La dialéctica
del hambre.
Víctor M. Cruz
Roque
El fenómeno del hambre en México es una especie de fotografía
en movimiento que registra el estado de indefensión socioeconómica en que se
encuentran millones de personas,
producto de la mala distribución de la riqueza y de la ausencia de
políticas públicas eficaces que impiden el desarrollo de la sociedad con
equidad, justicia y democracia. Si aceptamos que la carencia elemental de
satisfactores primarios-alimentación en primer lugar-ha producido el actual
estado de cosas en nuestro paìs, necesariamente tenemos que aceptar que ha
fallado en sistema político que nos rige.
Por eso, para detener este flagelo
que amenaza con extenderse, lo primero que habrá de revisarse y corregirse son
las causas, el origen. El hambre entonces posee una dialéctica explícita, que
cabe en una de las definiciones que nos ofrece la RAE, y que nos ilustra que se
trata de una “Serie ordenada de verdades o teoremas que se desarrolla en la
ciencia o en la sucesión y
encadenamiento de los hechos”. El hambre entonces, es el resultado de, y consecuencia lógica que
posee causales y orígenes.
LA CRUZADA
NACIONAL CONTRA EL HAMBRE.
Es bueno saber que se reconoce
oficialmente que existe hambre y que posee dimensión nacional. Y es bueno saber
también que en su retorno al poder central del paìs, el PRI hace suya esta
lucha para mitigar los efectos de la carencia de alimentos, que se convierte en
cíclica porque nutre y potencializa a su vez otros problemas igualmente
catastróficos para la buena marcha institucional del paìs.
Esto significa que el hambre que hoy
padecen millones de mexicanos-34, según las cifras más conservadoras—no emergió
por generación espontánea ni es producto de castigo divino alguno, como tampoco
es destino inherente a la modernidad.
Llegó el momento entonces de
descalificar las tesis más recurrentes que elaboran precisamente quienes padecen hambre o en el peor de los
casos quienes la provocan: “Que ya somos muchos y ya no alcanza para todos”;
“Que es producto de la irresponsabilidad de quienes no trabajan”; “Que son
señales de que ya se acerca el fin del mundo”, y otras de la misma contextura
falaz.
De entre las voces que más se
acercaron a explicar la fenomenología del hambre, se destaca la del ex
presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, quien aseguró en Navenchauc,
Zinacantàn, que: “El hambre no existe por falta de dinero ni por falta de producción
agrícola o por falta de tecnología, el hambre existe por falta de vergüenza de
gobernantes en el mundo que no se preocupan por el bienestar de los pobres”.
Podemos agregarle que “falta de vergüenza” es ausencia de sentido de bienestar
social; conducción endémica por vías de corrupción en la clase política que nos
gobierna; espacios de impunidad y privilegios para los menos; dotación
sistemática de complicidades; abusos como métodos de ejercicio del poder;
líneas mal escritas de democracia y justicia social y falta de compromisos para
ejecutar los mandatos de la constitucionalidad que nos rige.
Si el objetivo central entonces de
la Cruzada Nacional es acabar con el hambre en México, de inicio y con la
dotación del pescado es necesaria la enseñanza de la pesca en aguas propicias
donde todos puedan hacerlo en igualdad de condiciones.
Si se acepta que el hambre es una
deuda histórica que se posee con millones de mexicanos, inevitablemente se
tiene que exigir que la paguen los deudores. Omitir lo anterior,
invariablemente convierte en cómplices a los permisionarios de tan evidente
incumplimiento de justicia.
Por otra parte el texto constitucional vigente es claro: el
tercer párrafo del artículo 4º dice textualmente que “Toda persona tiene
derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad. El Estado lo
garantizará”, esto significa que la máxima expresión que conjunta sociedad,
territorio y gobierno ha fallado hasta hoy.
LA REALIDAD
NACIONAL.
La concesión de los beneficios de
la duda que muchos mexicanos le está dando al Presidente de la República
Enrique Peña Nieto, pasa por el beneplácito que generó primero, el llamado
Pacto por México, suscrito con las principales fuerzas políticas del paìs; posteriormente por las reformas estructurales
que ha planteado, de entre las que ya se han concretado destaca la educativa y
va por la energética, laboral, hacendaria y de comunicaciones. El golpe dado al
cacicazgo sindical mas despreciado por
los mexicanos—el del SNTE--le redituó al mandatario avances sustanciales de
confiabilidad, y con respecto a la Cruzada Nacional contra el Hambre, pocos son
los argumentos en contra que se han esgrimido, porque posee un diseño teórico
efectivo, falta conocer los alcances en la realidad, en los hechos.
Tiene razón Luda da Silva cuando
afirma que “el pobre no tiene paciencia”, y el hambre menos. Esto es, que de la
mano de un estómago vacío a la posibilidad con buena dosis de certeza de que se
busquen alternativas para subsanarla, y es cuando los pobres con hambre voltean
su mirada hacia la delincuencia, cuyo azote representa el extravío de la
institucionalidad y del estado de derecho, y de ahí a la ingobernabilidad. La
muestra fehaciente de que la sociedad ya se encuentra en ésta fase son las
llamadas “guardias comunitarias” que han aparecido en varias entidades del
paìs, que no están alejadas de las motivaciones de lo que es una guerra civil,
solo que aquí concurren elementos de sobrevivencia y de negación total de la
efectividad de la justicia y de las formas genuinas de convivencia social.
A este estado hemos llegado ya, y
por ello se requieren le medidas urgentes con capacidad resolutiva para
aminorar el hambre que padecen millones de mexicanos. Lo dijo aceptablemente
Peña Nieto en Navenchauc, hoy es necesario “ocuparnos del tema que ética y
moralmente debe estar en la prioridad de toda política: revertir los escenarios
de pobreza, de rezago social y lo más lacerante: el hambre.”
Esta es una exégesis del hambre, sus
raíces y lo que representa hoy para México y para Chiapas, en pleno siglo XX1.