EDITORIAL/NOTICIAS A
CUADRO
Si
hay alguien a quien quiere crucificar el pueblo chiapaneco, es a Manuel Velasco
Coello, el peor gobernador de la historia que haya tenido este sangrado pueblo.
Es tan nefasto que, hasta su antecesor, le anticipó que si dejaba el cargo era
un cobarde y, quizá por ello, fue más cobarde al no hacerlo porque le teme más
a lo que diga Juan José Sabines Guerrero, su compadre, amigo y guía espiritual,
quien le ha titiritado desde Orlando, que a lo que digan los chiapanecos con
tal decisión truncada. Ambos han despedazado a una tierra que no merece lo que
le han hecho estos dos últimos personajes de la política local.
¿Merece
la cruz?, bueno, en tiempos de Poncio Pilato, la muchedumbre ya lo habría
ajusticiado, pero, vivimos en un pueblo "aguantador", que soporta
todo aun cuando está empinado al precipicio viendo correr la sangre de su
gente.
Realmente
la cruz debería ser para los chiapanecos conformistas, blandengues, cobardes,
cuya pasión en tiempos de Cristo, ha sido la cargada favoritista hacia la
permanente corrupción; hacia el derroche, el despilfarro y la mancillación y el
sometimiento.
Aun
cuando vemos las tres cruces en el Gólgota, pareciera que quisiéramos que el
Barrabás de la Biblia sea el gobernador multiacusado y los demás perdonados sus
cómplices en esta condena que ha padecido por doble década ininterrumpida el
destartalado Chiapas.
Pero
sí. Manuel Velasco Coello merece la cruz de la Auditoría Superior de la
Federación, de la Secretaría de Hacienda, de la Procuraduría General de la
República y de todas aquellas instituciones a las que no ha rendido cuentas por
su actuación.
De
última hora quiere reivindicarse como el redentor de los oprimidos, a quienes
sometió a mansalva en todo su sexenio, a quienes oprimió, reprimió y
desapareció junto con su Fiscal General de Justicia; a quienes olvidó con su
Secretario General de Gobierno sordo, mudo y ciego; a quienes asesinó con su
Secretario de Seguridad Pública, acosador, violador, narco; a quienes confrontó
hasta la muerte con su eterno líder del Congreso del Estado, su alfil, su
cómplice, su tapadera, su brazo ejecutor, la mano negra, el lado oscuro, el
criminal; a quienes empobreció más con su Secretario de Desarrollo Social
invisible, abyecto, misógino; y otras instancias que debieron proveer justicia,
desarrollo social y alimentario.
¿Quién
olvida al olvido desde la Secretaría de Salud?, ¿quién olvida el desorden
jurídico desde el Tribunal de "Justicia" con el hoy flamante
candidato a gobernador?, ¿quién olvida el destierro de los afectados por los
sismos?, ¿quién olvida a Manuel Velasco Coello hablando de "sus
mujeres", cuando las tomó como instrumento de sus juegos electorales
humillándolas con "salarios rosa" que realmente son de hambre?
¿Quién
olvida todo? ¿O quién perdona todo para dejarlos libres de pechos y protegidos
de toda perturbación? ¿Quién?
Si
los chiapanecos no nos unimos en las próximas elecciones para sacar el imperio
romano del palacio de gobierno, encabezado por Juan Sabines y Manuel Velasco,
vamos a seguir siendo los judíos de le época nazi, hasta que alguien ajeno,
verdaderamente preocupado por nosotros, se ocupe por frenar el exterminio que
cada vez es peor y más grande.
La
cruz, no sólo fue para Cristo, también para los criminales. Los chiapanecos no
la merecemos, mejor honremos la memoria de quien nos abrió los ojos y volvamos
a defender nuestra palabra, nuestra dignidad, nuestro evangelio ciudadano con
firmeza. No nos vendamos por un puñado de monedas, porque entonces estaríamos
condenados a ser los judas de nuestra propia patria y dejaríamos que nos
siguieran aplastando como gusanos hasta nuestros últimos días.
Cruz,
para quien la merece...
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