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Daniela Barragán
El hilo más delgado en
la trama de presunta corrupción que cubre al Gobierno federal y, de paso, al
Estado de México, tiene nombre y apellido: Gerardo Ruiz Esparza.
Si cualquiera de los
candidatos de oposición gana en el Estado de México este domingo, y
si cumplen sus promesas de auditar los últimos tres
gobiernos, pasarán por él, inevitablemente: Ruiz Esparza ha sido el
hombre encargado de la obra pública del Grupo Atlacomulco durante más
de una década. Él ha llevado la relación c0n empresas cuestionadas y bajo
sospecha como Grupo Higa y OHL México.
Al finalizar
el sexenio, este funcionario nacido en Ciudad de México pero adaptado a
los quehaceres mexiquenses, acumulará dos administraciones consecutivas en
el mismo puesto. Primero estuvo en el Estado de México con Enrique Peña
Nieto como Gobernador; y luego a nivel federal, a donde que llegó cuando el
PRI regresó a Los Pinos.
Hubo poca sorpresa
cuando Peña Nieto presentó a los miembros de su Gabinete y entre ellos apareció
Ruiz Esparza para dirigir la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT).
Era algo natural: él lo acompañó en el Estado de México, en la Secretaría de
Comunicaciones, y desde mucho antes forjó una amistad con los Del Mazo. Es
decir, ya formaba parte del círculo, de la familia.
Todo lucía bien
para Ruiz Esparza. Fue un funcionario de perfil reservado, alejado de las
fiestas, de los aparentes lujos, de las fotografías. Pero eso ya no
funcionó cuando las acusaciones de presunta corrupción se le acumularon al
Presidente de la República y recayeron directamente en los grandes
negocios entre el Gobierno y las empresas desarrolladoras de infraestructura.
En el ojo del huracán
muchas veces en este sexenio, el Secretario fue austero en su respuesta
frente a las acusaciones. La mayoría de las veces, negó los hechos. En
varias ocasiones ni siquiera dijo o escribió algo que lo exculpara. En
otros momentos, en medio de las críticas, simplemente se siguió con las
licitaciones puestas en duda. Y solo una vez, en cinco años, ordenó una
investigación a la Secretaría de la Función Pública (SFP).
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Se le acusó de
favoritismo, de reuniones secretas con empresarios, de recibir
sobornos. Hasta donde se tiene conocimiento, la Procuraduría General de la
República (PGR), en manos de otro priista connotado (Raúl Cervantes) no lo
investiga. Tampoco tiene en proceso algún procedimiento de la Secretaría de
la Función Pública.
En los momentos más
álgidos por las acusaciones de corrupción, Ruiz Esparza estuvo en los titulares
de la prensa. También estuvieron José Andrés de Oteyza, presidente de OHL
México, o Apolinar Mena, el titular de Comunicaciones del Estado de México.
De Oteyza ya no está
en la empresa española. Mena fue removido –y luego rescatado– por el Gobernador
Eruviel Ávila.
Ruiz Esparza, sin
embargo, nunca se despeinó.
Si se le compara con
Luis Videgaray Caso, otro miembro del Gabinete que acompañó a Peña Nieto desde
el Estado de México y quien era considerado la mano derecha del Presidente,
sobre Ruiz Esparza jamás ha caído la sombra de su separación.
Videgaray sí salió, cuestionado por muchos eventos, entre ellos por su relación
con Grupo Higa, que le vendió una casa en Malinalco.
D acuerdo con el
periodista Francisco Cruz Jiménez y con el abogado Paulo Díez Gargari, figuras
que han seguido sus pasos, el posible descrédito que agrega el Secretario
Ruiz Esparza a la administración de Peña Nieto no importa; “el beneficio” de
tenerlo adentro, dicen ambos, es mayor.
