▪Su perdón no es suficiente, Presidente Peña
No es con falsas disculpas
como se solucionan los problemas de corrupción de este país. No es señalando la
paja en el ojo ajeno como empezaremos a transformar nuestra sociedad. Ni
tampoco es con discursos plañideros como la sociedad recuperará la confianza en
el gobierno, en las instituciones y, sobre todo, en la democracia. No, la única
solución real, tangible y viable es terminar de tajo con la impunidad.
No se equivoque Presidente, es
con transparencia, con la apertura de las cuentas, con la sanción y la cárcel a
quienes cometan actos de corrupción, a quienes trafiquen influencias, a quienes
compran licitaciones a precio de buenos vinos, viajes a casinos en Las Vegas,
autos o casas de súper lujo, con lo que se recuperará la confianza ciudadana.
Es mostrando que el servicio público es eso: servicio no servirse de lo
público.
Hay autores que justifican el
discurso presidencial aludiendo a un símil con democracias consolidadas. Si
bien es cierto que en países con sistemas democráticos fuertes el perdón por un
error o una mala gestión es un asunto normal, también lo es que en casos de
corrupción la renuncia es el primer paso obligado -tanto por presión social
como por presión política- y la investigación y consecuente sanción son el
segundo.
Así pasó en Islandia cuando en
abril pasado las filtraciones de los Panamá Papers dieron a conocer que el
entonces Primer Ministro Sigmundur David Gunnlaugsson, y su esposa estuvieron
vinculados a una empresa en la Islas Vírgenes Británicas llamada Wintris en la
que depositaron alrededor de 4 millones de dólares en bonos en los tres
principales bancos islandeses que se hundieron en la crisis económica del 2008.
Cabe señalar que el Primer Ministro vendió su parte de la empresa a su esposa
en 2009 justo antes de convertirse en Parlamentario.
Al día siguiente de haberse
dado a conocer el hecho, los islandeses, un país con una población de 330,000
personas, salieron a manifestarse y a exigir la renuncia de su Primer Ministro.
La crisis política fue tal que el Señor Gunnlaugsson perdió el apoyo
parlamentario de su propio partido, lo que, en un sistema Parlamentario como el
islandés, no le dejaba más opciones que: esperar la moción de censura
parlamentaria (y con ello su remoción del cargo) o su renuncia. El ahora ex
Primer Ministro optó por renunciar.
El caso islandés es
emblemático no sólo por el proceso político sino por la cantidad de recursos
que fueron enviados (no en una operación ilegal, pero si ilegítima) al extranjero:
4 millones de dólares.
Valdría la pena recordar que,
en México, los Panamá Papers filtraron que el empresario dueño de Grupo Higa,
Juan Armando Hinojosa Cantú, dieron a conocer que ocultó 100 millones de
dólares en paraísos fiscales. Dinero que fue retirado de México justo cuando en
nuestro país se generó toda la polémica sobre la Casa Blanca.
Y el caso de Hinojosa Cantú es
sólo uno. En Islandia renuncian por 4 millones, al parecer en México pretenden
que sólo nos quedemos con un remedo de disculpa, pero de renuncia,
investigación, responsabilidad política o sanción nada. Su perdón no es
suficiente Presidente Peña.
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