Por: Rafael Victorio Ruiz
MIGRANTES
En los últimos días hemos sido
testigos de un evento inusual; miles de centroamericanos cruzando el río
Suchiate en forma indocumentada y a unos metros de ellos, cientos de elementos
de la Policía Federal y del Instituto Nacional de Migración, ofreciéndoles un
trato digno e ingreso ordenado al país que no fue escuchado por la mayoría que
optó por estar en la ilegalidad. Se trata de la más grande migración de
personas en un solo evento, algunos calculan que son cuatro mil y otros que
siete mil 500, lo real es que son muchos. Las causas de la migración es
conocida: pobreza extrema, falta de oportunidades de trabajo, violencia
delincuencial y política.
Hace ya casi dos años vivimos
algo similar con el arribo de casi 15 mil extranjeros originarios de Cuba,
Haití y de otras naciones africanas, pero en esa ocasión fueron grupos pequeños
y a todos les otorgaron un salvoconducto con un plazo de 15 y 20 días para
abandonar el país; decidieron irse hacia la frontera norte, porque su objetivo
era llegar a los Estados Unidos. Se sabe que muchos de ellos siguen esperando
que les autoricen la entrada a ese país.
Hoy las condiciones son
diferentes; se trata de centroamericanos que han salido de sus respectivos
países buscando mejores oportunidades de vida. La pobreza no solamente se vive
en esas naciones, en México hay mucha y en Chiapas más, faltan fuentes de
empleos y programas que impulsen al campo y a la agroindustria, aunque ya hay
esperanzas con la Zona Económica Especial de Puerto Chiapas que ya tiene
garantizada la instalación de las primeras empresas.
Pero el tema migratorio no es
nuevo. México es país expulsor y receptor de migrantes. El problema que se
presenta en la región fronteriza sur es que aquí llegan a diario decenas de
ellos y lamentablemente muchos integrantes de pandillas que huyen de sus
respectivos países por haber cometido delitos y se vienen a refugiar, pero aquí
al no encontrar empleo igual incurren en delitos y eso hace que esta sea una
zona con una percepción de alta inseguridad.
Quedó demostrado que con esta
migración de miles de personas juntas las autoridades fueron rebasadas por más
que quisieron tomar el control de la situación. La vista del mundo está en la
caravana de hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y nicaragüenses en busca
del “sueño americano”, aunque muchos ya lograron llegar a tierras mexicanas y
quizá aquí se queden. Hay quienes consideran que los que documente el INM
solicitarán asilo.
Hay quienes consideran que se
trata de un movimiento político y es lamentable que apenas a su entrada a
territorio mexicano haya habido integrantes de un partido –el Verde Ecologista-
que sin medir las consecuencias empezó a repartir playeras junto a otras con
leyendas de programas instituciones del gobierno estatal.
No son pocos los migrantes que a
diario cruzan la frontera sur mexicana para internarse al país para ir hacia la
Unión Americana, la diferencia es que ahora llegaron organizados, cruzando
prácticamente por la fuerza o en forma indocumentada por el río Suchiate,
poniendo incluso en riesgo la vida de niños y mujeres. Es un movimiento que
demuestra el fracaso de las políticas sociales y de seguridad en Centroamérica,
aunque buena parte de su economía esté basada en las remesas que envían
millones de personas que ya están en Estados Unidos.
Lo hemos comentado en muchas de
nuestras entregas, la frontera sur no solamente es porosa, está abierta a todo
y se demostró ahora, mientras que la seguridad estaba en el puente
internacional por el río cruzaban los migrantes y la actividad comercial irregular
–de contrabando- entre México y Guatemala no se detuvo para nada. Los ojos del
mundo están ahora en esta zona, con la caravana y el gobierno mexicano si bien
ha comprometido acciones para regularizar a los extranjeros que ingresaron,
estos no le toman la palabra y por el contrario, siguen su peregrinar hacia el
norte.
Ayer el presidente electo, Andrés
Manuel López Obrador, estuvo en Tuxtla Gutiérrez, estableciéndose que muestra
su interés por esta región del sur-sureste del país y ha dicho que para frenar
la migración centroamericana se requieren programas de desarrollo regionales
con la participación de esas naciones, México y Estados Unidos; si bien muchos
consideran esa propuesta adecuada, también establecen que los empleos primero
deben ser para los mexicanos y chiapanecos.
Es más, con esta caravana
migratoria surgieron voces que sugieren que al igual como se instalaron
albergues provisionales con servicios de alimentación y médico a sus
participantes, igual deben hacerlo con los desplazados de comunidades de la
zona de Los Altos de Chiapas, en donde se han vivido serios problemas en los
últimos meses por diferentes causas sociales, políticas y de posesión de
tierras que a pesar de las mesas de diálogo y negociación no han podido
superarse. Esta movilización de extranjeros que ingresó por la frontera sur
está haciendo tomar conciencia de la necesidad de atender a los nuestros y no
seguir siendo candil de la calle y oscuridad de la casa.
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