Pero retenerlo
hoy también agrega inseguridad frente al proceso electoral del
próximo domingo. En el mar de posibles resultados, Ruiz Esparza es el personaje
con mayor vulnerabilidad política en el caso de que el Revolucionario
Institucional (PRI), su partido, pierda por primera vez en 88 años.
Los candidatos de
oposición convirtieron en promesa de campaña que de llegar a Toluca, los
archivos de Grupo Higa y OHL se abrirán. Y caso de ocurrir, en ellos
saldrá el nombre del Secretario.
“Es muy claro que
Gerardo Ruiz Esparza le genera un daño muy grave de imagen al Presidente. Desde
hace mucho tiempo. Pero si el Presidente ha decidido no moverlo de su puesto y
además, decide protegerlo y no denunciar las irregularidades que se cometen a
través de la SCT, es porque el beneficio que obtiene de que Ruiz Esparza esté
ahí es mayor al daño que le causa. Salvo que haya alguna consideración de otro
tipo, eso ocurre”, comentó Paulo Díez en entrevista con SinEmbargo.
El abogado, que ha
interpuesto tres denuncias en contra de Ruiz Esparza ante la Procuraduría
General de la República (PGR), define como “siniestro” el papel que representa
Ruiz Esparza en la administración pública.
Cuando OHL comenzó a
operar en el Estado de México, para luego convertirse en la constructora de
cabecera, en España ya era una empresa con un cúmulo de acusaciones sobre
presunta corrupción. A pesar de ello, se le dio la licitación SCEM-CCA-01-17
para la construcción y operación del Viaducto Elevado Bicentenario. Luego las
licitaciones continuaron llegando.
Oteyza presumió los
números a sus superiores en España: México –y más concretamente el Estado de
México– otorgaba el 21 por ciento de los ingresos totales.
Luego de la serie de
audios que fueron publicados de manera anónima en Youtube, comenzaron a rodar
cabezas en OHL y la última fue la de José Andrés de Oteyza. Sin embargo, su
salida no fue por las acusaciones de corrupción, sino por “motivos personales”.
Poco se sabe de él, luego del 29 de abril de 2016, fecha en que dejó la
empresa.
Francisco Cruz,
periodista que ha investigado al grupo priista mexiquense, se explica el poder
de Ruiz Esparza por la información que guarda, que es la de las grandes obras
de infraestructura.
“Si el PRI pierde el
Estado de México, Ruiz Esparza es uno de los que más debe temer y el gran reto
para la oposición será primero abrir todo el desastre administrativo que es
Eruviel Ávila; luego abrir todo el cochinero que dejaron Videgaray y Peña
Nieto, lo que incluye contratos con Higa y con OHL. Ahí está Ruiz Esparza, sin
duda y será abrir todo ese lado oscuro del gobierno del Estado de México”,
comentó.
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Gerardo Ruiz Esparza
nació en la Ciudad de México en 1949. Estudió Derecho en la Universidad La
Salle y se graduó en 1975. Desde antes de concluir sus estudios y sin
cédula profesional –la obtuvo en 2015, ya como titular de la SCT–, fue Delegado
del Banco de México, de 1970 a 1975; luego fue Subdirector Jurídico de la
Dirección de Deuda Pública y de la Dirección de Política Financiera de la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Fue en 1981 cuando
llegó al Estado de México. De ese año hasta 1987, fue Subsecretario General y
Secretario General de Gobierno del Estado de México de Alfredo del Mazo
González, padre del hoy candidato del PRI a la gubernatura de Edomex, Alfredo
del Mazo Maza.
Luego ocupó puestos en
el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores
(Infonavit), en el Instituto Mexicano delSeguro Social (IMSS) y en la Comisión
Federal de Electricidad (CFE).
Pero fue su trabajo
con Del Mazo González lo que le forjó camino. Él heredó a su sobrino Peña
Nieto la relación con Ruiz Esparza.
