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viernes, 7 de junio de 2013

MENSAJE DEL DOCTOR CÉSAR CAMACHO, PRESIDENTE DEL COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL, LUEGO DE SU INCORPORACIÓN A LA ASOCIACIÓN NACIONAL DE DOCTORES EN DERECHO COMO MIEMBRO DE NÚMERO.

México, D.F.,  6 de junio de 2013.
Muchas gracias respetadas amigas, amigos;
Querido doctor Elías Huerta Psihas, presidente de la Asociación Nacional de Doctores en Derecho;
Muy respetadadoctora María Leoba Castañeda, directora de la Facultad de Derecho de nuestra alma mater;
Señoras, señores doctores;
Muy queridos amigos todos, ahora y para fortuna mía, compañeros;
El derecho es a la política lo que la vereda al caminante.
Como el sendero que guía a las personas el derecho orienta a los pueblos, aportándoles seguridad.
La justicia brinda armonía a la convivencia humana y en su destino la sociedad alcanzará la paz.
Así pues, el derecho y sus fines: seguridad, justicia y paz, son los propósitos de la acción colectiva, es decir, de la política y por lo tanto de la función de gobernar.
“Gobernar es pactar”, dijo Gustave Le Bon.
Pactar no es ceder, es convenir libremente en algo y obligarse a su observancia. Ese espíritu de convenir exige un talante incluyente, es decir, el deseo de procurar la participación de todos.
Ese es justamente el espíritu de quien ejerce la tarea de gobernar desde el Ejecutivo Federal. Es concretamente el ejercicio de la presidencia democrática. Esta presidencia democrática consiste en reconocer, según Luis F. Aguilar, que un gobierno no podrá ser exitoso a menos que gobierne en asociación, cooperación, coautoría y corresponsabilidad con las organizaciones políticas, sociales, económicas, profesionales, laborales e intelectuales del país.
La presidencia democrática es posible donde existe una sociedad madura, crítica, participativa, con partidos políticos responsables; tales son precisamente los elementos que prevalecen en este nuevo tiempo mexicano.
Esos elementos, combinados con la actitud y la aptitud para la política del Presidente Enrique Peña Nieto, son los que han permitido la firma del Pacto por México.
El Pacto tiene muchas de las características de los grandes acuerdos políticos de la democracia en el mundo. Está alcanzando la talla de acontecimiento histórico. Tres, en las últimas cuatro décadas, han sido los grandes acuerdos políticos en el mundo.
El Pacto de la Moncloa en España, pues en 1977 se renovó la condición laboral de los obreros, se eliminaron restricciones a las libertades de prensa y el acceso a la información, se aprobaron los derechos de reunión, de asociación política y muchos más, con los que se crearon las condiciones para expedir la Constitución de 1978.
En 1985 se suscribió el Acuerdo Nacional para la Transición a la Democracia Plena en Chile, se terminaron los estados de excepción, se dio paso al reconocimiento legal de los partidos, se aprobó la ley electoral democrática y el término del exilio.
En 1991se dio la Convención Nacional por una Sudáfrica Democrática, la democracia no racial de partidos, tres ámbitos de gobierno, la separación de poderes, y una carta de derechos allanaron el camino para emprender conversaciones, que resultaron en las elecciones democráticas de 1994.
En resumen, estos tres pactos históricos jugaron un papel fundamental en esos países y en el mundo, y son hitos en la historia de la democracia.
Los tres modificaron el perfil de naciones enteras, y son ahora motivo de orgullo nacional en sus países. Fueron momentos de ruptura con el pasado y precedentes de nuevas condiciones políticas. Los tres dejaron un legado inmortal.
Pero aquí y ahora, el Pacto por México puede alcanzar una dimensión histórica.
El Pacto por México que permite ir de la política al derecho.
Su propósito es hacer de la nuestra una democracia eficaz, una sociedad de derechos plenos para todos.
El Pacto por México es una decisión política que se despliega, echando mano del derecho: política y derecho al servicio de México.
