| Carlos Loret de Mola
OJALÁ DESAPAREZCA EL VERDE
La estrategia del Verde incluye la decisión sistemática de violar la ley
calculando que les será más redituable pagar multas con tal de conquistar más
posiciones que les darán más dinero
Nació para ser rémora: primero del perredista Cárdenas, luego del
panista Fox y ahora del priísta Peña. Eso le ha permitido sobrevivir como
partido, recibir millones del presupuesto y contar con el suficiente poder para
traficar influencias con toda impunidad.
El Partido Verde Ecologista de México —en su nombre lleva tres mentiras—
ha sido controlado desde su fundación en 1986 por la misma familia y opera como
una empresa privada de parientes y amigos.
Hoy sus más relevantes figuras son quizá la peor cara de una generación
joven de políticos que no le piden nada a la vieja guardia del PRI en lo que se
refiere a tropelías, abusos y simulaciones, con el agravante de que nunca han
esbozado algo parecido a una línea política o ideológica.
Eso sí. Hay que reconocer en Jorge Emilio González Martínez, apodado El
Niño Verde, a un genio de la mercadotecnia. Quizá le viene de familia, pues
según me cuentan allegados, es él quien interviene directamente con el
consultor Ulises Beltrán en el diseño de las campañas publicitarias que son su
única vía para atraer votos: ante el desencanto por los partidos grandes, ponen
sobre la mesa un par de propuestas concretas fáciles de entender (aunque sean
irrelevantes), usan a sus aliados en el Congreso para aprobarlas y salen a presumir
que el Verde cumple.
Lo suyo no es el mitín ni la declaración de principios. No es el debate
ni el contrapeso. No son las convicciones ni las plazas llenas. Lo suyo es el
spot. Y les ha ido muy bien.
Su estrategia incluye la decisión sistemática de violar la ley con el
cálculo de que les será más redituable pagar las multas con tal de conquistar
más posiciones que les darán más dinero.
Pero esta vez el PVEM estiró tanto la liga, que generó un importante
movimiento antiverde.
Encabezado por conocidos intelectuales, activistas, analistas y
periodistas, y secundado por los partidos opositores al PRI, el movimiento
exige que sea cancelado el registro del PVEM. A través de la plataforma digital
change.org han juntado más de 140 mil firmas.
Se basan en el artículo 94 de la Ley General de Partidos Políticos que
establece como una de las causales de cancelación: “Incumplir de manera grave y
sistemática a juicio del Consejo General del Instituto o de los Organismos
Públicos Locales, según sea el caso, las obligaciones que le señala la
normatividad electoral”. La discusión está abierta en el INE.
Me encantaría que el Verde dejara de existir, pero soy de los que piensa
que eso debe ocurrir por voluntad de los electores que en las urnas no le den
ni el 3% mínimo que exige la ley.
Mientras tanto, con el respeto que tengo por algunos de los impulsores
del movimiento antiverde, el argumento me resulta corto: si de violaciones
sistemáticas hablamos, basta hacer un recuento de las multas que año con año
todos los partidos, todos, tienen que pagar por violar exactamente la misma
ley. Y en change.org no se está planteando que desaparezcan todos los partidos.
Vamos, ni siquiera que desaparezcan todos los partidos rémoras. Ojalá así
fuera.
historiasreportero@gmail.com
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