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viernes, 28 de junio de 2019

Epistolario


En el baño…y en el arado
Por Armando Rojas Arévalo
CARMEN: Nunca he trabajado en la radio, sólo sé lo que es estar atrás de un micrófono en un estudio cuando me han entrevistado. ¡Qué nervios! En mis mocedades en el rancho todo era radio. Muchos años después entendí el poder de ella, cuando vi que a la sombra de un árbol el campesino descansaba escuchando el radio que había colgado de una rama, y cuando una noche de tormenta, manejando de Ixtepec a Oaxaca por el famoso “nudo mixteco” la voz de un locutor de la “B” grande de México fue el bálsamo que calmó mi angustia en aquella soledad.
Qué curioso. Mi primera novia en aquella época de estudiante que llegaba de vacaciones al rancho, fue MARTHA y era locutora de la XEMG. Mi actual compañera, ROS, estudió periodismo en la UNAM, pero se hizo reportera en el radio. En la casa vemos poco la televisión, la radio nos acompaña mientras nos preparamos para salir a la oficina.
En mi adolescencia participé en un concurso de aficionados en la XEON y en un fallido programa sabatino patrocinado por el jabón “Corona” con el conjunto de rock del que yo formaba parte, y que en la primera actuación el locutor nos recomendó que ensayáramos más. Eran días de secundaria y tardeadas en el roof garden de un hotel que no llegaba al cuarto piso.
La radio me ha acompañado en la vida. Cada 24 de diciembre mi padre se pegaba a la caja negra de bulbos del Telefunken, para escuchar el sorteo de la Lotería Nacional. Nadie podía hablar hasta después de que los “gritones” anunciaban el número agraciado; luego venía la cena y “para el otro le daremos al “gordo”.
Supe lo que era gritar de emoción sin necesidad de ver la acción, a través de la transmisión de las memorables peleas de El Ratón MACÍAS con ALPHONSE HALIMI, en Los Ángeles, California.
Los partidos de futbol y béisbol los escuchábamos por radio. El Mago SEPTIÉN nos trasladaba al diamante con su magistral forma de narrar los partidos de pelota caliente.
DON LAURO ORTEGA hizo el primer sistema de radio de un gobierno estatal, al poner a funcionar cuatro poderosas estaciones en Morelos. ¿Para qué tantas, si es tan pequeño el estado? Alguien que tosa en Cuernavaca es escuchado en Cuautla”, le preguntó y le dijo. “En un arado siempre colgará un radio no una televisión”, contestó el viejo sabio. ¡Cuánta razón tenía!
Hoy, con tristeza, asistimos al primer acto de una obra que podría titularse “sepelio de la radio pública”. Una mal entendida política de austeridad estuvo a punto de asfixiar al IMER (Instituto Mexicano de la Radio) poniendo en evidencia que el gobierno no sabe bien o no conoce el poder y la penetración de las ondas hertzianas. Ojala que a AMLO no se le ocurra vender las estaciones a la iniciativa privada o dar algunas a asociaciones religiosas. Primero, en la mañana se anunció el sepelio de IMER, y por la tarde JENARO VILLAMIL, presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado, dijo en un twitt que le darán “suficiencia presupuestaria”.
“La @SEP_mx garantiza la suficiencia presupuestaria por 19.3 mdp para la contratación de colaboradores y para la operación de todas las estaciones del @imerhoy. Se refuerza el compromiso de apoyo a los #MediosPublicos”. Tal fue el texto del twitt de VILLAMIL.
ALGO NO CHECA. Primero dicen una cosa y luego otra, como La Chimoltrufia. ALEIDA CALLEJA GUTIÉRREZ había informado horas antes de los despidos de unas 240 personas (35 por ciento de la plantilla) y que no hay dinero ni para pagar la luz en las oficinas centrales y sus 21 emisoras.
Lo que no tiene vuelta de hoja es que el gobierno prefiere –malamente- la televisión, de manera especial  Televisa y TV Azteca, las cuales  fueron en el sexenio pasado las más beneficiadas de las campañas de comunicación social. Seguramente lo seguirán siendo, no con tanto, pero sí con un buen varo.
SE DICE, HOY, que según los lineamientos de las campañas de comunicación social de la Secretaría de Gobernación, cada dependencia debe seleccionar los medios a los que va a pagar por difundir su campaña por su penetración y cobertura, por ejemplo. De cumplirse con esa regla, se tendría que concluir que esas empresas son las que siguen a la cabeza de las preferencias en la gente.
Si se ingresa al Portal de Obligaciones de Transparencia (POT) y se buscan los contratos que se le han dado a Televisa, se puede encontrar uno de 187 millones de pesos del IMSS, uno de 26 millones 724 mil 137 pesos para hablar sobre el nuevo Modelo Educativo de la Secretaría de Educación Pública (SEP) o 25 millones que pagó la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para difundir una campaña de atención a mexicanos en el extranjero.
Ocurre lo mismo si se exploran los contratos con TV Azteca: uno de 12 millones de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) para difundir sus logros o de 17 millones 250 mil pesos.
LO DE AHORA es que los medios públicos, creados precisamente para difundir la cultura y los mensajes e información del Estado, están siendo desplazados. Ahí está, por ejemplo, NOTIMEX. Da grima y lástima.
No tienen la menor idea de cómo se maneja la comunicación social.


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