De acuerdo con Cruz
Jiménez, Ruiz Esparza siempre estuvo detrás de los Del Mazo, razón por la que
también puede explicarse la elección de Del Mazo Maza como candidato a
Gobernador. Desde entonces, agregó el periodista, Ruiz Esparza no se alejó del
Edomex.
Con Del Mazo padre
realizó su primera obra: el Aeropuerto Internacional de Toluca, hoy propiedad
de OHL y considerado por varios, un “elefante blanco”.
Luego de su paseo por
varias instancias federales, llegó a la Secretaría de Comunicaciones del Estado
de México, con Peña Nieto como Gobernador. Ahí coordinó la construcción del
Circuito Exterior Mexiquense, el Viaducto Elevado Bicentenario, el libramiento
Nororiente de Toluca, la Autopista Toluca-Zitácuaro, la Autopista Valle de
Bravo y las gestiones para dotar conexión de banda ancha a 125 municipios
mexiquenses.
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Sobre muchas de esas
obras pesan acusaciones de corrupción.
“Si él [Ruiz Esparza]
ha logrado salir bien librado es porque más que cuidadoso, lo que ha hecho con
el apoyo del Presidente es tratar de protegerse, pero bajo un esquema que ya no
pertenece al México de hoy; este esquema de negar todo categóricamente sin
proporcionar ningún tipo de evidencia. Se hace tonto y está con la
esperanza de que el tiempo hará que todo se olvide. Pero la ciudadanía toma un
papel cada vez más importante de exigencia de información, que no le permitirá
a Ruiz Esparza salirse con la suya. Lo ha pospuesto, no hay duda de eso, pero a
veces los procesos legales toman su tiempo. Pero no hay duda que todo se
sabrá”, comentó al respecto Paulo Díez.
Diez Gargari ha sido
el abogado de Infraiber, una empresa que ha acusado a OHL y al Gobierno
federal de corrupción con contratos públicos de obra de infraestructura.
Ya en el Gobierno
federal, a Ruiz Esparza le cayeron encima los proyectores luego de la
licitación del Tren de Alta Velocidad México-Querétaro, en la que había ganado
una filial de grupo Higa y que luego fue cancelada.
Días después se
conoció la “casa blanca” de la familia presidencial, con un valor de 86
millones de pesos y que fue propiedad de Armando Hinojosa Cantú, dueño de Higa.
Hinojosa Cantú, un
empresario tamaulipeco de poca monta, se convirtió en un próspero constructor
de obra multimillonaria en apenas unos años. Siempre con créditos y contratos
de los gobiernos del Estado de México y ahora, del Gobierno federal. Y siempre,
cerca, estuvo Ruiz Esparza.
Luego vino la
Transición Digital Terrestre, la licitación del Tren México-Toluca, la promesa
de dos nuevos canales de televisión abierta, el conflicto de interés con Grupo
Higa, los contratos millonarios con OHL, la concentración del mercado de las
telecomunicaciones y la radiodifusión, el fracaso del Satélite Centenario y
cientos de obras canceladas. Todo esto con altos costos políticos y económicos.
Pero Ruiz Esparza se mantuvo de pie.
Al ser cuestionado en
eventos donde aparece la prensa sobre su comportamiento o sobre su
estrecha relación con las empresas constructoras, Ruiz Esparza se torna
molesto. Lo niega en persona y a través de su cuenta de Twitter
[@gruizesp]. Pero las acusaciones se acumulan.
Está el audio en el que
se le escucha hablar con Pablo Wallentin, ex director de Relaciones
Institucionales de OHL. Ahí se acuerda el supuesto pago de vacaciones para
el Secretario y la entrega de información privilegiada a esa empresa
sobre la licitación de la Autopista La Raza-Indios Verdes-Santa Clara.
Wallentin reclama a su
asistente que Ruiz Esparza tuviera que pagar los gastos de estancia en un lugar
que no se especifica, cuando el acuerdo era que éstos se cargarían a su propia
tarjeta de crédito.
