
Ciudad de México, a 20 de
noviembre de 2018.- Para transformar a México y su vida pública primero es
fundamental entender la fuerza del sistema y luego actuar para cambiarlo a
través de un proceso de largo plazo que debe iniciar con todos y, con atención
especial en los niños y preadolescentes; hay esperanza de que el cambio es
posible porque la conducta individual y social es moldeable y es contagiable.
De esta forma se resume el panel
“Hacia una nueva sociedad mexicana: del individuo y su familia al ciudadano en
sociedad”, donde Miguel Ángel Zerón y Eduardo Caccia, con la moderación de
Leonardo Curzio buscaron encontrar los matices para arribar a una lectura para
los líderes que acudieron al Encuentro Empresarial COPARMEX 2018 celebrado en
esta ciudad.
Zerón, integrante de Bitácora
Social, echó por tierra aquella premisa de que el mexicano no participa en
sociedad y en los asuntos públicos por una cuestión de índole cultural, y que
cuando lo hace es por cuestiones negativas, porque alguien no está haciendo
bien las cosas.
De tal forma que, desde su punto
de vista, primero “debemos reconocer que hay diferentes grados de participación
y hay que dotar de contenido esa participación”, además de “no esperar a que la
participación ciudadana se lleve en un espacio público democrático asociada a
intereses muy específicos”, sino que es necesario fomentar la participación en
comunidad.
Es poner, “como terminó Jesús
Padilla Zenteno (presidente de COPARMEX CDMX y anfitrión del Encuentro
Empresarial) en su discurso inicial, foco en la niñez y la primera
adolescencia; debemos enseñar cómo ser ciudadano, cómo participar, cómo dotar
de contenido a esa participación para que las cosas negativas no justifiquen o
no condicionen que el mexicano puede participar”, dijo Zerón.
Eduardo Caccia, conferencista y
articulista, destacó que “tenemos el gobierno que somos porque el gobierno
emana de la ciudadanía” y, por ello, “la buena noticia es que para tener un
mejor gobierno necesitamos tener una mejor sociedad”.
Dio el ejemplo de los dos polos,
entre ellos la forma cómo “ante situaciones determinadas es posible que gente
buena haga cosas malas”, a partir del contexto en el que se muevan. Por lo que,
“no podemos pedirle a las personas que cambien de conducta si no cambiamos el
sistema, ya que el sistema afecta fuertemente las acciones de las personas”,
pero existe la esperanza de que la gente se puede redimir y convertirse en
héroe, porque “la línea entre el bien y el mal puede ser permeable”.
Caccia, Zerón y Curzio
coincidieron en que es tarea de todos, no sólo del gobierno, el Estado o el
individuo, sino de la sociedad, inducir y conducir este cambio, a través de los
incentivos necesarios “y de un elemento fundamental que se debe inyectar a la
sociedad, que es creer que el cambio es posible”.
En cambio, explicó Zerón, “el no
respetar, no asociarnos, es un asunto de resistencia. Son mecanismos para
pensar que tenemos algo de control y esas expresiones de no participar o no
asociarse son simplemente imaginación de que algo podemos controlar en el contexto”.
Por ello, agregó Miguel Ángel
Zerón, “el papel del empresario es promover el valor de la comunidad, reconocer
los mecanismos y aunque pareciera que inciden poco, a la larga, son relevantes
para enseñar al mexicano que ser ciudadano y participar no se reduce el ángulo
político y se puede extender a diferentes aspectos de su vida., incluyendo su
empresa y nuestro país”.
Caccia puntualizó que “el
empresario es un modelo a seguir y debería promover autonomía y pensamiento
crítico entre sus colaboradores, respetando las diferencias y modos de pensar y
tratando de que esos ejemplos puedan trascender fuera de las fronteras de la
empresa”.
A lo que Leonardo Curzio terció
que “los líderes no deben renunciar a la función de conducir y de proveer
ejemplo, pues los malos y los buenos comportamientos se contagian”.
Finalmente, Zerón dijo que “no
podemos esperar que el cambio se dé manera automática. No podemos
desincentivarnos porque es de largo alcance, así como no debemos preocuparnos
si no se ve” porque “el cambio cultural se da a través de generaciones y debe
reafirmarse. Si queremos que algo cambie, debemos pensar también en las
siguientes generaciones”.
Por lo que Caccia recomendó que
“una forma de desarrollar a las sociedades es generando un nuevo heroísmo. Es
prácticamente reconocer como héroe a ese policía que regresó la cartera con
dinero o a quien regresó el celular que encontró. Ese nuevo heroísmo debe
inclinar la balanza y hacer ejemplo”.
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