El Pacto obviamente no tiene deducibilidad jurídica, pero está cobrando poder: el poder de los buenos resultados.
En este episodio histórico de nuestro país el derecho es, en la práctica, lo que está aportando validez y eficacia a las decisiones políticas plasmadas en el Pacto.
Es importante señalar que el Pacto es sencillamente una instancia de concertación; no es una persona jurídica y menos una autoridad. Esto significa que no sustituye, no pretende reemplazar y menos competir con poder constituido alguno o con institución cualquiera.
El Pacto no ha creado burocracia ni generado capítulo en el gasto público.
El Pacto es un acuerdo basado en el poder de la palabra; quizás sea, según algunos, su debilidad, pero ésta es también su fuerza: la hombría de bien y el patriotismo de los suscriptores.
Vamos en el Pacto de la fuerza de la razón al poder de la ley; siendo benéficos sus propósitos y habiendo sido sólidamente formuladas las iniciativas de reforma constitucional en materia educativa y después de telecomunicaciones y competencia económica, fueron enriquecidas -como debía ser- en ambas Cámaras del Congreso de la Unión, y merecieron en su tiempo la aprobación del poder revisión de la Constitución.
Estos resultados emblemáticos del Pacto han pasado de la fuerza de la razón política al poder de la norma jurídica vigente.
En ese sentido el Pacto por México es útil, antes que para nadie, para el Poder Legislativo, de integración plural y colegiada, pues recoge de la sociedad y de importantes sectores organizados inquietudes, planteamientos y expectativas que han sido formulados en ocasiones desde hace décadas; los ha analizado, los ha consensuado y se han plasmado en documentos que pone a consideración del legislador.
Así, ha quedado acreditado: aunque perfectibles, todos los resultados han obtenido beneplácito -en términos generales- de especialistas, pero más importantemente de los ciudadanos.
En el Pacto por México confluyen la política y el derecho, y se hacen una sola fuerza transformadora de nuestra realidad.
Mucho más que cambiar, como si se tratara de una cosa, y mucho más que evolucionar, como si sólo se tratara de un ser vivo, México se está transformando a consecuencia de una decisión fundamental: nuestra aspiración de alcanzar mejores condiciones de vida para todos.
Por ser un fiel creyente de la eficacia, del derecho y la política, me he tomado la libertad de compartir con ustedes esta disquisición. Frente a este selecto grupo de profesionales del Derecho, que ha obtenido por su afán y su compromiso el grado de doctor, y que le han dado rumbo y densidad a muchos planteamientos jurídicos en pos de la justicia.
Por eso, esta mañana les expreso mi emocionada gratitud por su generosa recepción a la Asociación Nacional de Doctores en Derecho.
Ser uno de ustedes no es tomado por mí exactamente como una distinción, sino como la asunción de una gran responsabilidad.
Donde quiere que esté, con responsabilidad pública o sin ella, me esmeraré por honrar la condición de ser un abogado -más allá de expresiones académicas- un abogado comprometido con el Derecho, pero mucho más que eso, comprometido con la justicia.
Yo quiero darle las gracias de manera fraterna a Elías Huerta Psihas, por haber impulsado la posibilidad de que un servidor se incorporara a esta prestigiada Asociación.
Me consta su esfuerzo, su trabajo, su condición integradora del gremio, y su trabajo incansable por hacer que los planteamientos de la Asociación, y de los abogados en general, cobren vigencia en leyes, en normas que puedan ser el precedente de derechos, de oportunidades tangibles para todos los mexicanos.
Les expreso un abrazo fraterno cargado de gratitud y de compromiso.
Y terminó diciéndoles: los mexicanos de nuestra generación, y subrayadamente de nuestro gremio, tenemos un compromiso con el futuro, pero el futuro empieza hoy: el llamado a que juntos transformemos a México.
Gracias otra vez.

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