que en el
Teatro de la Ciudad en Tuxtla Gutiérrez, se instale la Compañía de Teatro que
tantas glorias regionales y nacionales diera a la capital chiapaneca en el
siglo pasado con sus más de 100 puestas en escena.
Pero todavía falta una
propuesta: la Música. Deberá estar en lo que ya es considerada como la puerta
de entrada y de salida de México hacia Centro America: deberá estar en
Tapachula, ya destinada a ser en un futuro muy cercano, una de las diez
ciudades más importantes de México. Esta propuesta deberá estar conducida en
dos vertientes:
1.- la Orquesta Filarmónica de
la Frontera Sur. Esta orquesta deberá estar integrada por 100 músicos oriundos
de Centro Y Sur America, Las Antillas y la República Mexicana. Hay en estos
momentos una enorme calidad de ejecución en los países de los continentes
arriba citados de jóvenes músicos que integrarían, sin temor a equivocarme, la
mejor Orquesta Filarmónica de México. Serían dirigidos por dos jóvenes
directores mexicanos, un hombre y una mujer, de la mejor calidad que pueda
existir en nuestro país, más una serie de directores huéspedes, de cualquier
parte del Mundo, que enriquecerían el acervo musical de la Filarmónica con
música del Planeta. Sería también una orquesta de repertorio: quiere decir que
nuestra Filarmónica habrá de tener lista, para ejecutarse en cualquier momento,
alrededor de 50 obras sinfónicas fundamentales de México y el Mundo, incluyendo
los arreglos sinfónicos de todas las piezas del folklor chiapaneco, así como
las piezas principales de nuestros músicos populares. Tendrían un mínimo de 100
conciertos - uno cada tercer día-, en el año. Tocarían en su cede, por
supuesto, pero también en diversas partes del estado -teatros, iglesias,
lugares al aire libre, playas y playones de las riveras de los ríos y en alta
mar, cuando logremos coproducir con cadenas fundamentales de la televisión
internacional, conciertos para la humanidad. Habremos de estar todos los años
en las diez ciudades más importantes de México para que nuestros compatriotas
sepan de la enorme calidad de nuestra orquesta. Trataremos de hacer cada año
una gira internacional y produciremos un mínimo de cuatro discos para difundir
nuestra música de manera intensa.
La Orquesta Filarmónica de la
Frontera Sur habrá de hacer al menos una temporada, para Chiapas
principalmente, de ópera y/o zarzuela para ir introduciendo a nuestro público
en el conocimiento de estos géneros musicales que hoy nos son ajenos
totalmente. También haremos, cuando menos, un musical cada año.
Se deberá de invitar a los
empresarios chiapanecos de la producción y el comercio de todos los rubros para
que se incorporen a la tarea de la búsqueda de fondos de esta Joya de la Corona
que habrá de dar enorme prestigio al estado de Chiapas.
Solo pensando así, Chiapas le
podrá decir al Mundo que sí existe y que está listo para emprender las mejores
hazañas de la música desde nuestra tierra.
La Orquesta Sinfónica de Xalapa,
la más antigua de México, fundada en 1929 y que tuve el privilegio de ser su
responsable administrativo durante muchos años, fue el pivote para generar un
movimiento cultural tal, capaz de poseer hoy, en funcionamiento, a 800 artistas
profesionales con responsabilidad académica que integran cincuenta grupos
artísticos que le dan a Veracruz y a México un prestigio inconmensurable.
Cuando Salinas Pliego hiciera Esperanza Azteca un 22 de noviembre día de Santa
Cecilia, -la Patrona de los músicos-, casi un mes después, el 18 de diciembre
de ese año, le presentamos en el Museo del Transporte de Xalapa a seiscientos
niños sinfónicos y un coro de 300 niños cantores llegados de 20 escuelas
infantiles de música existente en Veracruz, tocando un programa de ocho grandes
sinfonías -algunas fragmentos, otros el oppening-, del repertorio musical de la
humanidad. Se pudo hacer gracias a esa memoria centenaria iniciada por la
Orquesta Sinfónica de Xalapa.
Eso también podría suceder en
Chiapas, en un futuro no tan cercano, si comenzamos ahora.
2.- Escuela Africana de Música y
Danza. Se instalaría en Tapachula con músicos, cantantes y bailarines africanos
para desarrollar una escuela que empiece a formar cuadros para Chiapas, Oaxaca,
Guerrero y Centro America, una región del continente que tiene la presencia de
la negritud muy arraigada por lo que los frutos serían rápidos para el futuro
de la danza y la música de la negritud en nuestro territorio y en Centro
América. Trabajaríamos con el festival Ollin Kan, con vínculo de años con
músicos y bailarines africanos fundamentales, fundado por el tapachulteco José
Luis Cruz, destacado actor y director de escena, quien también se haría cargo
de la Compañía de Teatro en Tuxtla Gutiérrez.
¿Verdad que es la Joya de la
Corona?
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