#LaCrónica
El día empezó acalorado, estaba previsto que ese era
el día, cuando el presidente arribó con su ejército de policías y federales,
mujeres, hombres y jóvenes se abalanzaron a la lucha como lobos enfurecidos,
con un impulso de resorte que solo los hacia exclamar “Fuera Peña”.
La población de Chiapa de Corzo, ubicada a unos 15
minutos de la Capital Chiapaneca, Tuxtla Gutiérrez, fue testigo de un
levantamiento en contra de los eventos impulsados por el gobernante mayor.
Enrique Peña Nieto, presidente de la República y militante del Partido
Revolucionario Institucional (PRI) había llegado a Chiapas y para su desgracia,
a Chiapa de Corzo, un pueblo lleno de gente orgulloso y dispuesta a todo por
hacer notar su descontento con gobernantes “arribistas y sin escrúpulos”.
Cientos de habitantes mostraron desde las primeras
horas su rechazo a la entrada desmedida y desordenada de elementos policiales
armados hasta la coronilla y hasta con equipo antimotines.
Mujeres y hombres cargados de palabras duras,
jóvenes con armas de palo y piedra, gritando consignas que solo calentaban más
el árido pueblo de Chiapa de Corzo, explotaron cuando a lo lejos escucharon el
arribo del presidente de la nación y el comienzo de su evento a un kilómetro de
distancia.
“Fuera espurio” “Fuera Peña” “Fuera puerco”
“Arribista Peña” “Rata peña” fueron algunas de las consignas que podían
escuchar los policías que estaban postrados con sus escudos, toletes y pistolas
lanzadoras de bombas de humo.
Los más valientes se atrevieron a avanzar, querían
llegar hasta la Unidad Deportiva y gritarle su coraje al presidente, pero eran
muchos los elementos que protegían los tres anillos de seguridad que se habían
desplegado para protección del mandamás de México. No lo lograron.
Los insultos y los golpeteos encendieron los ánimos
y el descontrol se vino, esas mujeres y hombres aguerridos se enfrentaron
contra el poder, poco a poco otros se les unieron, llevaron palos, piedras,
llevaron agua y pañuelos, y se dieron con todo contra los protectores de la
seguridad de la población. A lo lejos las risas y el regocijo de los que sí
fueron invitados al evento del presidente contrastaban con la batalla que se
libraba en el centro del pueblo.
Los policías y su equipo antimotines rompieron las
filas de los aguerridos chiapacorceños, como pompas de jabón, como un diente de
león al golpe de un fuerte viento. Todos cayeron, tropezaron, se escabulleron,
pero regresaron. Regresaron más enojados, más motivados y más en números, y
comenzaron la segunda arremetida.
Peña se fue, y el descontento quedó. El pueblo se
alzó como desde siempre y en la historia, Chiapa de Corzo sigue siendo un
pueblo difícil de doblegar.
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