∙ Entre
5.50 y 5.80 pesos litro se paga al productor, mientras que al público lo
aumentaron a 15 pesos
∙ Más de
cien mil familias mexicanas están condenadas a desaparecer
México, D. F., 3 de diciembre del
2014. (BOLETIN).- Si bien la empresa
LICONSA prácticamente dejó de importar leche en polvo, lo cual celebran los
pequeños ganaderos lecheros porque cuentan con un comprador de su producto,
ahora son las empresas privadas y tiendas de autoservicio las compradoras de
derivados lácteos calificados como “similares”, con la diferencia de que son
adulterados y además caros, lo que les arroja pingües ganancias sin que las
autoridades de Salud y Economía reparen que son un riesgo a la salud y un
fraude a los consumidores.
Los productores nacionales de leche
han resultado directamente dañados en su economía por la importación excesiva
de leche en polvo descremada que, en el último quinquenio, ha llevado a nuestro
país a ocupar, nuevamente, los primeros lugares en el mundo como importador de
leche y sus derivados, la mayor parte de los cuales son compuestos con agregados
de grasa vegetal y otros ingredientes como harina, proteínas, colorantes
artificiales y minerales.
Una vez más, afirmó el presidente
del Frente Nacional de Productores y Consumidores de Leche, Álvaro González
Muñoz, somos víctimas de un sistema que privilegia los sobrantes de otros
países a través de importaciones baratas de leche en polvo sin crema, que
aprovechan tanto la industria como las grandes cadenas comerciales, las cuales
sólo persiguen el lucro, sin reparar que este país, en especial su sector
rural, exige de la creación de empleos y la generación de ingresos de familias
de escasos recursos.
Explicó en entrevista que en enero
de este año, rehidratar leche costaba más de 8 pesos el litro. Las empresas
receptoras pagaban en promedio 6.00 pesos el litro, en tanto que al público se
lo vendían en 14 pesos.
Actualmente, al bajar el precio
internacional de la tonelada leche en polvo, derivado de la reducción de
precios de los insumos, el proceso de rehidratar cuesta a la industria y
cadenas comerciales un total de 4.00 pesos el litro. Y por otro lado, a los productores
nos redujeron el precio de entre 20 y 50 centavos por litro, de manera que
actualmente se cotiza entre 5.50 y 5.80 que se paga al
productor, mientras que al público lo aumentaron a 15 pesos el litro.
Ante estas circunstancias de
competencia desleal, tanto externa como interna, los esfuerzos por elevar la
producción por vaca van en decadencia, pues más de cien mil familias mexicanas
están condenadas a desaparecer como productoras de leche.
Hemos insistido desde hace varios
años, enfatizó González Muñoz, sobre la necesidad de que las secretarías de
Agricultura y de Economía, se coordinen porque ambas instituciones
gubernamentales tienen propósitos y objetivos comunes en su relación con las
organizaciones de productores. Esto permitiría mayor eficiencia en la
aplicación de los recursos fiscales, además de que no se contrapongan una con
otra ni dupliquen sus servicios.
Por un lado, la Sagarpa destina
recursos para repoblar los establos lecheros, porque urge desaparecer el
espectro del hambre y malnutrición de grupos de población vulnerables en el
país. Esto es muy positivo.
Pero, por otro lado, Economía no se
cansa de emitir normas oficiales para que tanto industrias como cadenas comerciales,
puedan rehidratar polvos lácteos de dudosa calidad y comercializarlos como
leche. Y peor aún, Economía expide normas que permiten extraer nutrientes a la
leche auténtica para comercializarlos aparte, a altos precios. Al suero que
resulta de esta maña, le agregan grasa vegetal, harinas y otra sarta de
porquerías, lo envasan y lo venden como leche.
Este es el caso de los productos
lácteos –pomposamente denominados fórmulas lácteas—que, con la anuencia de
Salud y Economía, de acuerdo con sus normas, se permite adulterar hasta el 30%
con agregados como los señalados, violando las leyes de Salud, por una parte, y
de Etiquetado, porque no cumplen con las especificaciones mínimas de control de
calidad y de autenticidad.
Así, la COFEPRIS, que depende de la
Secretaría de Salud, y la PROFECO, de Economía, “no están haciendo la tarea que
tienen encomendada por Decreto”. Y por otra parte, tampoco cumplen con las
normas de etiquetado, haciendo creer al consumidor que esas bebidas son
elaboradas con leche auténtica. Así pasa con el yogurt, el queso, la crema, la
mantequilla, etc.
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