FOTO DE: Instituto de Estrategia S.L.P. |
Por:
Manuel Zepeda Ramos
¡Nombres! Nombres y apellidos:
Francisco Sarabia, Pablo Sidar, Jesús Ortega Martínez, Guillermo Messner Ulhig,
José María del Castillo, Enrique Mahr Kanter, Ivan Orantes Villatoro, Javier
Tovar, Francisco Talango Ortega, Plinio Valenzuela, Tres generaciones de Luis
Gómez, Alfonso Vega, Julio Morales Holland, Coello, Solórzano, Pedrero; muchos,
muchos nombres y apellidos de Capitanes Pilotos Aviadores vivos y muertos que
surcaron los aires de Chiapas, este nuestro estado maravilloso lleno de
riquezas infinitas, de aguas y lagunas, de flora y fauna endémica que todavía
nos da el grado de reserva de la Biósfera, este prodigioso estado de selvas y
montañas que, según Eraclio Zepeda en su cuento Don Chico que Vuela, dijo: “si
Chiapas se planchara, sería más grande que Chihuahua”.
Desde que aparecieron los
maravillosos pájaros voladores en el Mundo y llegaron a Chiapas al principio
del siglo XX, la comunicación en esta tierra nuestra se hacía por aire.
Llegaban mercancías que avituallaban pueblos y haciendas y salían cosechas de
café encostaladas, becerros en pie para cambiar la sangre del ganado lechero de
otras latitudes, enfermos que requerían hospitalización y mujeres parturientas
que preferían tener un médico a su lado que a una comadrona en medio del
Marqués de Comillas.
Conforme aparecieron las
comunicaciones de vías de terracería, lo suficientemente resistentes para que
los redilas entraran a la incomunicación vencida, los monomotores y bimotores,
los trimotores que tanto nos impresionaban de niños, el que metiera por vez
primera a la pista imposible de Yajalón el Capitán Messner padre de mis amigos
de la infancia los gemelos Carlos Enrique y José Humberto también grandes
pilotos y que el capitán Castillo estrellara en el barrio de San Roque de
Tuxtla saliendo ileso del percance, el enlace aéreo de ellos con los pueblos
incomunicados de Chiapas se fue acabando.
Chiapas se ha convertido en un
Estado de nuestro México que se enfila a convertirse en una potencia
internacional de gran atractivo turístico, en Naturaleza, Aventura y Cultura.
Pero la inseguridad, desgraciadamente, ha hecho presa del miedo y el turismo en
general podría alejarse de nosotros. Mientras se soluciona ese flagelo que al
turismo espanta, que así habrá de ser, la vieja tradición de la aviación como
puente entre lo posible y lo imposible, podría ser nuevamente motivo de puesta
en práctica para la satisfacción de los pilotos regionales que verían que su
profesión vuelve a tener valor de uso y de aportación importante para el desarrollo
de la economía chiapaneca y la captación de divisas necesarias para el
desarrollo en uno de los lugares más bellos que la Tierra podría tener en toda
su geografía.
Hoy día, el turismo de
Naturaleza y Aventura en el Continente Negro, se mueve con avionetas. Los
visitantes de muchas partes del Planeta van de Namibia al Congo, a Malí y a
Sierra Leona, en flotillas que los mueve por millares ¿Por qué en Chiapas no
podría ser así?
Además, mientras los 23 mil
kilómetros de caminos y carreteras chiapanecas se vuelven a poner al corriente,
esas avionetas que otrora fueron la solución a la incomunicación de la época,
podrían una vez más servir de enlace entre las grandes ciudades y los pueblos
de nuestro estado.
Así, los turistas por un lado
podrían ir a Toniná desde Palenque, Comitán o Tuxtla Gutiérrez y regresar el
mismo día, todavía a tiempo para evitar las nubes de la tarde que pueden
resultar pesadas para la navegación. También se evitaría pensar en la zozobra
de la aparición de una gavilla que quiera disponer de los recursos del viaje
sin merecerlo. Así, el turismo europeo volvería a animarse a estar en las
cuatro Ciudades Estado del Primer Imperio Maya, que tanto interesa al Mundo de
la actualidad con el plus agregado de que, dentro de cuatro años, podrían
viajar desde Cancún por medio del Tren Maya para tomar una avioneta en Palenque
para visitar cualquiera de los Eco Lodge que los Lacandones, asociados con empresarios chiapanecos, tienen
ya en operación en la selva a un lado de ríos y lagunas, muchos ya con
aeropistas funcionando, y otras que se podrían arreglar y/o construir de
inmediato, como hace muchos años cuando no habían caminos de acceso.
Por otro lado, los enfermos
delicados de muchas partes del estado que requieren llegar a un hospital de tercer
nivel y que ahora no es posible por el deterioro de los caminos pudieran
hacerlo, rápido y eficientemente, en una avioneta de uno o dos motores para la
atención requerida de urgencia.
Son posibilidades que ofrece una
actividad profesional aérea que fue de suma importancia en su momento para la
vida cotidiana de Chiapas y que parecería estar olvidada en este siglo XXI, que
emplearía a un sector de pilotos aviadores, diestros y eficientes, que no se
resignan a perder para siempre sus habilidades aprendidas.
Podría estar a punto de nacer
una flotilla de avionetas con pilotos experimentados que se incorporarían al
desarrollo del estado.
“Se vale soñar”, como rezaba
aquel programa de la televisión española que tanto éxito tuvo en épocas
pasadas.
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