“Oiga, la voy agarrar
a patadas. A Ruiz Esparza le cobraron sus estancias. Esa no me la acabo.
Son nuestros invitados. Me van a reventar, ¿eh? ¿Cuánto fue la estancia y quién
la pagó? Si lo pagaron las tarjetas de ellos, que les hagan un reembolso de
inmediato y que lo carguen a la mía”, se le escucha decir a Wallentin, en una
plática con quien parece ser su secretaria dentro de la empresa.
Esparza tuiteó,
simplemente: “Rechazo categóricamente que la empresa OHL me haya pagado algún
gasto de vacación o de cualquier otro tipo”.
“¡Su amigo Ruiz
Esparza!”, dijo el funcionario federal en otra llamada para presentarse con el
ex presidente de la OHL México, José Andrés de Oteyza.
El Secretario
simplemente lo negó.
Ninguna instancia
federal, hasta donde se sabe, lo investiga. Sus palabras bastaron.
En días pasados,
en su cuenta de Twitter, Ruiz Esparza escribió, como una especie de
colofón para todos los cuestionamientos:
“El conflicto de
interés en una licitación debe declararlo la empresa participante”.
“La importancia de
señalar a Ruiz Esparza es porque en él convergen siempre todas estas
irregularidades, ilegalidades y delitos. Yo al inicio pensé que probablemente
Gerardo Ruiz Esparza tendría malinformado o asesoraría mal al Presidente, pero
hoy no tengo duda de que el Presidente sabe perfectamente lo que ocurre con
Ruiz Esparza y ha decidido protegerlo. Muchas de las conductas de Ruiz Esparza
son claramente delictivas y por eso lo he denunciado penalmente en la
Procuraduría en la que no tenemos un fiscal independiente sino a un amigo del
Presidente, hasta el día de hoy sólo ha atrasado esas denuncia”, señaló Paulo
Díez.
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EN CAMPAÑA POR EDOMEX
El pasado viernes,
Díez Gargari presentó una nueva denuncia en contra de Ruiz Esparza por el cobro
ilegal al Gobierno federal, derivado de una táctica que creó cuando estaba en
el Estado de México.
El equipo mexiquense
conformado por Peña Nieto, Ruiz Esparza y Luis Videgaray “se acordó” de un
dinero que la entidad “perdió en 1997”. Eran 50 millones que el Gobierno
federal no reembolsó como consecuencia del rescate carretero.
En el poder estatal
presionaron para que el Gobierno federal lo devolviera, no sin antes sumarle
una tasa de interés anual de 10 puntos reales por encima de la inflación. Así,
el monto alcanzó los 3 mil 671 millones de pesos. Lo lograron recuperar cuando
ya estuvieron en Los Pinos, de acuerdo con el abogado.
Díez Gargari dijo
que el dinero fue utilizado para el elección del Estado de México porque
no hubo registro alguno. Sólo una cuenta que hoy está en ceros.
El día de ayer, para
no ir más lejos, Andrés Manuel López Obrador, a quien también le obsesiona el
Grupo Atlacomulco, abordó el tema de la autopista Atizapán-Atlacomulco. La
licitación fue otorgada a OHL porque resultó la ganadora frente a Promotora de
Desarrollo de América Latina, que fue declarada como “no solvente”, a pesar de
ser empresa propiedad de Carlos Slim, el hombre más rico de América Latina y
uno de los multimillonarios del mundo.
El Secretario, otra
vez, se limitó a escribir desde su cuenta de Twitter.
Dijo que la empresa
Promotora fue descalificada conforme a la Ley por no presentar un elevado
porcentaje del desglose de costos y que quien quiera conocer la verdad sobre la
licitación, puede consultarla en la página web de la SCT.
Ninguna autoridad, que
se sepa, lo investiga.
Sus palabras
son suficientes.
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