“Niño primero, migrante segundo”
Por:
Raúl Bonifaz.
La
irregularidad migratoria, esto es, la entrada al país sin cumplir con las
condiciones exigidas, no puede dar lugar a la iniciación de un proceso que
pueda determinar la detención de una niña o niño y mucho menos privarlo de su
libertad. Cuando en caso excepcional a un menor de edad se le prive de su
libertad, se debe procurar su liberación inmediata y su ubicación en lugares
apropiados.
La
salvaguarda de los niños, tanto por su condición de seres humanos y la dignidad
inherente a éstos, como por la situación especial en la que se encuentran. En
razón de su inmadurez y vulnerabilidad, requieren protección que garantice el
ejercicio de sus derechos dentro de la familia, de la sociedad y con respeto al
Estado.
Se
tienen estudios que la detención de niñas y niños tiene un efecto perjudicial
para su desarrollo emocional y su bienestar físico ya que pueden padecer
depresiones, cambios de comportamiento, pérdida de peso, negativa a
alimentarse, falta de sueño, así como problemas dermatológicos y respiratorios
entre otros.
Niñas
y niños migrantes no acompañados o separados de sus padres no deberían ser
nunca detenidos. Organismos internacionales subrayan como principio general,
que la privación de la libertad de un niño solo podrá ser adoptada como último
recurso, por el período más breve que proceda y sólo en casos excepcionales
(Corte Interamericana de Derechos Humanos), los Estados deben ofrecer medidas
alternativas como alojamiento en centros de protección social, no cerrados, con
el objeto de brindar una protección integral centrada en asegurar los derechos
humanos de niñas y niños.
La
gran mayoría de países de la Región de Centroamérica, no han podido atender
eficaz y legítimamente el fenómeno de la migración de las niñas y niños, es
preciso reconocer que en los últimos años algunos Estados han avanzado
México, Chile, Argentina, Panamá, Uruguay, Venezuela y Ecuador, pero aún hay
mucho que hacer en el tema de la protección de sus derechos humanos.
En la
actualidad la detención de migrantes niñas y niños, constituye un problema
mayúsculo que suscita una profunda preocupación, estos abusos y la privación de
sus derechos se han advertido desde hace una década.
Ante
la eventual acción de una privación de la libertad de niñas y niños
migrantes tiene que aplicarse de manera especial medidas y mecanismos que
aseguren de forma efectiva sus garantías fundamentales adecuadas a su condición
y edad, procedimientos que satisfagan su derecho a ser oído de manera efectiva
y que respeten debidamente su dignidad humana, permitiéndoles establecer
contacto con un familiar (en caso de no ir acompañado de sus padres) o
Consulado, tratamiento médico adecuado, ayuda psicológica, ser asistido por un intérprete
si fuera necesario y estar separado de los adultos.
Las
niñas y los niños migrantes pueden ser alojados en centros de detención siempre
y cuando se encuentren junto a sus padres. Sin embargo, hay que considerar que
el interés superior del niño será siempre no estar en ninguna clase de régimen
de privación de la libertad. Por ello, los Estados deben continuar haciendo el
mayor esfuerzo con el fin de adoptar medidas alternativas a la detención, por
las cuales la familia entera pueda estar en libertad.
La
dilación en la adopción de estas medidas representa una amenaza a la seguridad
de las niñas y niños migrantes y pese al impacto que ocasiona a los menores y
la situación de vulnerabilidad; sus garantías mínimas no son reconocidas o
implementadas efectivamente, violando sus derechos y garantías fundamentales,
reconocidas tanto en tratados internacionales como en las leyes constitucionales
de los países de la Región.
En los
últimos nueve meses más de 50 mil niños procedentes de México, Guatemala,
Honduras y El Salvador han llegado solos a Estados Unidos, lo que ha calificado
el Presidente Barak Obama como una “crisis humanitaria” para lo cual pedirá al
Congreso 3 mil setecientos millones de dólares para enfrentar el ingreso de
menores desde Centroamérica (la mitad de esos fondos serían destinados al
cuidado de las niñas y niños migrantes y sus familias).
Investigaciones
señalan que los menores emigran para escapar de situaciones de violencia
-incluida la derivada del narcotráfico-, abuso familiar, abandono, explotación,
privaciones, matrimonios obligados y mutilación genital, otros menores son
enviados a Estados Unidos donde se convierten en víctimas de explotación sexual
o laboral.
México
ha anunciado que frente al reto migratorio, se construirán cinco nuevos
albergues y que se multiplicarán las instancias que ofrecen atención en salud a
niños migrantes", sobre el tema, el Vaticano, ha declarado: “en lugar de
muros hay que construir puentes”. A Estados Unidos le conviene tener a toda
esta gente.
14 de
julio de 2014